Capítulo 4

1731 Words
Por la mañana estaba cansadísima apenas si pude dormir con todo lo que está pasando, debo empacar mis cosas, dejar a Oli en la escuela, no sé qué debo hacer con el otro niño llamado Benji, debo pasar a ver a mamá al hospital, presentarme al nuevo trabajo mientras busco un lugar donde quedarme. Si tengo en cuenta que me han pasado cosas peores como hacer un turno de doce horas mientras mi hijo está en el hospital con un ataque de asma a las once de la noche, eso es… bueno, no sé que es peor. Me levanté y fui a hacer los mismos sándwiches para los dos ni.ños, primero levanté a Oli porque debía ir a estudiar, tenemos que empacar porque debemos irnos; cuando pasaban las siete toque en el dormitorio donde se había quedado Benji, abrí la puerta despacio y todavía estaba durmiendo, así que me acerqué para despertarlo, tal vez debe ir a estudiar. –Benji –murmuré –. Benji, cariño. Apenas se movió, me daba pena tocarlo, pero ya es tarde. –Benjamín –toque su cabello. –Mamá –murmuró. –No, soy… Soy Adelaine, me quedé en el apartamento de tu tío ayer, ¿te acuerdas? Jugaron videojuegos con Oli. El chico se sentó en su cama mientras restregaba sus ojos con las manos. –Ya sé quién eres –dijo con fastidio –. No tienes que recordar todo lo que pasó anoche. –Ah… lo siento, te preparé un sándwich está mañana, ¿tienes escuela? –Estudio en casa. –Ya, entiendo –murmuré –. Oli, sí estudia y debo ir a dejarlo a la escuela, yo debo ir a trabajar, ¿necesitas algo antes de que nos vayamos? –¿Se van a ir ahora? –Después del desayuno, te estamos esperando. Se me quedó viendo como si tuviera una deformidad en la cara. –¿Para comer? –Sí, apresúrate o Oli se comerá tu sándwich. Se levantó como si nada y corrió afuera de la habitación, debí decirle que debería ir al baño antes, pero ya es un niño grande, así que no creo que deba repetir las cosas todo el tiempo, fui tras él y ya estaba al lado de Oli comiendo su sándwich, entonces la puerta se escuchó y vimos a Micky entrar, primero se le veía un gesto de cansancio, luego uno de sorpresa cuando nos vio a todos en la sala. –Lo lamento, es que no tienes mesa de comedor –señalé, creo que apenas tenía cocina porque apenas si pude hacer eso y no creo que la estufa funcione –. Y los chicos necesitaban comer. –Está bien, gracias por darles algo de comer –murmuró –. Compraré algo en el supermercado más tarde, casi no tenemos visitas. –Nosotros vinimos a molestar –murmuré tocando a Oli para que se apresurará a comer –. De hecho, ya nos íbamos y te doy las gracias por dejarnos quedar aquí… Me detuve cuando la puerta se volvió a escuchar, esta vez un hombre con traje ne.gro entró, tenía lentes y cabello ne.gro bien peinado, no entendía como logro entrar al apartamento. –Sabía que te encontraría aquí –suspiró al ver a Benji y luego nos vio a los demás –. ¿Quiénes son ustedes? –Nadie que te importe, Omar –reclamó Micky –. No tienes derecho a entrar de esa forma a mi apartamento. –Yo voy a donde va Benjamín, así que entro a donde se me da la gana. Él y Micky cruzaron miradas y luego el chico la suavizó cuando vio a Benji. –¿Estás desayunando? –dudó. –Solo es un sándwich y un vaso de leche –respondí –. Siento no haberle dado algo más. De pronto me sentí como si debía pasar una prueba con ese hombre tan extraño, se me quedó viendo y eso fue aún peor, tenía un traje carísimo, no tengo idea de quienes son, pero por el edificio, la forma en que viven y su vestimenta me dice que tienen mucho dinero y las personas que tienen dinero siempre quieren algo a cambio. –De hecho, nosotros ya nos íbamos –le hice una mirada a Oli que se terminó su vaso de leche enseguida y se levantó para tomar su mochila –. Gracias por todo y disculpen las molestias. –Adelaine, no tienes que irte –comentó Micky. –Sí, de hecho, sí tenemos que irnos –respondí –. Oli tiene escuela y yo debo ir a mi trabajo –retrocedimos a la puerta –. Un gusto, señor. –¿Van a venir más tarde? –preguntó Benji. –Ah… –titubeé –. No lo creo, lo siento, cariño –me sinceré –. Fue agradable conocerte, adiós. Salimos por la puerta cuando escuché a Benji hablar. –Omar, haz algo. –Como odio mi trabajo –bufó Omar –. ¡Señorita! ¡Señorita! Me estaba llamando, pero ya estaba retrasada para llevar a Oli a la escuela e ir a la