«Mierda, ¿qué acabo de hacer?». El ceño fruncido de mi hermana se convierte en una ceja enarcada con sentimiento de santa inquisición. La mirada se vuelve sagaz y mira todo mi rostro, sabe que tiene que buscar algo y mantenerse firme, para que yo caiga por mi propia cuenta. Solo que ahora no puedo hacerlo, no puedo ser débil y mostrarle a Ariel que algo oculto, que ese algo lleva por nombre Zeus y que vuelvo a caer en los encantos de ese hombre de las cavernas con ínfulas de perfección. —Sabes que estás actuando raro y que así solo me das más curiosidad, ¿verdad? —inquiere y pasa por mi lado para entrar del todo a mi camerino. Me trago el resoplido y la sigo, cierro la puerta tras de mí. —No sé de qué hablas —respondo, intento controlar mi respiración agitada y moviéndome hast