- Silencio. No discutas con tu capitán- la amonestó mientras la llevaba por el camino corto hacia la estrecha franja de playa. Miró hacia abajo para encontrarla mirándolo con igual preocupación. - Arlet, ¿tienes la mejilla hinchada? Era probable, considerando que solo hablar enviaba fragmentos eléctricos de dolor a través de la mayor parte de su rostro, pero nunca se quejó. - No es nada- dijo, dejándose caer de rodillas y acostándola suavemente en la arena- Solo preocúpate por ti. - Es de cuando te golpeé, ¿no?- ella insistió, levantándose sobre sus manos y tratando de verlo mejor. - Cuídate primero, luego puedes echar un vistazo- dijo con severidad, echándose hacia atrás lo suficiente para estar fuera de su alcance. La oficial dio un suspiro exasperado y comenzó a atender su pierna.