《Madison iba caminando por el bosque, miró a su lado, él estaba ahí, Albert iba de su mano.
Caminó despacio, hasta que escuchó un crujido, Albert apuntó al suelo, al mirar ella pudo ver en el suelo unas piedrecillas.
Las levantó y miró, eran dientes manchados de sangre. Estaba perpleja al verlo.
Cuando miró a Albert, él tenía una mirada de desasosiego.
—¡Estoy muerto, Maddie! —exclamó》
Madison despertó asustada, miró a Jackson a su lado, él dormía, ella salió de ese auto, miró a todos lados, pensó en lo que había pasado, ahora se sentía culpable.
Jack despertó, bajó del auto, intentó acercarse.
—Maddie...
—¿Qué me hiciste? —exclamó, quiso golpear su rostro, pero él no lo permitió.
Él la miró severo. Sujetando su mano con fuerza
—No te obligué a hacer nada de lo que no quisieras.
Ella soltó su brazo, le dolió más que él no mentía.
Fueron a casa.
Días después.
Cuando volvieron a la escuela, se dio una pelea entre alumnos,
Marc y su amigo Fred peleaban, fueron separados.
Jackson los llevó a ambos a detención.
—¿Qué pasa con ustedes? Suelen ser buenos amigos, ¿Por qué la pelea?
—Él se ha fijado en la chica embarazada, solo he dicho que será padrastro y se ha puesto como un loco —dijo Fred
—¡Tú no sabes lo que Adilene ha pasado! además, ella no está obsesionada conmigo como tú.
Fred y Marc comenzaron a pelear, pero Jack los detuvo.
—Ya basta, son buenos amigos, ¿para qué tanta pelea? ¿De verdad arruinarán su amistad por esto? por prejuicios estúpidos.
Fred y Marc se miraron, ninguno dijo nada.
Marc miró a Fred.
—Yo no apoyé los comentarios tontos, solo me enfadé de que hablaras mal de Adilene, sabes que ella me gusta, que la quiero, por favor, no vuelvas a insultarla, tampoco quiero que dejemos de ser amigos.
Fred bajó la mirada, titubeó, pero al final le dio la mano.
Jackson se alegró de verlos de nuevo siendo buenos amigos, y los dejó salir.
Bridy llegó al colegio, deambuló por la entrada, pero le impidieron entrar.
—¿Qué? ¿Acaso no sabes quien soy? Soy un pajarillo de la jaula de la mera, mera, háblenle a la Chernóbil y díganle que Birdy está aquí.
—¿Chernóbil? —exclamaron los guardias
—Sí, Madison Cruise, alias la Chernóbil.
Los hombres rieron.
—Buen apodo, ¿eh? —ellos la llamaron por radio, y le informaron
—Déjenlo pasar, y que venga de inmediato a la oficina de dirección.
El hombre entró, pero, aunque le dieron la indicación de ir a la oficina de dirección, desvió su camino al ver ese lugar, era como una miniciudad, Birdy que apenas curso unos grados de la escuela, estaba impactado.
Caminó hasta llegar a la cancha de futbol, estaba desierta, los chicos en cambio estaban sentados en el pardo, platicando, grabando videos, sin jugar.
Birdy los maldijo en su mente, no parecían disfrutar de un lugar que a él le parecía el paraíso.
—¿Qué hacen? ¿Eh?
Los chicos lo miraron, susurraron entre sí.
—Es el nuevo profesor de deportes.
—¿Por qué pierden su tiempo con videítos de internet? ¡maldición! Tienen una cancha de futbol, ¿saben cuantos niños quisieran tenerla? j***r, ¡lleven su trasero hasta la cancha! Jugaremos un partido.
El hombre tomó un balón, los chicos lo siguieron y pronto armó un partido.
Jackson que deambulaba por el lugar, seguía muy de cerca a Marc y Fred, cuidando que ninguno fuera a pelear.
Escucharon la algarabía de la cancha, parecía que estaban jugando futbol muy animados, incluso las chicas estaban reunidos viendo tal partido.
—¡Vaya! Tenemos nuevo profesor de deportes, se ve genial el partido ¡Unámonos! —dijo Marc, Fred sonrió, asintió y fueorn juntos.
Apenas pidieron unirse, Bridy dijo que sí, les asignó un lugar, pero uno de los chicos miró a Fred.
—¿Se aceptan jotitos en nuestro partido, profesor?
Fred le miró con rabia, Bridy puso ojos severos en el chico.
—Pues, claro, aquí no se discrimina a nadie, pero si quieres ser discriminado puedes irte, si quieres.
Los chicos se rieron de la respuesta, y Fred se burló del chico que lo ofendió.
—Mira, jovencito, aquí no se permite ningún tipo de discriminación, para mí el chico que es capaz de burlarse de alguien por cualquier condición, situación, vulnerabilidad o diferencia, es un jotito, un cobarde, que no merece respeto, tú verás si quieres serlo.
—No, profesor, no vuelve a suceder.
