Capítulo Diecisiete: ¿De verdad crees que soy tan malo?

1475 Words
Cuando Adeline llegó a casa, su madre estaba sentada en la sala, se asombró de verla ahí. —¿Madre? Ella se levantó, la miró con ojos feroces. —¡¿Por qué no te ha venido la menstruación?! La joven retrocedió un paso a la vez, se sintió temblorosa, —Porque… no sé, me he vuelto irregular. —¡¿Irregular?! ¡Y una mierda! No soy una tonta, Adeline, ¿Acaso crees que nací ayer? Te tuve dos años más grande que tú, ¡Así que dime! ¿Estás embarazada? Adeline la miró con terror, se quedó boquiabierta, tragó saliva, balbuceo. —¡Habla, maldita sea! ¡Habla, ahora mismo! Dime, pequeña idiota ¡Estás embarazada! —gritó con furia y rabia, se acercó y empujó a la chica, gritándole al mismo tiempo, acorralándola, Adilene sintió que explotaría por la presión, como una olla exprés. —¡Sí, estoy embarazada! Los ojos de su madre se abrieron tan grandes que casi salían de sus cuencas, impactada por sus palabras, abofeteó su rostro tan fuerte. —¡Eres una estúpida! Ella sollozó, sintió que su madre la tomaba con fuerza de los cabellos. —¡¿Quién es el padre?! Dime, ¡¿Es uno de los compañeros de clase?! Maldita sea, dime que no es un vago del pueblo, ¡Habla! —¡Es… un profesor! La madre soltó su cabello, se quedó congelada. —¡¿Qué has dicho…?! —Yo lo amo… él ¡Va a responder por su hijo, se casará conmigo, tendré una familia, no debes preocuparte! La madre dio un paso atrás, atormentada. Al día siguiente. Madison estaba en su oficina, cuando la secretaria le informó que había una persona buscándola. —Es la madre de Adeline de último año, quiere hablar con usted, la verdad, la mujer está muy enojada y desesperada, la niña está llorando. Madison alzó la mirada, con duda. Llamó a Sabrina. —¿Qué sucede con Adeline? ¿Hay algo mal con esa alumna? —¡Oh, Madison! ¿Por qué lo preguntas? —Ella y su madre están afuera de mi oficina. —Espera, te lo diré todo, iré en un segundo. Madison colgó la llamada, —Haz pasar ya mismo a la madre. La madre entró a la oficina, Madison la esperaba de pie le tendió la mano, pero la mujer la dejó colgante. —¡¿Qué clase de colegio es este?! —exclamó enfurecida. Madison al miró confusa. —¿De que habla, señora? Explíquese —dijo bajando la mano. La puerta se abrió y Sabrina entró. —Madison, escúchame un momento, mire, señora. —¡Mi hija está embarazada! ¡Fue embarazada por un profesor de su colegio! Los ojos de Madison se abrieron, se quedó perpleja, mientras Sabrina casi gritaba de estupro. —¡¿Qué dices?! —¿Quién, señora? Hable ahora, porque lo que dice es un delito, ¡Uno muy grave! ningún profesor del colegio Ziegler se atrevería. —Pues sí, el profesor Jackson Lusiak sedujo y enamoró a mi hija, la embarazo, ahora debe pagar lo que hizo, quiero que se case con ella. Madison se puso pálida como hoja de papel, al borde de un ataque. —¡¿Jackson Lusiak?! —exclamó con voz casi débil —¡¿Eso lo dijo Adeline?! ¡Es imposible! Es que el señor Lusiak se ve tan educado, tan caballeroso y decente, incapaz de algo… ¡Tan bajo! —exclamó Sabrina impactada —Pues sí, lo hizo, mi hija lo dijo, él tiene que pagar, señorita directora, quiero que se case con mi hija, debe obligarlo, ¡Mi hija no será ninguna madre soltera, tampoco abortará a una criatura inocente! Madison dio un traspié, se mareó y casi caía al suelo, pero las mujeres la sostuvieron. —Tranquila, señorita, podemos arreglarlo, mi hija no fue abusada, solo fue, engañada, puedo pasarlo por alto siempre que él repare el daño y se case con ella. —¿Casarse? ¡Está escuchándose? Adeline solo tiene dieciséis años, ¿Habla de boda como si fuera algo normal? Es un delito, una violación, ¡Ese monstruo! —Madison sintió que le faltaba el aliento, que las lágrimas luchaban por derramarse y las aferraba a su pecho, sentía que se volvía loca y era dolor, odiaba sentirse así. Salió