Su comentario fue seguido instantáneamente por risas y palmadas en la espalda por quienes asumió que eran sus amigos. Por el aspecto de ellos, ni siquiera eran soldados de clase baja, solo matones tontos y ella respondió subiéndose a su poste y volteándose boca abajo, dejando que sus piernas se abrieran en una posición perfecta mientras se sostenía con sus brazos. Ignorando por completo al hombre que le había hecho proposiciones, dobló las piernas hasta que los dedos de los pies de su pierna trasera tocaron la parte posterior de su cabeza, demostrando que su columna era mucho más flexible que la de una mujer promedio. Bajó en espiral por el poste con gracia, manteniendo la posición hasta que se desenrolló en el suelo y comenzó a gatear hacia adelante sobre sus manos y rodillas, luciendo