La mañana del tercer día, Sasha se despertó con el zumbido de su teléfono debajo de la almohada. Inmediatamente leyó ansiosamente el nuevo mensaje solo para descubrir que tenía que doblar la lista en un avión de papel y enviarla por la ventana al final del pasillo entre las tres y media y las cuatro en punto. Arlet se estaba volviendo realmente creativo ahora y se preguntaba cómo esperaba él que hiciera eso sin que las otras chicas se preguntaran qué diablos estaba haciendo.
Por alguna razón, su corazón se hundió un poco ante el hecho de que este método significaba que ni siquiera lo vería mientras intercambiaba la lista, y dejó a un lado el pensamiento melancólico, preguntándose por qué debería importarle.
Una mirada al reloj de su teléfono le dijo que ya era más del mediodía. Este nuev
