En circunstancias normales debería preocuparme porque un desconocido me ofreciera su casa, pero cómo se dieron cuenta mi vida nunca ha sido digamos… normal, desde que tengo memoria me ha pasado todo tipo de cosas y por eso tengo esto de querer alejar a los demás de mí o no de mí realmente, los alejaba de mi mala suerte, mi madre y mi hijo no tenían opción más que aguantar mis problemas.
–Mami, vamos –me pidió Oli.
Mire a Micky, no tenía mala pinta, tenía su uniforme rojo, era robusto, tal vez musculoso debajo de esa ropa, cabello castaño y ojos caramelo, unos ojos muy sinceros, no tenía malos gestos y sus rasgos eran más bien amables, como de alguien que quiere ayudar a los demás y su nombre era parecido a aquel muñequito de Disney que a Oli le encantaba de pequeño, aunque no creo que exista niño que no le guste Mickey Mouse de pequeño.
–Sí, vamos –dije finalmente.
Fue así como Micky nos guío a la ambulancia y nos subimos detrás, en unos pequeños asientos del camión, la chica se le quedo viendo a Micky.
–Podríamos pasar a mi edificio a dejarlos –le pidió.
–¿Y quienes son? –preguntó ella.
–Ah…
–Soy Adelaine Fletcher –me presenté –. Y él es Oliver.
–Hola –saludo mi pequeño.
–Ella es Drea –la presentó Micky –. Somos compañeros de trabajo.
–Mucho gusto –saludé.
Me dí cuenta que la chica le hizo un gesto a Micky y él le hizo otro, seguramente entre ellos si se estaban entendiendo.
–Se darán cuenta.
–Solo es un pequeño desvió, nadie lo notará.
–Nadie notará un enorme camión rojo estacionarse frente a un edificio –rodó los ojos ella –. Ya nos desviamos para venir aquí, dejar pacientes no es nuestro trabajo, controlar incendios sí.
–Esos pacientes necesitaban venir y ya habíamos controlado todo.
–Sí estamos causando problemas... –murmuré.
–No hables –hablaron los dos al unísono.
De pronto me sentí como una niña cuando la regañan sus padres, parece que discutieron un poco más y al final Drea encendió el camión, Oli iba emocionado porque nunca se había subido a un camión de bomberos, yo iba preocupada porque seguía pensando en que no tenía nada para mañana, así que decidí arriesgarme.
–Sé que puede ser imprudente –murmuré a los dos –. Pero podríamos pasar al edificio que se incendió, quiero ver si puedo sacar algo o los demás se llevarán las cosas.
–Es tarde –mencionó Micky.
–De hecho, es una buena idea –intervino Drea –. Pasamos a verificar que todo esté bajo control y lo justificamos, el exceso de gasolina, recuerda que esos pacientes que dejamos en el hospital no era parte de nuestro trabajo.
–Eres una pesada –le refunfuño Micky.
No entendí nada hasta que ella se detuvo frente al edificio, le pedí a Oli que se quedará adentro y Micky se lo pidió a Drea. Micky me acompañó por las escaleras, el olor al humo se sentía y por dentro había mucho calor, algunas paredes estaban negras, me dí cuenta que el fuego se extendió a traves del lugar, me detuve en el segundo nivel para ir a mi apartamento cuando Micky me habló.
–Iré arriba a verificar que no haya nadie y regreso contigo.
–Está bien.
–Nos encontramos aquí –señaló el inicio de las escaleras –. Y no salgas corriendo.
Eso me hizo reír.
–Tienes a mi hijo en la ambulancia, no voy a ir a ningún lado –le aseguré.
Él subió las escaleras y yo fui a mi departamento, la puerta estaba entreabierta, la termine de abrir con cuidado, pensé que se habían llevado mis cosas, no es que tuviera muchas cosas por aquí, pero cuando hay necesidad no se le ve mal a nada.
Pero cuando entré no había nada fuera de lo normal, solo el desorden que mi madre y mi hijo habían dejado, fue un alivio, así que me apresuré a tomar una mochila y buscar algo de ropa, pienso que mañana podríamos volver, Micky está exagerando, todo se ve muy bien a excepción de las paredes que están quemadas y algunas partes están mojadas, supongo que fue porque los bomberos controlaron el fuego con agua, solo tenemos un sofá y dos camas así que no hay mucho que se arruine, tomé algo de ropa y salí de ahí, cerré con llave la puerta, espero que eso sea suficiente para que no entren, no sé mucho de incendios a pesar de que casi quemo mi casa a los diez cuando intenté hacer un pollo en el horno, los bomberos llegaron luego y pudieron ayudar.
Al llegar a las escaleras, Micky no había llegado aún, tuve la intención de bajar y esperarlo en el camión, pero al final decidí quedarme ahí, fue una sorpresa cuando lo ví subiendo las escaleras.
–Creí que ibas a ir arriba.
–Tuve que sacar unas personas del quinto piso –señaló arriba –. Avisé a la comisaría para que envíen a una patrulla, es mejor así, a que terminen en el hospital.
–Muchos no tenemos donde quedarnos –le aseguré.
–Pero si se quedan aquí será peor.
Seguramente se dio cuenta de mi mal gesto cuando sacó su teléfono y llamó, se dio la vuelta para bajar las escaleras y lo seguí, supongo que era hora de irnos, no entendí bien lo que estaba hablando hasta que estuvimos abajo que cortó la llamada y se acercó a las personas que estaban afuera.
