Camille
Las frías gotas de agua caen sobre mi cuerpo y se tensa de inmediato, mis extremidades se entumecen y opto por respirar hondo, tratando de regular la temperatura de mi cuerpo. Aunque al final me termino relajando. Extiendo la mano y agarro el shampoo de vainilla. Lo comienzo a esparcir en mi pelo haciendo pequeños masajes mientras me sumerjo en un mar de pensamientos que solo se reducen a una sola persona, y que por más que intente no hacerlo, sigo pensando en él de una manera insana.
Suspiro pausadamente, dejando que el agua se deshaga de cualquier resto de jabón, y deseando que pudiese olvidarme de cierta persona que merodea en mi cabeza día y noche. Porque aunque lo ame, no me gusta sentirme tan frustrada. Solo quiero vivir una experiencia fascinante, esas que nos pintan en los cuentos de hadas, esas donde el sufrimiento no existe porque el príncipe viene a rescatarte de cualquier mal.
Pero, ¿qué se hace cuando tú príncipe azul es el villano de tu historia?
¿Te sigues quedando ahí?
¿Permaneces a su lado aunque te duela hacerlo?
Sabiendo perfectamente que vas a salir herida, porque los villanos son malos y en su naturaleza está destruir cualquier ápice de felicidad. Los villanos no se redimen a sí mismos por amor como a muchas personas les encanta creer. Ellos no cambian y no se debe condenar a una persona por actuar acorde a lo que es, porque los villanos jamás han aspirado la bondad de alguien, ellos aspiran el poder y la grandeza.
Y no se puede amar al villano de tu historia cuando solo te hace sentir ordinario, tal como si fueses un personaje secundario y no el principal, como todos deseamos ser en la vida de alguien.
Nadie quiere ser la segunda opción de nadie, porque sólo se quiere a la primera.
*******
Aún sigo indecisa en si debo acompañar a Aarón o no, tengo un mal presentimiento estancado en el pecho desde que me lo propuso, pero tampoco quiero ser descortés y rechazar la invitación. No tengo nada que hacer por el resto del día y no quiero quedarme encerrada en casa, pero si me limito a examinar las cosas que podrían salir mal en una carrera de motocicletas, la lógica gana. No debo ir, pero por alguna razón, quiero hacerlo, me emociona la idea de volver a verlo.
Ignorando la parte racional de mi cabeza, tomo el móvil de mi bolso y me dedico a mandarle un mensaje a Aarón, confirmando la hora a que pasará por mí.
*Hola, Aarón soy Camille. Nomás quería saber a qué hora vendrás para alistarme*
Me tiemblan los dedos y me siento ansiosa por recibir su respuesta.
*Pasaré por ti a las 9:00 ¿qué te parece?*
Sonrío instantáneamente.
*Vale te veo en un rato :)*
Ya no recibo respuesta por parte suya así que aviento el móvil a mi cama y me acerco a mi armario para buscar que ponerme. Él me dijo que iba a ser una carrera de motocicletas, obviamente es ilegal, pero me da mucha curiosidad saber cómo son, qué es lo que se hace en ellas, y porque muchos adolescentes insisten en ser partícipes de ellas. Hoy voy a tener la oportunidad de ver una con mis propios ojos. Tal vez es inmaduro ponerme en riesgo innecesario, como lo es ir a una carrera ilegal, pero mis ganas y curiosidad son más grandes que mi razonamiento.
Decido ponerme unos jeans negros con un top blanco para que hagan juego, rebusco en el fondo del armario y escojo una chaqueta de cuero negra para que combine con el atuendo por completo. Me acerco al tocador y abro el pequeño joyero, sonrío al divisar aquellos pendientes dorados que son sumamente importantes para mí. Me los pongo, recordando que mi madre me los regaló el día que conocí a Alexander. Empiezo a hacer ondas en mi pelo mientras me observo en el espejo.
Cuando termino de arreglar mi cabello, comienzo a aplicarme un poco de maquillaje, tratando de esconder mis imperfecciones aunque dudo que sea posible, me pongo el pintalabios y sonrío, aprobando lo que llevo puesto.
Tomo el móvil de la cama y opto por llevar unas zapatillas bajas, no quiero hacer el ridículo cayéndome, porque conociéndome, sé que eso será lo primero que me pase. Salgo de la habitación como un rayo y bajo las escaleras apresurada, sintiéndome increíblemente ansiosa por verlo. Al salir del portón comienzo a escribirle un mensaje a Aarón pero el fragor de la motocicleta me detiene.
