Los ojos de Jackson se abrieron incrédulos.
—¿Qué haces aquí?
—¿Qué pasa? ¿Acaso este lugar está prohibido para mí? ¡Ay, hola, querida Sabrina!
Ella le miró impactada, la sonrisa se le apagó.
—Nunca pensé verte aquí, Madison —dijo Sabrina con antipatía.
—¿Por qué? Solo quise venir y distraerme, siempre dices que debo hacerlo, bueno quise venir.
Jack tenía las mejillas enrojecidas, miró a Birdy que estaba al borde de la risa.
—Deja te presento a mi acompañante él es… Birdy, un pajarillo revolotero, un amigo.
—¿Amigo?
Madison le miró, y sonrió.
—Bueno, uno nunca sabe que depare el destino.
Birdy le miró con cara de susto, y negó, viendo a Jackson, que no dijo nada.
—Bueno, sigan bailando, amo verlos bailar, diviértanse.
Jackson resopló, la vio bailar con Birdy, no podía quitar la mirada de ella, Sabrina sintió una punzada en su interior que le decía que algo estaba mal.
—Si quieres nos vamos a un lugar más privado.
—¿Qué? No para nada, aquí estoy bien —dijo Jack.
Birdy y Madison bailaban, él le dijo,
—¿Qué haces Chernóbil? Si planeas darle celos a Jackson conmigo, créeme que no lo lograrás, yo nunca traicionaría a mi hermano.
—¿Qué? ¿Darle celos a ese perdedor? Primero tendría que importarme, no me importa nada, solo estoy aquí para no dejarlo ser feliz, y, además, jamás elegiría a un tonto como tú.
—¡Ay, sí, como no! Pero, bien que me echaste ojos pispiretos.
—Pispi.. ¿Qué? ¡Olvídalo, Birdy! Pero, en lugar de estar aquí perdiendo su tiempo, tu amiguito debería estar… pensando en todo lo mal que ha hecho…
Birdy rio.
—Tú estás celosa, porque Jack te gusta, quieras o no reconocerlo.
—Eso es mentira —sentenció con la mirada severa
Birdy sonrió.
—¿Y si te dijera que Jackson no fue quien conducía la noche del accidente de tu novio?
Madison se detuvo, se puso pálida, le miró con grandes ojos.
—¿Qué dices? ¿Qué es lo que sabes?
—Bueno, mira, confirmado no lo tengo, porque ese hombrecito es una cara dura que quiere ser un mártir, pero, sé que él no fue quien condujo el auto y mató a tu novio, estoy seguro, él es inocente, Madison, y tú, has destrozado a alguien que no es malo, dime, ¿Cómo te sientes ahora con tu conciencia, Chernóbil?
Madison estaba angustiada, dejó a Birdy ahí, sin decir nada, y fue hasta Jackson, Birdy no esperaba que hiciera eso, los miró para ver que ocurría.
Madison cruzó toda la pista hasta llegar a ellos.
—Perdonen la interrupción, Jackson debemos hablar, ahora.
—Puede ser después.
—¡Ahora! —sentenció y caminó.
Jack miró a Sabrina, incómodo, pero se levantó y la siguió.
Sabrina estaba enfurecida.
Madison lo dirigió hasta un pasillo donde Sabrina no pudiera verlos más.
—¿Qué pasa? Madison, estoy en una cita.
Los ojos de Madison se engrandecieron al escucharlo.
—¿Cita romántica? ¿Acaso alguien olvidó que es casado?
Fue el turno de Jackson de quedar perplejo, ella estaba encogida de hombros, recargada contra la pared.
—¿De verdad? ¿llamas a esto un matrimonio? Es raro, yo que sepa, ni siquiera he podido estar un poco cerca de mi esposa sin que ella quiera matarme, o pensar en torturarme con su sarcasmo y crueldad.
—Cállate —dijo ella con ojos severos, Jack quiso gritar de furia, se quedó callado—. Dime una cosa, solo responde, ¿tú conducías el auto? —exclamó
Jackson la miró con duda.
—¿De qué hablas? —preguntó, pero tuvo un miedo en su interior
—¡Di la verdad! ¿Conducías el auto el día de la muerte de Albert? —ella lo tomó del cuello de la camisa, hizo que se acercara a su rostro—. ¿Conducías el auto o no? ¿acaso mentiste y salvaste a tu hermano? ¡Responde!
Jackson miró el rostro de Madison, sintió nervios, tragó saliva, observó sus labios, y lo hermosa que era, deseó besarla, pensó en decir la verdad, ¿Qué pasaría? ¿lo odiaría de todos modos por mentir? ¿lo comprendería? Pero ¿y su hermano? Él tenía una hija, una esposa, perdería todo, nunca tuvo nada, una punzada de culpa ardió en su interior.
—¿Por qué me lo preguntas? Tú sabes la verdad, ¿no pagué ya por mí error?
Madison lo empujó con fuerzas. Y abofeteó su rostro.
—¡Te odio! —exclamó, las lágrimas corrieron por su rostro, y ella se fue.
Jackson escuchó una carcajada al fondo de un hombre que se levantó y se acercó.
—Hermano, es demasiada mujer para ti, necesita un domador de fieras, déjala para mí.
Jackson lo empujó con violencia.
—¡Si la tocas te mato! —bramó como una fiera herida
El hombre le miró con temor, solo rio, pero lo siguió con la mirada.
Madison caminó a la barra, miró al barman.
—Un Martini doble.
Ella tomó el trago, lo bebió con rapidez, observaba a Jack, que la miraba desde lejos.
Al volver a la mesa, Sabrina estaba molesta.
—Vámonos Jack, estoy aburrida, te invito a mi casa.
Jack se giró a mirar a Madison, no quería ir con Sabrina menos dejar ahí a Madison sola.
—No creo que sea buena idea, mira, estamos conociéndonos, tú me agradas, pero…
Sabrina besó los labios de Jackson, sin previo aviso.
Madison los vio de lejos, sintió un golpe en el corazón.
De pronto, sintió que un hombre tomó su brazo, levantándola de su silla.
—Ven conmigo, preciosa, nos vamos a divertir.
Madison sintió rabia de que quisieran decirle que hacer, se liberó del agarre, y empujó al hombre.
—¡Déjame en paz! —gritó
El hombre, que era el mismo que antes dijo tonterías ante Jackson, se enfureció.
—A mí ninguna perra me rezonga —sentenció, y le dio una fuerte bofetada que la tiró al suelo.