Los últimos meses han sido una locura, el tiempo se va como si nada, rápido y demandante.
Mi atención ha estado puesta, sobre todo, en mi cuñada, Siena. Su recuperación y su estado en general fue algo que me tomé muy en serio, porque no soy capaz de olvidar el sonido de esas máquinas cuando casi la perdemos.
He estado en cientos de operaciones, he atendido a más pacientes de los que puedo recordar, he sentido la tensión del tiempo jugando en contra y las pocas probabilidades, la rápida reacción y la responsabilidad de una vida en mis manos; pero nada de eso me había preparado para ver a alguien que quiero en esa mesa, a punto de colapsar para siempre.
Con Eros las cosas siguen estando tensas, él entiende mi postura y no se atreve a cuestionarla. Sabe que no soy un caprichoso y que,