Alzo la vista y mis ojos se encuentran con un azul que me envuelve en cuestión de nanosegundos.
Ha llegado y por alguna razón, mi corazón se ha disparado como un completo loco.
—Que puntual eres —sonrío ampliamente y él me observa perplejo, lleva puesto una camisa blanca y una chaqueta de cuero negra al igual que yo—. Me sorprendes.
Vaya, me ha leído la mente.
—Debo admitir que mi puntualidad solo se debe a las ganas que tengo de verte —dice usando un tono coqueto y una sonrisa se escapa de mis labios—. En serio las tengo.
Pongo los ojos en blanco haciéndolo negar con la cabeza, divertido.
—Si tú lo dices, pero bueno —ignoro el nerviosismo y me acerco a él.
—Estoy diciendo la verdad, tenía muchas ganas de verte, Camille. Me gusta estar contigo —admite y trato de disimular el calor que sube a mis mejillas—. Pero ahora tenemos que irnos si no queremos llegar tarde.
Asiento, tontamente, y él sonríe de una manera suave que me hace estremecer.
—¿En qué nos iremos? —pregunto con curiosidad al no ver ningún auto aparcado en la acera.
Él enarca una ceja, como si no entendiera porque pregunto algo así.
—En esto, muñeca —esboza una sonrisa angelical señalando la motocicleta con su índice.
—¡Que! —jadeo sorprendida—. ¿En una motocicleta? —me observa realmente entretenido y niega con la cabeza por mi ingenuidad o mi estupidez, que por lo visto es muy grande.
—Es una carrera de motocicletas, Camille, ¿que esperabas? —se burla.
Me muerdo el labio inferior, ignorando la ola de vergüenza que me golpea, porque ahora que lo pienso tiene lógica, demasiada lógica >.
Decido ya no hacer más preguntas estúpidas, creo que ya he dado una mala impresión de mí. Y no me gustaría seguir haciendo el ridículo enfrente de él.
—Está bien —digo subiendo a la parte trasera de la moto, Aarón me sonríe y se quita su casco para dármelo.
Su gesto saca una sonrisa de mis labios, es muy lindo de su parte.
—Ponte esto, lo necesitarás —espeta con una sonrisa, sospechosa.
Hago caso a lo que dice y me colocó el casco rápidamente.
—¿Por qué? —inquiero con una nota de preocupación.
—Porque me gusta correr, Camille.
Trago grueso y comienzo a cuestionarme las decisiones que he tomado en el lapso de dos horas.
—Ten cuidado.
—Lo tendré —vuelve la cabeza hacia mí, mirándome fijamente—. Se me olvidó decirte algo —susurra en voz baja.
Dejo salir un pequeño suspiro, sin romper la conexión.
—¿Qué?
—Qué te ves hermosa esta noche —deposita un casto beso en la comisura de mis labios y paso saliva, nerviosa, por el escalofrío que me recorre de pies a cabezas.
No logro salir de mi trance cuando se vuelve hacia el frente, se acomoda con facilidad y pone las manos en el acelerador.
—¿Lista? —pregunta emocionado, pero yo solo me limito a asentir con la cabeza.
Enciende la motocicleta, el motor ruge y esta comienza a moverse.
Aarón no mintió cuando dijo que le gustaba correr. Conduce muy rápido, tanto que tengo que aferrar mis brazos a su cuerpo con fuerza, para no caerme en medio de la carretera. No puedo negar que se siente muy bien, el viento golpeando tu cara, ver la ciudad desde esta perspectiva es alucinante, la velocidad te brinda sensación liberadora, como si no tuvieras ninguna atadura o como si pudieras volar entre los demás autos.
La sensación tan placentera que me embarga no se prolonga por mucho tiempo, ya que Alexander se cuela en mis pensamientos, con un impacto que me hace soltar un resoplido lleno de frustración. Porque lo siento hasta en la piel, lo tengo marcado a fuego. Y por eso me invade un sentimiento de culpa al estar aquí, con otra persona.
Siento como si estuviera haciendo algo malo, bueno un poco, es una carrera ilegal al fin de cuentas. Pero el sentimiento de culpabilidad no me abandona, aunque luche con todas mis fuerzas para solo enfocar este momento en Aarón.
