Capítulo Dieciséis: ¿Quién es el padre de tu bebé, Adilene?

1530 Words
La afanadora estaba trémula, caminó hasta encontrar al preceptor, no tuvo que ir muy lejos pues Dante Smith solía estar por los jardines, vigilando la conducta del alumnado, aún en el receso. —No sé ni como decirlo, señor Dante… —Diga lo que sea, señora Ruth, en realidad, me está asustado. La mujer se acercó para murmurar. —Escuché a unas alumnas en el cuarto de baño, una de ellas dijo que creía estar embarazada. Los ojos de Dante se abrieron enormes, tuvo un miedo en su interior. —¡¿Qué?! ¡Por Dios! ¡Dígame de quien se trata! —No me haga decir nada más, no sé que hacer, iba a decirle a la señorita directora, pero… —¡No! Madison se moriría por algo así, este lugar es todo lo que ella tiene en su vida, si lo pierde, moriría de tristeza. Sabrina se acercó y vio a Dante tan tenso. —¿Qué es lo que pasa? —¡Una tragedia, señorita Coleman! —¿Qué? —Hay una alumna embarazada en el colegio —dijo Dante en voz baja —¡Embarazada! —exclamó Sabrina —¡Cállate, si alguien se entera podría ser el fin del Colegio Ziegler! —exclamó Sabrina se quedó sin aliento. Fueron a la oficina de Coordinación académica con Sabrina, la afanadora se negaba a hablar, pero ellos insistían. —Señora Ruth, ¡Se lo suplicamos, díganos, usted tiene a su hijo aquí! Piense que cualquier escandalo sería un golpe contra el Colegio Ziegler, contra la educación de su hijo. La mujer se puso muy nerviosa —Está bien, la alumna es Adilene de último año. Los ojos de Sabrina y Dante se miraron impactados. —No la van a expulsar, ¿Verdad? ¡Pobre chica, ni siquiera sabemos que fue lo que le ocurrió! —No se angustie, gracias, señora Ruth y le pedimos silencio, nadie más debe saberlo, ni siquiera su hijo. La mujer asintió y salió de ahí. —¿Y ahora qué? ¿Le diremos a Madison? —¡No, debemos saberlo todo! Madison se volverá loca, primero querrá hacer lo que sea, se ha vuelto dura con el tiempo, pero luego se sentirá muy culpable, lo sabes, desde que murieron Sarah y Albert ella cambió tanto, que apenas la reconocemos. Dante asintió. —¿Y qué haremos? —Traeré a Adilene, deberá decirnos si el padre de su hijo es uno de nuestros alumnos, o tal vez es alguien fuera del colegio. Dante asintió. Adilene llegó a la oficina nerviosa, se sentó en la silla, pensó si había hecho algo malo, pero no lo sabía. —¿Que sucede? No hice nada malo, ¿Verdad? —Déjanos solas, Dante. Dante salió, Sabrina la miró. —Adilene, te preguntaré algo y debes responder con la verdad. La chica asintió. —Sí, dígame, señorita Coleman. —¿Estás embarazada? Adilene se puso de pie, estaba muy asustada, sus ojos la miraron llorosos. —Yo… no lo sé… Sabrina sintió unos nervios incontenibles, luego se conmovió, abrazó a la chica al verla tan mal. —¿Quieres hacer una prueba de embarazo? —¡Tengo mucho miedo! Hace unas dos semanas debió llegar mi menstruación, pero no, lo he ocultado de mamá, ¡Ya no sé qué hacer! —Tranquila, vamos a hacer la prueba, quizas solo sean nervios, es usual que pase cuando estamos asustadas o con estrés. Adilene asintió. Sabrina pidió que la joven esperara, mientras ella envió a Dante a la farmacia fuera del plantel. Madison entró a la oficina, era casi la hora de salida, cuando observó a Adilene ahí. —¿Sucede algo? ¿Te has portado mal, Adilene? —Yo… —No, estamos con un tema de la beca, es todo. —Bien, nos vemos mañana, descansen. Madison salió, miró a Jackson que comenzaba su apoyo como afanador. —Señorita Madison. Ella sonrió al ver al señor Ernest Saint. —¿Cómo está señor Saint? —Bien, vine a recoger a mi hijo, y quise saludarla, siempre tan hermosa, ¿Cuándo encontrarás a un hombre bueno con quien casarse? Madison borró sonrisa. —Nunca, usted ya sabe, solo Albert está en mi vida. Ernest borró su sonrisa esta vez. —Madison, sabes que quise mucho a Berti, pero él ahora está muerto, la vida continúa los años pasan, debes avanzar, sobre todo siendo tan joven y hermosa. Ella sonrió, Jackson la vio, no dijo nada, pero cuando Ernest se fue con su hijo Marc. Jackson caminó hacia ella. —¿Y qué? ¿Por qué ese sonrojo? —¿Sonrojo? 