oficina, era mi primer día, no podía llegar tarde en mi primer día, me dí cuenta que el ascensor estaba abierto y un hombre de traje estaba adentro. –¡Oiga! –lo llamé –. ¡Detenga el ascensor, por favor! El hombre levantó la vista, me miró unos instantes y luego presionó un botón, me sentí aliviada porque pensé que estaba deteniendo las puertas, pero mi sorpresa fue que se estaban cerrando. –¡Detenga el ascensor! –le grité. Pero el muy idiota solo siguió en el teléfono cuando las puertas se cerraron. –¡IMBÉCIL! No creo que me haya escuchado porque ya las puertas se habían cerrado, pero quién si me escuchó fue Oliver. –¿Qué es imbécil? –Ah… –Señorita, no puede irse –dijo Omar llegando a nosotros –. Usted sí que corre rápido. –Debo irme ahora, Oli tiene escuela y yo debo ir a mi trabajo. –Sí, bueno, pero deben regresar, Benji los quiere aquí. –Para ser su padre debería aprender a decirle que no –comenté. –Ah…no, yo no soy su padre –aclaró –. Su padre es… –miró al ascensor con un suspiro –. Bueno, no se encuentra y yo lo cuido. –¿Usted es como su niñero? –Si lo dice así suena tonto –murmuró –. En fin, deben regresar en la tarde. –Usted está loco –bufé presionando con fuerza el jodido botón del ascensor, odio a los idiotas. –¿Qué acaso no entiende lo que le digo? –¿Usted no entiende que ahora llegaré tarde a mi trabajo? –exclamé –. Por culpa de ese baboso –señalé –. Ven, Oli. Lo tomé de la mano y busqué las escaleras, ahora tenía que bajar por las escaleras. –Señorita, si usted va a un lugar, permítame llamar a alguien que la lleve. –Déjeme tranquila –expresé –. Yo sé que ustedes son personas ricas acostumbradas a que se haga todo lo que pidan, pero siempre quieren algo a cambio y yo no tengo nada, así que déjeme tranquila. –No quiero nada a cambio, se lo aseguro. Lo escuché decir desde lo alto de las escaleras mientras nosotros bajamos. –¿Esas personas son malas? –preguntó Oli. –No, bueno, no lo sé en realidad. –¿Por qué no podemos regresar? –Es que debes ir a la escuela y luego vamos a ver a la abuela la hospital. –Es cierto. Cuando salimos a la entrada había un taxi, corrí con Oli para que nadie más me lo quitará. –Taxi –le hablé. –Buenos días señorita –abrió la puerta. –Ah… buenos días –titubeé. Era muy extraño que un taxista fuera amable en está ciudad, pero no le presté atención, nos subimos y le dí la dirección de la escuela de Oli, llegamos rápido porque tomó otro camino bastante movido. –Cariño, está vez saldré a las cinco –le indiqué –. Sabes lo que tienes que hacer. –Sí, mamá –contestó. –Pasaré por ti, sabes que siempre pasó por ti. –Sí. Oli se despidió y bajó, él sale a las dos, pero no puedo pasar a traerlo a esa hora, así que debe esconderse bien dentro de la escuela para que no lo vean hasta que yo pasé a las cinco, ya lo hemos hecho antes, en ocasiones mamá tiene una recaída y debo hacer algo con él, en el trabajo no me lo van a aceptar, no lo hacían en el anterior, menos en este nuevo, le dí la última dirección al taxista y me llevó al edificio Akerman. –Aquí trabaja, señorita. –Sí, es mi primer día –sonreí –. Espero que me vaya bien. –Me parece que le irá bien, se ve que está preparada. –Es que no conoce mi suerte –bufé, creo que pensó que era una broma porque sonrió. –Mucha suerte. –La voy a necesitar, pero de la buena –mencioné buscando el dinero en mi bolsillo –. ¿Cuánto le debo? Hubo un silencio y cuando miré al hombre él respondió. –Sabe qué, es su primer día de trabajo, está vez va por mi cuenta. –¿Qué? –Sí, que tenga un buen primer día. –Pero me tiene que cobrar, fueron dos paradas. –Ya le dije que yo la invitó. –No le voy a mostrar mis pechos –le advertí. Sé que suena raro, pero ya me lo habían pedido antes para no cobrarme el viaje. –No se lo estoy pidiendo –aclaró. –Aunque sea veinte dólares. –Puede servirle para el almuerzo. Tenía razón, me podían servir pero para ir a ver a mi madre al hospital. –En realidad, sí me sirven muchísimo, gracias, no sabe las infinitas gracias por esto. Al final salí del taxi y miré el edificio, era un milagro que fuera a tiempo, pero mi día no podía ser tan bueno, así que seguramente algo malo me pasaría durante el día, las cosas nunca me podían ir tan bien, solo tenía que esperarlo.
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