—Llegamos, muñeca —la voz de Aarón me saca de mis pensamientos.
—Está bien.
Me bajo de la motocicleta y echo un vistazo al lugar rápidamente, divisando la cantidad de personas que se encuentran aquí. Hay varios chicos y chicas que a juzgar por sus aspectos, podría jurar que tienen mi edad. Unos se encuentran fumando, otros liándose al aire libre, y por último, otros haciendo lo que vine a ver, poniéndose en la línea de inicio para dar comienzo a las carreras.
Una sonrisa se dibuja en mis labios, esto es en realidad prometedor, un ambiente peculiar para mi, desconocido, porque nunca he salido de mi zona de confort. Siempre me he limitado a visitar los lugares impuestos por mis padres, nunca he cuestionado lo que se pide de mí y siempre suelo poner las necesidades de otros sobre las mías.
Pero hoy es diferente. Me siento diferente al estar aquí.
Dios, esto va a ser interesante.
Aarón toma mi mano y la entrelaza con la suya, dándome un pequeño apretón que me hace sonreír. La sensación que me embarga me provoca pavor, tanto que sopeso la idea de apartar la mano, pero algo me detiene porque mantengo nuestras manos unidas.
No quiero hacerlo sentir incómoda siendo descortés, pero también quiero sentir su tacto.
Me regala una sonrisa de oreja a oreja y empieza a guiarme con un grupo de personas.
—Hola chicos.
Los saluda Aarón sin soltar mi mano, como si estuviera protegiéndome o queriendo mandar un mensaje que yo no capto, aún.
— ¡Smith! ¿Quién es esta lindura? —pregunta el chico pelirrojo, inspeccionando mi cuerpo sin disimular.
Me remuevo incómoda, al instante. Decido ignorarlo pero Aarón no lo pasa desapercibido. Puedo sentir su cuerpo tensándose junto al mío.
—Soy Camille, mucho gusto —intervengo amablemente, con una sonrisa hueca.
Estoy intentando relajar el ambiente, que ya se ha puesto bastante pesado en estos últimos segundos.
—Holaa —dicen dos chicos al unísono y eso me hace sonreír—. ¿Quién eres tú? ¿Eres la novia de Smith? —las preguntas me toman desprevenida y me limito a negar con la cabeza.
La sangre sube a mis mejillas con rapidez y al parecer me quedo muda porque no puedo pronunciar palabra para salvarme de tan bochornosa situación.
—Sólo somos amigos Jeffrey —espeta Aarón con un tono insatisfecho que me hace galopar el corazón.
Se despide de ellos con una mirada y luego me aleja del grupo de chicos, nos acercamos la motocicleta nuevamente y quiero hablar, decir algo porque no me gusta que esté así.
Su semblante ha cambiado por completo y ahora luce enojado. Quisiera preguntarle el porqué, pero no quiero ser entrometida. Ni mucho menos parecer chismosa cuando no lo soy, pero en este momento dudo que él tenga esa impresión de mí cuando aún tengo presente que lo perseguí al sanitario de hombres.
—Perdón —se disculpa y me sorprendo—. No le tomes importancia a los comentarios de Jeff, ellos siempre son así y les gusta ser pesados con la gente —dice jugando con el cierre de su chaqueta, sus hoyuelos se empiezan a notar cuando una sonrisa se dibuja en sus labios.
Es muy guapo, demasiado. Pero no se compara con.....
>
—No te preocupes, que no me han incomodado —le sonrío para que no se sienta mal.
Él niega, cabizbajo.
—No tienes porque mentir.
—No estoy mintiendo —trato que mi voz salga firme—. Me gusta estar aquí, es diferente a lo que acostumbro, pero es bonito porque aquí estás tú.
Él niega, divertido, pero puedo ver un destello de emoción crispar el azulado que me sigue llamando la atención desde el día en que lo conocí.
La tensión entre nosotros se desvanece y un nuevo ambiente se crea, y por alguna razón mi cuerpo se pone rígido.
—Gracias por venir conmigo —la voz de Aarón adquiere una nota más suave y más sutil.
Me gusta.
—Gracias por invitarme —respondo, dándole un leve apretón de mano.
—No hay otra persona con la que me gustaría compartir esto —sus palabras me arrebatan el aliento, provocando un cosquilleo tan peculiar que ya he sentido antes.