1Sí, tanta risita y mucha platica con ese hombre, ¿Qué? ¿Es su noviecito? Ella le miró con ojos severos. —¡Quien te crees para decirme nada! —exclamó Madison, él la miró con rabia —¡Tú esposo! Nada más eso me creo, fíjate. Ella le miró con ojos severos, y luego rio. —Tú eres nadie, solo me casé contigo para tenerte bajo control, porque el día que te vayas, te acusaré de un crimen y te enviaré a prisión. —Ah, ¿Sí? Pues ya veremos. —Intenta irte y verás —sentenció Él rodó sus ojos, luego ella se alejó, fue hasta el estacionamiento, pero justo cuando iba a subir a su auto él la detuvo y le quitó las llaves. —¡¿Qué crees que haces?! —Manejaré para ir a casa. —Tú no irás, tienes mucho que limpiar, esclavo. Él la miró con ojos severos. —No, a partir de hoy no seré un esclavo más, y cobraré mi sueldo, ahora súbete al auto o te dejo y te irás caminando. —¡Loco! Él la cargó al hombro con una sola mano, sorprendiéndola, al subió al auto de copiloto y todavía le puso el cinturón, que batalló en poner estaban tan cerca, mientras ella tenía ojos perplejos. —Me gusta el olor de tu perfume, ¿Cuál es? —¿Quieres comprarlo para tu futura amante? ¡En tus sueños le comprarías un perfume tan caro! Él sonrió. Estaba tan cerca, pero se alejó, cerró la puerta y subió al auto del conductor. —¡Pagarás esto caro, Jackson! Te lo juro, además, solo me subí porque tampoco tenía ganas de manejar, me gusta tener un chofer, aunque eres inepto. Él la miró y sonrió. —¿Siempre eres así o solo conmigo? Ella lo miró. —Solo contigo —dijo levantando la barbilla, mientras él encendía el auto y salía del estacionamiento. —Maravilloso, así me gusta, ser el exclusivo. Ella lo miró furiosa, arrugó la nariz, mientras él sonrió divertido. Luego encendió la radio. Cuando Dante llegó con la prueba, Sabrina llevó a Adilene al cuarto de baño del edificio administrativo. Le explicó lo que debía hacer, la chica obedeció. Al cabo de unos minutos, ella salió llevando la prueba. Sabrina la tomó, pronto miró el resultado. —¿Señorita Coleman? Sabrina sintió un miedo en su interior, la miró. —Adilene, estás embarazada. Adilene abrió ojso enormes, las lágrimas cayeron por su rostro, sollozó. —¡No! ¡No puede ser! —Dime, por favor, ¿Quién es el padre de tu bebé? ¿Es tu novio? ¿O…? Adilene bajó la mirada, de pronto algunos recuerdos de esa noche vinieron a su mente, ella negó. —¡No! No lo puedo decir. —¡Adilene! Ella salió corriendo, se encontró con Blake a uno pasos de ella, la mirada de ese hombre era tan lascivia que ella sintió repulsión, corrió alejándose a toda prisa. Adilene se encontró con Faith en la salida. —¿Qué pasó? Adilene no pudo más, se echó a llorar. —Estoy… —¿Estás embarazada? Ella asintió —¡Ay, no, Adilene, ahora si lo arruinaste! ¿Qué harás? ¿Quién es el papá de ese bebé? ¡Di la verdad! Tú ni novio tienes, ¿Acaso me ocultas cosas? Adilene no dejaba de llorar. —¡¿De quien es ese bebé, Adilene?! —exclamó Marc Ella se levantó asustada —¡Marc! 1Pensé que serías una niña diferente, que equivocado estaba —¡Tú no entiendes! Además, no estaría contigo, tú tienes novia. —¡La dejé por ti! Las chicas se quedaron boquiabiertas. Adilene se echó a correr a toda prisa hasta su casa. —¿De quien es ese bebé? Dilo, Faith, es tu mejor amiga, tú lo sabes. —¡No! Adilene nunca ha dicho que le guste alguien solo... —¿Solo qué? ¡Habla! —exclamó Marc —Solo el señor Lusiak… —Faith pensó y luego se quedó perpleja—. ¿Recuerdas la fiesta de Santa Clara? Marc asintió —¿Por qué dices eso? —Recuerda quien trajo a Adilene. Los ojos de Marc se abrieron enormes —¡Fue el profesor Jackson! Dices que el señor Lusiak, ¡Es el padre del hijo de Adilene! Marc corrió tan rápido, pronto alcanzó a Adilene, la tomó del brazo. —Dime, ¡El señor Lusiak es el padre de tu bebé! Adilene le miró atormentada Faith llegó detrás, exhausta y cansada
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