Mi madre vacila un poco ante la orden dada, veo el miedo en sus ojos y eso, aunque me vuelve consciente de lo que estoy provocando, no es suficiente para hacerme retractarme. Al final decide acatar, conoce a su esposo y los momentos en que no debe llevarle la contraria, pero antes de salir se le acerca, se pone en puntillas de pies y susurra algo en su oído, pero es algo que no puedo escuchar. No sirve de nada tener mis ojos fijos en ellos, estar pendiente para tratar de entender, no lo logro. Se incorpora y se aleja sin mirar atrás, hasta que sale de la habitación, dejándome a solas con mi padre. El silencio es tenso y cruel. No pasa nada por casi todo un minuto, el duelo es solo de miradas y me cuesta hasta pestañear, para no dejarle ni una oportunidad de avance. Soy yo el que es