¿Debería estar agradecido? ¿Feliz de no estar allá? ¿Sonriendo? La verdad, no lo sé ni quiero perder tiempo averiguándolo. Aunque debo admitir que se siente bien estar en mi espacio, en mi zona de confort —así eso solo sea un espejismo—, en la que puedo sentirme en mi espacio seguro. Realmente, sí debería estar agradecido de estar aquí y no en esa ciudad. Las Vegas, se volvió para mí una ciudad a la que no pienso volver jamás. Pasé de estar en el paraíso, a luego ser lanzado de una patada en el infierno. De golpe y sin anestesia. Las Vegas fue un completa tortura para mí, fui rechazado, algo importante me fue arrebatado, pero lo más importante ahora es que, al menos, ya no oigo sus gritos en el pasillo. Sí, al final, sí debería estar agradecido... Los días que estuve allá fueron