—Es bonito estar aquí.
—Si —me mira fijamente—. Porque tú estás aquí.
Decido ya no hacer ningún comentario, no sé qué responderle a lo que ha dicho. Él tampoco pronuncia ninguna palabra, es casi como si estuviera ocultando parte de sus sentimientos, como si guardara algo para sí mismo. Y me siento frustrada por no poder meterme en su cabeza y averiguar lo que está pensado en este preciso momento.
El silencio es evidente, pero no es incómodo. Se podría decir que es relajante.
Aarón me mira con fijación, y el calor sube a mis mejillas sin que pueda evitarlo, me siento emocionada y ansiosa. Necesita dejar de mirarme así o de lo contrario mis mejillas explotarán.
—Eres hermosa, Camille —sus palabras me dejan en blanco y solo le dedico una sonrisa de boca cerrada, apenada.
Y eso es solo un m*****o intento de disimular mi nerviosismo.
—Gracias, tú también eres hermoso —sonrío y cierro los ojos al darme cuenta de lo que he dicho.
—¿Así que soy hermoso? —enarca una ceja, divertido.
—¡Ay cállate! —se carcajea—. No era lo que quería decir —me excuso, pero sigue riéndose.
Le planto un golpe en el brazo, para que se deje de burlar, pero mi golpe tiene el efecto contrario porque se carcajea aún más.
—¡Aarón! —bufo enojada—. ¡Que dejes de reírte! No es gracioso —se agarra el estómago con una mano y me imagino que las tripas le están doliendo de tanto reírse.
—Es que... —explota en carcajadas, nuevamente.
—¡Me voy a ir si no dejas de reírte! —amenazo y eso parece ser el detonador que sacia la risa.
Me mira a los ojos, con las mejillas encendidas, que solo es producto de su insaciable risa.
—Ya, muñeca —me acomoda un mechón de pelo detrás de la oreja—. Ambos somos hermosos.
Pongo los ojos en blanco, pero por igual termino sonriendo.
Cuando alzo la mirada, lo encuentro viéndome los labios y contengo la respiración, imaginando lo que puede pasar si alguno de los dos hace un movimiento.
Él se inclina y queda a escasos centímetros de mis labios, el corazón se me exalta y no puedo evitar suspirar con ansiedad. Porque no sé lo que quiero, no puedo pensar con claridad, no cuando lo tengo tan cerca de mí.
—Camille —ahoga un suspiro y mi cuerpo se estremece—. Voy a besarte, así que dime que no lo haga, por favor. —súplica, como si estuviera afligido.
Me vuelvo un completo caos y aunque una parte de mí sí quiere besarlo, no tengo interés en crear un conflicto con Aarón, no cuando estamos tan bien juntos y hacerlo solo sería complicar las cosas.
No quiero perderlo.
—No lo hagas —musito con pesar.
Cierra los ojos, decepcionado, y siento una punzada en el corazón, porque me arrepiento de haberlo pedido que no lo hiciera, cuando un impulso dentro de mi ser me está gritando que junte mis labios con los suyos.
Él se aleja de mí y una sensación de vacío me embarga. Nos quedamos callados, asimilando que es lo acaba de suceder entre nosotros, ambos estamos confundidos y no sabemos qué fue lo que nos llevó a cierto momento, porque estuvimos a punto de besarnos.
—¿No vas a correr? —pregunto, intentando cambiar de tema.
Él se sorprende, incluso hay un destello de tristeza en sus ojos, pero aún así me sigue la corriente.
—No lo sé, no quiero que te quedes sola —me susurra con un hilo de preocupación vibrando en su voz.
—No te detengas por mí, yo estaré bien —le sonrío para que se convenza—. Te estaré viendo todo el tiempo, prometo no moverme de mí sitio —insisto.
Él me mira por unos segundos más para ver si cambio de opinión al respecto, pero no lo hago, porque estaré aquí, viéndolo correr, a eso vine. Y la idea de verlo siendo partícipe me emociona y me aterra a niveles iguales.
—De acuerdo, correré —acepta, aunque un poco dudoso—. Espérame aquí, muñeca.
Se sube a la motocicleta y se acomoda el casco en su cabeza. Lo veo tomar una bocanada de aire que ayuda a su cuerpo a relajarse por unos segundos, el casco solo me permite ver sus ojos azules, están totalmente repletos de un brillo que no había presenciado hasta ahora, ese brillo que tiene una persona cuando hace algo que ama. Es muy contagioso verlo así.
