Capítulo 2

1678 Words
El alto volumen de la música la despertó abruptamente, así eran sus mañanas, debía soportar el incesante caminar de las personas que se levantaban muy temprano por las mañanas, muchos con la intención de dirigirse a la universidad y otros tantos para ir a trabajar. Mia permaneció en la cama mirando al techo, el cual tenía pedazos de tirol a punto de caerse debido a la humedad y a la antigüedad del edificio. Al lado de su habitación vivía un hombre entre los treinta o cuarenta y tantos años de edad, realmente no lo sabía con exactitud, pero se dejaba llevar por la apariencia que reflejaba su rostro, aunque probablemente era más joven, sin embargo, su físico no le ayudaba en mucho. La diferencia que existía entre ese hombre y Mia era el dinero, el hombre disponía de un empleo bien remunerado de medio tiempo, ya que trabajaba para una oficina del gobierno. Era divorciado y buscaba pagarse otra carrera, porque aspiraba a un sueldo mucho mejor, puesto que el que tenía no era suficiente, aunque había logrado remodelar su habitación y por lo poco que Mia lo había tratado, sabía que tenía un gato e incluso internet ¿Cómo es que lo sabía? Bueno, algunos meses atrás mientras Mia subía las escaleras después del trabajo, algo paso a su lado, había sido tan rápido que ni siquiera había logrado ver que había sido aquello, sin embargo, al ver a ese tipo correr detrás de esa sombra negra Mia supo que debía tratarse de ese gato que no dejaba de maullar durante las noches por las que varias personas en el edificio se había ido a quejar a la administración. Cuando el hombre la vio, se detuvo frente a Mia por un par de segundos con expresión de pena y molestia, ya que para su mala fortuna el hombre había salido sin sus llaves, pero la puerta estaba abierta, así que al final para no dejar que el gato se escapara tuvo que pedirle el favor a Mia de cuidar la puerta de habitación y mientras el hombre iba en busca de su travieso gato, Mia se tomó el atrevimiento de mirar el interior, por supuesto, solo de reojo y lo que vio ahí, era todo menos el cuchitril que ella tenía por hogar. Cuando el tipo volvió con su bola de pelos colgando de su mano, vio con cierto recelo a Mia, ya que claramente no se conocían más que de vista y debido a su urgencia, le había confiado la puerta de su habitación, técnicamente, a una extraña. Mia intuyo que la culparía a ella si algo desaparecía así que únicamente se quedó al filo de la puerta, ella no era ese tipo de persona, pero si era del tipo que necesitaba de muchas cosas, en su situación Mia no hacía nada gratis por lo que se tomó la molestia de tomar su paga, la contraseña de su internet. Si, se había aprovechado de la ausencia de ese hombre para mirar la contraseña de su modem, pero lo hizo pensando en lo que se ahorraría en saldo para su teléfono, además no es que fuese a permanecer todo el día pegada a su teléfono, ya que por aquel entonces trabajaba y en realidad ella no estaba en todo el día y cuando llegaba a casa apenas si tocaba su teléfono, lo que deseaba era descansar, pero en su mente estaba la idea de pagarle algún día todo cuanto le debía, pero mientras no tuviera con que hacerlo, ni aunque lo deseara. Tomo su teléfono para ver la hora exacta, sabía que eran entre las seis de la mañana porque a esa hora comenzaba la actividad en el edificio, se escuchaba música de quien hacía ejercicio, licuadoras de quienes preparaban intentos de smoothies y zapatillas que corrían a toda velocidad. Al mirar la pantalla de su teléfono ni siquiera logre ver la hora, puesto que su atención se había concentrado en la notificación de un nuevo mensaje, de nuevo era Julio Montero, no parecía rendirse tan fácilmente, aunque Mia no había tenido la oportunidad de responder su mensaje anterior: "Buen día, preciosa. ¿Cómo dormiste?" ¿Cómo se suponía que debía responder a eso? ¿Bien? Así que escribió lo primero que se le vino a la mente: "Bien, muchas gracias" Dejo el teléfono en su lugar para tratar de darse un leve masaje sobre los ojos, ya que estos le ardían, puesto que se había ido a dormir bastante tarde y aunque recibir un poco de atención le hacía sentirse un poco mejor, sabía que tenía muchas otras prioridades pendientes por hacer, como encontrar un nuevo empleo y entregar la última parte de su tesis, era su último año por lo que su titulación estaba cerca, al menos en la universidad en la que ahora asistía le habían respetado sus otros estudios por lo que no debía comenzar desde cero, al menos algo bueno le había pasado antes de echar a perder todo lo demás. Se levantó de la pequeña cama individual en la que