—Bien, ahora, a jugar, demuestra que puedes ganar, es lo único que importa.
Fred miró con reto al chico, y siguieron jugando.
Madison estaba hablando con Adeline en la oficina.
—Mi madre no quiere que aborte, la señorita Sabrina me ha dicho que tengo derecho a hacerlo si no quiero tenerlo, pero, no sé que es lo quiero, señorita Cruise, todas las noches, pienso en eso, a veces, solo quisiera que fuera una pesadilla, despertar y volver al pasado.
Madison tomó su mano, lamentaba que ella pasara por esto.
—Lo sé, pero eso no va a pasar, Adeline, esta es la realidad, es tu cuerpo, eres tú quien decide si tener al bebé o no hacerlo, cualquiera que sea esa decisión, te afectará, pero, estaré aquí, igual que tu madre, y mucha gente que te quiere, apoyándote.
Adilene tocó su vientre.
—Tengo miedo de no ser una buena madre, de no amarlo, también tengo miedo del castigo divino por esto, ¿Usted cree en Dios?
Madison la miró perpleja, no esperaba esa respuesta, ella misma dejó de creer en Dios tras la muerte de Berti
—Bueno, lo importante es lo que crees tú, Adilene, lo único que puedo decirte, es que, te voy a apoyar en cualquier decisión.
—Tengo miedo de que, mi bebé me escuche, no lo sé, estoy asustada, supongo que, no podría arrancarlo de mí, no tendría corazón para vivir con eso en mi conciencia, lo tendré, pero, no sé si soportaré las burlas.
Madison la miró con dulzura, y compasión.
—Te diré algo, la gente siempre hablará, dirá algo malo o bueno, pero siempre tendrán algo que decir, al final, distinguirás a la gente feliz, de la infeliz, la gente que está satisfecha y vale la pena, no anda destruyendo a otros con opiniones horribles, solo la gente que está frustrada es capaz de ir a criticar otra vida que no sea la suya. Así que, si ellos te juzgan, ignóralos, compadécelos, debe ser muy horrible su vida para que quieran meterse en una ajena.
Adilene sonrió, la abrazó.
—No es tan dura como todos creen, señorita Cruise, es buena.
Jackson entró y escuchó lo último que dijo Adilene.
—Profesor Jackson, discúlpeme por todo.
Jack sonrió.
—No te disculpes conmigo, todo el tiempo, yo ya lo olvidé, me alegro de verte feliz.
Adilene salió de ahí.
—¿Y Birdy?
—Bueno, no me lo vas a creer.
De camino a casa, Madison escuchó ls suplicas de Bridy.
—¡Por favor! ¡Por favor! ¿Sí?
—¡No!
—¿Por qué? Soy bueno en todos los deportes, ¿entonces? ¿sí?
—¡No!
—Por favor, por favor, por favor, si quieres te ayudo a fastidiar a Jackson, para que te sigas vengando de él.
Jackson le miró por el espejo retrovisor mientras conducía
—Estoy aquí, Birdy.
—¡Cállate! Entones, ¿sí? Por favor, Chernóbil, seré tus ojos y oídos.
—¡No tendré a un exconvicto como profesor!
—Ah, pero si tuviste a un psicópata.
Madison le miró con rabia, Jackson luchó por no reír.
—Por favor, al menos no como profesor, ¡Como suplente! Anda, puedes ponerme a alguien a que me revise, ¡Por favor! Ándale, acepta, llegaré puntual, barreré la escuela al finalizar, ¡Por favor!
Madison volteó los ojos con fastidio.
—Suplente con la mitad de sueldo, y tendrás a un practicante que vigile tu trabajo.
Bridy lanzó un grito de felicidad que casi hace que Jack suelte el volante.
—¡Es mi primer trabajo! Estoy emocionado, deberían invitarme a comer, ¿No lo creen?
—No —espetaron los dos al unísono.
Al día siguiente.
Sabrina esperó a Jackson, cuando lo vio solo, tomó su mano y lo llevó a un lado.
Ella se acercó a él.
—Jackson, ¿Por qué no me volviste a hablar? ¿Acaso Madison te amenazó? Sé que ella es muy territorial, parece que le recuerdas a su novio.
Jack se quedó perplejo.
—¿Yo?
—Supongo que Madison está lista para olvidar el recuerdo de Albert y volver a amar —Sabrina se sintió desolada ante la idea de que pudiera elegir a Jackson.
Mientras tanto él pensó en Maddie, y en ese auto.
Sintió la mano de Sabrina sobre su rostro.
—¿Y si te invito a salir hoy? Cenemos en mi casa está noche, ¿Qué te parece? —Sabrina parecía urgida, ella misma sabía que Jack no era indiferente a Madison y pensó que podría ser su ultima oportunidad de conquistar al guao hombre.
Él titubeó, iba a negarse.
—¿Qué sucede? ¿Acaso no deberías estar revisando la asistencia de profesores, Sabrina?