–En cuatrocientos metros al Este hay un centro de acogida para personas sin hogar que los recibirán sin problema, he llamado digan que van de parte de Donna Gorham.
Habían tres mujeres con sus niños, dos parejas de ancianos y una pareja que la mujer estaba embarazada, le agradecieron a Micky, tomaron su mochila y empezaron a caminar.
–Yo también puedo ir con ellos.
–Es tarde, vámonos.
Corrí para alcanzarlo cuando me di cuenta que se iba al camión.
–Hablo en serio, solo tengo que llevarme a Oli.
–Ya le dijiste que lo llevarías a ver los videojuegos.
–Si, bueno, pero lo va a entender.
–Un niño nunca olvida cuando le rompes una promesa.
Abrió la puerta del camión y no tuve otra alternativa más que entrar, Drea se le quedó viendo a Micky y finalmente le hablo cuando él se acomodó en su lugar.
–Llamaste a Donna.
–Llamé a Donna –repitió él.
Ella sonrió y encendió el motor para irnos de ahí, eran bastante… unidos, no lo sé, ellos se entendían.
Veinte minutos después llegamos a un edificio donde se volvió a detener el camión.
–Tres minutos, Micky –le advirtió Drea.
Bajamos y él nos guió por un ascensor, Oli hizo una cara de ilusión al ver el ascensor y yo le pedí que guardará silencio, es que en nuestro edificio no había y solo podíamos usar las escaleras, se abrió al poco tiempo y caminamos para abrir la puerta de su departamento.
–Veo que ser bombero tiene sus ventajas.
–No tantas si lo comparas con arriesgar la vida –debatió.
Eso no se lo iba a negar, era un edificio increíble, tenía piso de madera en el pasillo y buena iluminación, comparado con el edificio donde yo vivía esto era mil veces mejor.
–No te puedo explicar mucho o Drea me dejará aquí –mencionó –. Al fondo hay una habitación libre, una es de mi sobrino Benji y la otra es mía, el baño también está en el pasillo y…
–Tío –se escuchó una vocecita que venía del pequeño pasillo.
–Benji –le habló Micky –. ¿Y tu padre?
–No quiero escucharlo –murmuró el niño, debía tener alrededor de diez años, era mucho más alto de Oli, se parecía mucho a Micky, especialmente por sus ojos color caramelo –. ¿Me puedo quedar aquí?
–Es tu casa –le respondió Micky y luego me miró –. Benji, ellos son Adelaine y Oli, se quedarán aquí está noche, yo debo regresar a trabajar, puedes enseñarles donde se pueden quedar.
–Sí –murmuró el niño moviendo la cabeza.
Micky me vio y se acercó para murmurar.
–Lo siento, su padre bebe mucho y lleva compañía a la casa, es todo un escandalo, no sabía que lo haría esta noche, se supone que Benji no debería estar aquí.
–Soy yo quien no debería estar aqui –le corregí –. Le haremos compañía, lo cuidaré –le aseguré.
Eso pareció tranquilizarlo y luego pareció reaccionar que debía irse.
–Debo irme, Drea…
–Sí, ve, no queremos que te deje.
–Cualquier cosa, pregúntale a Benji, él sabe donde está todo.
–Gracias.
–Benji, cuida a nuestros invitados –le pidió.
–Está bien, tío.
Micky salió de ahí y Benji se nos quedó viendo un momento de silencio.
–Soy Adelaine, pero puedes decirme Della y él es Oliver y puedes decirle Oli.
–¿Eres la novia de mi tío? –preguntó directamente.
–No –contesté –. ¿Él tiene novia?
Ahora me sentía peor, no quería meterlo en problemas, no era normal que una desconocida se quedará en tu casa.
–No lo sé –encogió los hombros –. No me dice esas cosas.
Hubo otro silencio incómodo.
–Me muestras tus videojuegos –pidió Oli –. Micky dijo que tenías unos.
–Oli, no digas eso.
–Aquí están, yo también quiero jugar.
El niño se fue al sofá y Oli lo acompañó, empezó a explicarle, apenas si me dio tiempo de preguntarle sobre la habitación y me señaló el final del pasillo, los dejé ahí y fui a dejar la maleta a la habitación que él me había dicho, todo estaba muy limpio, me dio un poco de pena molestar, podríamos habernos quedado en el sofá, pero los chicos ya estaban ahí, miré la hora y apenas pasaban de las nueve de la noche, Oli se acostaba a las diez, le podía dar un poco de tiempo más solo por ser un día complicado y había dormido algo en el hospital, al regresar a la sala estaban jugando con el televisor encendido, no tengo idea si el chico puede ver videojuegos a está hora, no sabía que hacer, así que fui a la cocina a explorar un poco, habían muy pocas cosas, fruta, queso, leche, jamón y pan, improvise unos sandwiches con el permiso de Benji y se los dí. Benji no paró de decir lo bueno que estaban, no es que hubiera hecho gran cosa, pero al parecer para él había sido demasiado, les pedí que se fueran a dormir casi a las once, Benji me dijo que su tío no vendría hasta mañana temprano porque así eran los turnos, el chico se veía muy independiente y maduro para sus diez años, le agradecí y al final fue a dormir a Oli porque mañana tenía que ir al escuela.