Capítulo 2

1308 Words
Pasamos varias horas en el hospital, primero fuimos a emergencias donde tuvimos que esperar a que la atendieran, Oli y yo nos tuvimos que quedar afuera en la sala de espera cuando al fin la entraron, tuvimos que esperar más tiempo, Oli no quiso dormir por más que le insistí, mi niño estaba preocupado por su abuela, al final salió un hombre con una bata blanca diciendo el nombre de mi madre, ella se quedaría unos días en el hospital porque había aspirado demasiado humo y tenían que vigilar su corazón, le agradecí por la información. –¿Qué es insuficiencia cardíaca? –preguntó Oli. –Significa que a la abuela le tienen que vigilar su corazón –intente explicarle. –¿Está muy enferma? –No –contesté –. Solo serán unos días y pienso que es mejor así –murmuré viendo alrededor, el edificio estaba cerrado y no teníamos donde quedarnos, sólo esté hospital. –¿Por qué? –Bueno, porque nos tenemos que quedar aquí para cuidarla –mentí –. Y ahora ella tiene que estar cómoda. –¿No vamos a casa? –Es mejor saber como sigue –mencioné. No le iba a decir a mi hijo que no teníamos un lugar donde quedarnos, regresamos a la sala de espera, él se recostó en mis piernas y no tardó nada en quedarse dormido, a pesar de la incomodidad seguramente el cansancio podía más, me sentía mal por hacer esto, él merece una cama, un hogar y no estar aquí durmiendo en una silla, hago todo lo que puedo, pero como siempre, es insuficiente, yo soy insuficiente. –Señorita. –Sí –murmuré al ver que la enfermera se acercaba. –¿Pasará al área de emergencia? ¿Está esperando a alguien? –dudó con amabilidad, seguro que quería que me fuera. –Es mi madre –respondí –. Hubo un incendio y ella aspiró demasiado humo, así que estoy aquí por ella. –¿Cuál es el nombre de su madre? Me hizo levantarme para ir con ella al escritorio con una computadora. –Es Verónica Fletcher, tiene cincuenta y tres años. La enfermera guardó silencio un tiempo viendo la computadora. –Aquí dice que ya se le otorgó información a su hija. –Sí, soy yo. –La señora Fletcher, se quedará aquí unos días hasta controlar su corazón y que pueda respirar mejor, se le dificulta por la enfermedad crónica. –Así es. –El horario de visita es a las dos de la tarde y los ni.ños no se aceptan por la zona de peligro que hay de las enfermedades de los adultos. –Ya entiendo, le agradezco. Me despedí y luego fui a ver a Oli que ya se encontraba abarcando dos sillas, no entiendo porque la enfermera quería sacarnos de aquí si precisamente ahora no habían personas en ningún lugar, ojalá se hubiera ido, pero no lo hizo, se quedó en esa jodida silla todo el tiempo, yo pase un rato ahí poniendo cara de que mi hijo estaba durmiendo y no tenía ánimos de levantarlo, hasta que fue demasiado y tuve que levantarlo. –Oli. –Mmmm. –Oli, cariño, debo ir al baño, ven conmigo. No creo que me haya entendido y tampoco que supiera lo que estaba pasando, pero tomé a Oli, me despedí de la enfermera y salí por el pasillo hacía el baño, fue hasta que estuve ahí que Oli se quejó. –Mamá. –Lo siento, cariño, siéntate aquí –le pedí cuando bajé la taza del baño y lo senté en ese lugar. No sabía qué hacer, al menos mamá tenía una cama donde quedarse, no tenía dinero para un hotel y los refugios ya estarían llenos, estoy segura que no tendría nada más, si volvía a la sala de espera, la enfermera me volvería a decir lo mismo, podría fingir que me siento mal y ganar algo de tiempo hasta que amanezca, además, mañana debo presentarme a la oficina, es mi jodido primer día en ese lugar, me mordí las uñas y después de tanto pensar, lo único que se me ocurrió fue volver al edificio, podría volver a nuestro departamento y con mi escasa suerte tal vez no se habría quemado mi ropa y las cosas que necesitamos, podíamos pasar la noche ahí, estaba segura que no era la única persona que no tenía donde quedarse, tal vez algunos vecinos regresaron. Tuve que despertar a mi pequeño de nuevo, bueno, ya no es tan pequeño y no lo puedo cargar porque pesa demasiado o yo soy muy debilucha, aún así lo hice caminar. –¿A dónde vamos? –A casa, vamos a casa. –Está bien. Estábamos saliendo al estacionamiento, tenía dinero para el taxi que estaba guardando para mañana, pero ahora era necesario, ya mañana tomaría el metro, lo que me llevaría más tiempo, pero ahora solo tenía que buscar la forma de encontrar mis cosas. –Hey. No presté mucha atención a que alguien me estaba hablando hasta que se detuvo frente a mí. –Eres tú –me señaló. –Ah –titubeé al ver al bombero de esta tarde –. Y eres tú. –Vine a dejar a unos pacientes, ayudando a los paramédicos con ese trabajo –explicó –. ¿Y tu madre? ¿Se quedó? –Sí, ella se quedará unos días –señalé. –¿Y ustedes? –¿Qué? –¿Dónde se quedan? –dudó. –Ah… –Vamos a casa –habló Oli antes de que yo pudiera ingeniar una respuesta. –¿Al edificio? –cuestionó –. No pueden ir ahí, aún está lleno de humo por el incendio, el monóxido de carbono es una sustancia tóxica que causa daños en las vías respiratorias. –No necesitamos una clase de medicina –lo interrumpí –. Tengo que ir a ver mis cosas y otras cosas que realmente no son de su incumbencia –intenté decirlo tranquila, pero es que él era un desconocido, ni siquiera sabía su nombre. –Así es como tratas a la persona que controlo que tus cosas no terminarán en cenizas. –Es tu deber hacerlo –le reclamé –. Para eso recibes un salario, así que es tu obligación controlar los incendios y lo que hagamos los demás. –Micky –le habló alguien detrás, era una chica de cabello rizado –. ¿Te vas o te quedarás ligando? –¡Oye! No es lo que estoy haciendo –le reclamó. Yo aproveche para empezar a caminar y salir de ahí con Oli, pero él se dio cuenta y cuando pasé por su lado, me tomó del brazo para detenerme. –Tengo un lugar donde se pueden quedar. –¿Realmente crees que me voy a ir con un desconocido? –No soy un desconocido –aclaró –. Soy Micky Trevor y soy bombero. Solté un bufido y seguí caminando, pero está vez uso otra estrategia. –Oye, chico –se inclinó hacía Oli –. ¿Te gustan los videojuegos? –Sí, pero no tenemos dinero para eso. –Yo tengo unos en casa, mi sobrino Benji tiene unos increíbles, ¿quieres ir a verlos? –Mami, yo quiero ir. –Será otro día, cariño. –Es un edificio seguro, yo debo seguir trabajando, no me quedo con frecuencia y mi cuñado vive al lado con mi sobrino, es más seguro que un edificio quemado. –Mamá, ¿podemos ir? Ahora era dos contra uno y Oli solía ser muy insistente cuando quería algo, ya era suficiente con que no tuviera mis cosas y que mi madre estuviera en el hospital para que ahora un desconocido me ponga en este aprieto, creo que me iba a volver loca en este momento.
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