tan rápido, y sintió que era un autómata. —¡Dios mío, le ha afectado mucho! —¿Por qué? —El colegio es su vida, señora, un hecho así le duele más, que a nadie. La mujer se encogió de hombros y tomó asiento. Cuando Adeline vio salir a Madison quiso alcanzarla, pero no pudo hacerlo, porque la mujer iba muy rápido. Faith fue quien la encontró. —¡Amiga! Vine a buscarte, me dijeron que te vieron, ¿Qué pasa? —Mamá vino a exigirle al señor Lusiak que se case conmigo. Los ojos de Faith se abrieron enormes. —Adeline, mira mis ojos —ella la miró—. Estás mintiendo, ¿Verdad? El señor Lusiak no te voltea a ver, nunca ha sido irrespetuoso, y perdóname, pero ¿Por qué se fijaría en ti? Hay chicas que son populares como Nancy o Martha, así que, mejor dime la verdad, dímelo. —¡Es verdad! —¡Mientes! Estás loca si piensas que la señorita directora te dejará casarte con el señor Lusiak, ella está loca, ¿Sabes que hará? Mínimo lo enviará a prisión, porque lo que hizo se llama abuso de menor, ella no se quedará quieta, si él no fue, enviarás a un inocente a prisión. Las lágrimas rodaron por el rostro de Adeline. —¿Estás mintiendo? —insistió Faith —¡Es que yo lo amo, pero no quiero que le hagan daño…! —¿Quién es el papá de tu bebé? —No puedo decirlo… ¡Tengo miedo! Faith la abrazó con fuerzas al sentir su temor. Madison pisaba fuerte, parecía una serpiente que buscaba exactamente a su presa, encontró a Marc —¿Dónde está Jackson Lusiak? —¡El degenerado, está aún en el aula! Madison escuchó sus palabras, pero no dijo nada, fue hasta el aula, miró a los alumnos aún ahí. —¡Fuera todos, ya! —exclamó chasqueando los dedos, los chicos salieron a toda prisa, ella cerró la puerta, se acercó a él, Jackson se levantó, al mirar el rostro de la mujer sintió que de nuevo había un problema, y que la terminaría por pasar mal. —¡Ahora que hice?! Sintió como ella lo tomó del cuello de la camisa, estaba harto de todo eso, él tiró de sus manos y la sostuvo, esta vez con tal fuerza, que ella no pudo defenderse, era inútil, no podía —¡Suéltame! —gruñó con rabia —¿Ahora que tienes en mi contra? —¿Abusaste de una estudiante? ¡Enfermo! ¿La embarazaste? —los ojos de Madison estaban repletos de lágrimas casi por desbordar Los ojos de Jackson se abrieron asustados, sintió que se quedó sin aliento, mirándola. —¡Nunca! Yo no hice eso, ¿De que demonios hablas? Ella se liberó de su agarre al sentirlo tan débil. —¡Ella dice lo contrario! Si lo hiciste, ¡Volverás a prisión, te hundiré ahí! Jackson dio un paso atrás casi golpeando con el pizarrón. —¡No…! —balbuceó, sus pupilas se dilataron de miedo—. Yo no lo hice, lo juro, nunca he tocado a ninguna niña, ¡Nunca lo haría! Ni siquiera he estado con ninguna mujer desde que estuve en prisión y hasta ahora… ÉL se avergonzó al decirlo. —Ella dice que tú eres el padre del hijo que espera. —¿De quien hablas? ¡Es imposible! Una prueba de ADN lo descartará todo. —Adeline Wathman dice que tú y ella… voy a llamar a la policía, es el deber ser. Ella intentó alejarse, pero él la detuvo, la acorraló contra la pared, y se acercó a ella tanto, que pudo sentir su cálido aliento. —¡Por favor! créeme, una maldita vez, sé que… no tengo valor para ti, pero soy inocente, no hice nada malo, no la lastimé, mírame —ella no quería verlo, sus ojos estaban ya llorosos, él acunó su rostro, obligando a que lo mirara, él estaba desesperado—. ¿De verdad crees que soy tan malo? ¿Qué violaría a una niña? Ella miró sus ojos azules, sintió que era imposible, lloró aun más, él unió su frente con la suya, no pudo soportarlo más, la besó. Adilene y Faith abrieron la puerta y los miraron. Madison y Jackson se alejaron de prisa, Adilene se acercó, sus ojos lloraron. —¡No! Porque me hace esto, yo lo amo. Adilene cayó al suelo, se había desmayado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD