Su tono era severo pero tenía un tono peligroso y se alegró de verlo sacar un pañuelo de seda y fregar su calva mientras comenzaba a sudar nerviosamente. - Pero... - Si discutes conmigo sobre esto, me voy a guardar el dinero, hasta el último ryo y si tienes un problema con eso, puedes irte olvidando que resolveremos tu caso. Dajaku no era un idiota. Sabía muy bien que poner un dedo sobre ella sería imposible para alguien tan débil como él. Ella podía ver que estaba frustrado, pero no dijo más sobre el tema. Estuvo tentada de amenazar con quedarse con todo su dinero de todos modos y distribuirlo entre las chicas solo para que pudieran comprar ropa decente. Era tan injusto que tuvieran que andar con harapos mientras él usaba camisas de seda y anillos llamativos en cada dedo. Sin embargo,