Nos quedamos viendo, compartiendo palabras con nuestras miradas. Él está a punto de irse y tomar su lugar en la carrera, pero algo lo detiene abruptamente. Todo pasa en cámara lenta, que me cuesta asimilarlo. La gente comienza a gritar asustada, alarmándose por un suceso que aún no descifro, el ruido de las sirenas, las luces rojas, muchos autos y motocicletas moviéndose, la m******d empujándose unos con otros.
Me paralizo completamente, observando el caos y se me hace imposible mover un solo músculo.
¿Qué diablos está pasando?
Mi mente me dice que corra lo más lejos posible, que haga algo pero que me mueva, sin embargo, mis pies no cooperan, hacen caso omiso y me quedo como una maldita estatua. No se que debo hacer.
—¡Camille muévete! —grita Aarón desde la motocicleta, y su voz es la que me saca de mi trance.
Hago el intento de correr hacia él, pero es imposible, la gente corre desesperadamente, intentando huir al igual que yo, y no me permiten pasar. Todo es un tremendo caos, mi mente y cuerpo no me responden, y empiezo a cuestionarme las decisiones que he tomado.
Con la mirada, comienzo a buscar una salida entre la gente, divisando los rincones apedreados, aunque ya es demasiado tarde porque la policía ha llegado y todos se han vuelto locos. > continuó caminando empujando varios cuerpos a mi paso, maldigo a medio mundo en el proceso.
Mi humor empeora cuando un sujeto grandulón se estrella conmigo y como si la situación no fuese lo suficientemente difícil, mi cuerpo pierde el equilibrio y caigo al suelo, golpeando mi cabeza con el asfalto. Mi vista comienza a nublarse y me es imposible moverme.
Oh no, esto no me puede estar pasando ahora.
—¡Aarón! ¡Aarón! —grito para llamar su atención, pero al parecer mis gritos quedan en el viento y se disipan con el desastre.
—¡Aarón! —sigo gritando, sintiendo como el cuerpo comienza a fallarme.
No se cuanto tiempo pasa, y dudo que sea mucho.
—¡Camille! —la nota de voz, suave y dulce, hace que mi cuerpo se relaje al instante, porque sé que él me va a ayudar.
Él ya está aquí.
Aarón me levanta del suelo y apoya la mayor parte de mi peso sobre su hombro, comenzamos a caminar entre la gente, su rostro está lleno de preocupación e incluso un poco de culpa.
Entrelaza nuestras manos y comienza a guiarme hasta su motocicleta, estamos apunto de subir a la esta e irnos lejos, pero eso no pasa porque la voz de alguien nos detiene.
—¡Alto ahí! —mis piernas flaquean—. ¡Están detenidos por participar en carreras ilegales! —la voz del hombre me hiela la sangre, y me vuelvo para mirar a Aaron, en sus labios se forma un perdón que me lo dice todo.
Intento no llorar pero el nudo en la garganta es demasiado grande, un escalofrío recorre mi cuerpo y sé que lo que viene no es nada bueno.
Sé que estamos jodidos
Los policías comienzan a poner las esposas en mis muñecas al igual que en las de Aarón . Y aunque una parte de mí me dice que lo reconforte porque seguramente debe estarse sintiendo culpable por lo sucedido, solo puedo pensar en que mi padre me va a matar cuando se entere que me han atrapado siendo partícipe en una carrera ilegal.
>
Nos guían a una patrulla y nos hacen entrar a la parte trasera sin tener alguna consideración por nosotros. El oficial se sube en el asiento de copiloto y el auto comienza a andar, llevándonos al m******o. Aarón evita mi mirada todo el camino, sé que se siente apenado por lo que acaba de pasar, pero no todo es culpa suya al fin y al cabo fui yo quien quiso venir para distraer mi mente de cierto demonio que ronda mi cabeza. Sé que es inmaduro culpar a Alexander, pero lo hago.
Esta noche ha sido un completo desastre, aunque no puedo quejarme porque disfruté el poco tiempo que pasé aquí. Y al menos no estoy sola. Aarón está conmigo y en parte, eso es buen consuelo. Me siento segura a su lado, y eso es algo que solo siento con él.