—Esto no puede ser, yo tengo que estar viendo mal —grito cuando veo una y otra vez el anillo en mis manos—. ¡Ahhhh! ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando aquí? Mi voz se escucha chillona, emocionada y casi que muestra el infarto que está por darme. No puede ser posible que Zeus hiciera esto. «Él no se atrevió». No solo llenó el teatro, los pasillos y hasta mi camerino de hermosas rosas, todas las de Las Vegas, probablemente, sino que también incluyó esta sorpresa que logra opacar todo lo demás. Sabía que mencionar a Noah iba a causar una reacción de su parte, pero no a este nivel. Yo sabía que, si actuaba de manera indiferente en cuanto a la distancia, porque me propuse no ser la que diera el segundo paso esta vez, causaría algo, ¡pero no a este nivel de enviarme un anillo! «¿Acaso