Ingreso la clave y en cuanto el sistema de seguridad me permite la entrada, ingreso al pent-house sin perder tiempo. El corazón me sigue latiendo con fuerza, no ha dejado de hacerlo desde que salir de ese lugar. Me tomé unos cuantos minutos dentro del auto antes de venir aquí, juro que no fueron más de veinte. Me estuve debatiendo ahí dentro si debía llamar a Max para llegar a la estación o soltarle de golpe todo lo que hice; como sea, no fueron muchos minutos los que tuve que lidiar con mi crisis existencial, ni mucho menos noté a alguien cerca de mi auto, pero por alguna extraña razón, desde que salí de ese lugar, me siento perseguida, observada desde lejos. Y aún esa extraña sensación permanece en mi cuerpo, mientras me tiro sobre la cama. No tengo ánimos de desmaquillarme, mucho