dormía, pase al baño y luego de eso se lavó los dientes. En su nevera no había nada para desayunar, así que debía salir a buscar algo bueno, bonito y barato antes de comenzar con su búsqueda. En su armario, claro está que no era un armario, sino más bien una caja de madera que usualmente los comerciantes usaban para transportar verdura o frutas. No sabía por qué algo así se había puesto de moda, pero con una pintura blanca y bien acomodado en un rincón, la gente decía en internet que eso era un mueble moderno vintage, pero al menos ante su pobreza, su "mueble moderno" no se veía tan mal. Saco una playera roja que tenía la imagen de una palmera pintada de color n***o y también tomo un par de jeans. Tal vez no era la mejor ropa para ir en búsqueda de un trabajo de medio tiempo, pero su guardarropa era limitado y además era muy temprano para usar falda. Debía ser precavida con un clima tan cambiante como lo era la ciudad de México, las probabilidades eran infinitas, a veces las mañanas eran frías, pero a medio día el calor era infernal y para la tarde caía una tormenta que terminaba inundando las calles y para que al anochecer volvía a sentirse el mismo frío de la mañana. Después de algunos años ahí, ya se había acostumbrado y también tenía en cuenta de que podía y no vestir, aunque había algunas excepciones como su antiguo trabajo, ya que su uniforme consistía en una falda azul marino, una camisa blanca y un mandil que no hacía mucho para evitar las manchas de café, pero era muy útil para guardar su libreta de apuntes. No valía la pena usar ropa incómoda cuando existía la posibilidad de que no contrataran enseguida, además debía ver sus opciones, debía buscar un empleo cercano, de preferencia cerca de la universidad y que la paga fuera más o menos decente para poder poner comida sobre la mesa y pagar la mensualidad de su habitación, sin olvidar por supuesto que su teléfono también necesitaba una manita de gato. Tomo su única bolsita de mano y echo ahí su cartera junto con el poco dinero que le sobraba para poder terminar el mes, además de su teléfono, luego la ajusto a su cuerpo y por último salió para después cerra la habitación. A veces odiaba vivir ahí, no solo por el ruido, sino por el delicioso aroma a café de las mañanas, ella que había trabajado en una cafetería, sabia que ese olor debía provenir de una cafetera de buena calidad y para su mala fortuna ella no podía hacerse uno a menos que fuese instantáneo, pero eso tampoco era una seguridad porque a veces no tenía café o no tenía azúcar. Solía pensar que sufría de una extraña maldición en la que siempre debía faltarle alguno de los dos ingredientes, pero en su economía, quejarse no ayudaba. Su teléfono volvió a sonar, reconoció enseguida el tono de los mensajes del chat que eran como un timbre con una especie de efecto de burbuja. Detuvo mi andar antes de llegar a las escaleras y abrió el chat: "¿Te molesto?" «Es un desesperado o en verdad desea conversar conmigo» Pensó, así que no tuvo más opción que explicarle por qué había ignorado su mensaje. Era mucho más fácil ignorar a una persona cuando los mensajes no eran marcados como "vistos" "Perdona, es solo que mis mañanas siempre son caóticas, ahora voy en busca de un café y algo para desayunar. ¿Y tú?” Mia intuyo que ese mensaje sería suficiente para que la dejara en paz al menos por unos diez minutos, pero al terminar de bajar las escaleras un nuevo mensaje ingreso: "Madrugadora ¿eh? Me agradan las chicas así. ¿No desayunas en casa? ¿Vas al trabajo?” No, no era madrugadora porque así lo quisiera, sino porque era mejor salir que quedarse a escuchar el ruido del edificio. En cuanto a su desayuno, era seguro que no le diría cuán difícil era para ella desayunar en casa porque estaba desempleada y no había comprado nada para sobrevivir porque había pagado un par de deudas que la habían estado persiguiendo desde semanas atrás. Su vida parecía un chiste muy mal contado o una serie aburrida con muchas temporadas y para conseguir más rating los productores habían decidido añadir más sufrimiento para darle drama a la trama. "También estoy a punto de desayunar"  Adjuntó una imagen junto a su mensaje y al deslizar la pantalla de su teléfono para observar mejor sintió un extraño escalofrío en el cuerpo. Era una fotografía de un desayuno espectacular, era como ver esas bonitas escenas de i********: de desayunos en la terraza que los influencers presumían. Al ver la imagen solo pensó en dos cosas: O le estaba mintiendo y esa imagen la había robado de algún perfil o ese tipo tenía bastante dinero.
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