Capítulo Cuatro: Bienvenido a casa, querido esposo

1018 Words
A la mañana siguiente, Jackson despertó, notó que Birdy ya estaba despierto y vestido. Él fue al lavarse los dientes y el rostro, luego fue a las duchas, siempre despertaba antes y daba dinero a los carceleros para ducharse solo. Volvió listo. —Vístete con tus ropas normales, Birdy, nos vamos de aquí. El hombre frunció el ceño confuso. —¿Qué disparate dices? —Lo que oyes, no te quedarás aquí, irás conmigo, firmé por tu libertad. Los ojos de Birdy brillaron mucho, eran de un color tan oscuro, como el carbón, sus cejas se levantaron desapareciendo tras su flequillo, luego hundió la mirada. —¿De verdad has hecho eso por mí? Jack sonrió. —Ya no eres más mi amigo, eres mi hermano, mi única familia en este mundo. Birdy sonrió, le dio un gran abrazo inesperado, luego lo soltó. —Nadie hizo nunca nada por mí. —¡Venga, Birdy! No somos sentimentales, debemos irnos, antes de que al director le dé por darnos una despedida de las que acostumbra. Birdy asintió, se visitó enseguida, un carcelero se acercó. —Jack y Birdy, ¡Malditos hijos de puta! ¡Salen libres hoy! Los hombres sonrieron se dieron la mano, felices, el hombre abrió las rejas, caminaron por los pasillos, el resto de los presos gritaban desde sus jaulas, eran como animales en un zoológico, alborotadores y gritones. Ellos no estaban dispuestos a mirar atrás, estaban por salir, cuando fueron detenidos. Thunder y sus amigos venían a ellos. —¡No se irán sin una cálida despedida! Jackson caminó hacia él con furia. La puerta se abrió, y los guardias reaccionaron llevándose a los enemigos. —Salgan, ahora mismo, llegó el alcalde. Jackson miró al hombre de reojo, luego salió de ahí, abrieron la puerta, sintieron la luz del día calar en sus ojos. —¡Siete años sin ver la luz del día a esta hora! ¡j***r! ¿Quién dijo que el amanecer no era bonito? Bueno, la libertad es ahora mi mejor tesoro —dijo Birdy Jack no dijo nada, sonrió con melancolía. El chofer estaba ahí tal cual lo dijo el abogado. —Vamos al auto. Birdy lo miró extrañado. —¿En qué menudo lío te metiste, hermano? Subieron al auto, Jack contó todo al hombre. Birdy tenía ojos como platos. —¡No puede ser! ¡Eres un lunático! Dices que una mujer te liberó para que fueras su esposo, y te ofreció también mi libertad para que aceptaras, ¿Acaso no ves el peligro? ¿Quién es esa mujer? ¿Qué quiere de ti? En el mejor de los casos podría ser una anciana caliente que quiere sexo salvaje de Jackson Lusiak, en ese caso, está bien, te sacrificarás, hermano, mira que no has tenido sexo en ¡¿Siete años?! Si yo fuera la anciana, estaría asustada, porque un tipo sin sexo tanto tiempo, puede ser peligroso. Jackson esbozó una risita burlona, Bridy miró con recelo al conductor y exclamó. «¡Conduzca!» como si fuera un patrón. —Lo único que me importa es que somos libres. —¿Y si es una maniática que quiere matarnos? ¿O una vampira que chupa nuestra sangre? Si chupara otra cosa lo valgo, pero ¿La sangre? Hermano, ¡Eso asqueroso! Jack volvió a reír. —Ya cállate, Birdy, esto es mejor que la cárcel. Birdy lanzó un suspiro, se acomodó en el asiento, pensó que Jackson tenía mucha razón. Antes de llegar, vieron el colegio. —¿Quiénes estudian ahí? ¿Los hijos del presidente? ¡Qué lujo! Diez minutos después el auto se detuvo. Los hombres abrieron la puerta, bajaron del auto, y observaron la propiedad, los ojos de Birdy miraron impactados. —¡Mamma mia! ¡Estamos en la casa de una reina! —exclamó—. ¡Qué se muera pronto la viejita! Imagina la cantidad de putas que traeríamos a pasar la noche. —¡Cállate! —exclamó Jack renegando. Un hombre se acercó a ellos. —Mi nombre es Peter, soy el mayordomo, bienvenido, señor Lusiak, sígame. Ellos siguieron al hombre, al entrar observaron más lujo, todo inmaculado, cuadros con marcos de oro, muebles elegantes, limpio, perfecto. El hombre los llevó hasta una habitación al fondo, abrió la puerta y les pidió entrar. Al hacerlo notaron que ese lugar era diferente al resto de la casa, era más bien un lugar humilde, pequeño y amaderado, con dos camas en una litera, apenas iluminado. —El cuarto de baño está afuera, dormirán aquí. —¡¿Aquí?! —exclamó Birdy casi chillando de rabia por ver tanto lujo, y una habitación mediocre. Jack le hizo un gesto para que se callara. —Gracias. —Señor Lusiak, la señora Cruise quiere verlo ahora mismo. —¿Ahora mismo…? —su voz tembló nervioso El mayordomo asintió. Jack y Birdy se miraron dudosos, pero Jack accedió, siguiendo al hombre. Birdy le hizo una señal de cruz cuando se fue, y le deseó buena suerte. Subieron la escalera, el hombre tocó una puerta, y abrió la habitación. —Entre. Jackson lo hizo, pero el mayordomo cerró tras él, dejándolo adentro. Miró atrás, como un niño perdido sin su padre. Se quedó sin aliento, pero volvió la mirada, era valiente para pelear batallas, romper dientes y huesos, hacer sangrar al enemigo, había enfrentado muchos infiernos, no temería de una dama, ¿O sí? Miró alrededor, una habitación enorme, una gran cama King zise en el centro, con una cabecera que parecía bañada en oro, al lado había un balcón, los ventanales abiertos dejaban el viento fresco correr, estaba a oscuras y como si fuera medieval, había velas encendidas, era lo único que aluzaba el lugar, él caminó hasta el centro, no vio a nadie ahí. —Bienvenido a casa, querido esposo —una voz dulce se escuchó al fondo a la derecha, justo ahí podía distinguir una silueta de mujer, sentada, ella se levantó, emergió de las penumbras de ese rincón, y caminó hasta él. Por fin pudo verla, sus ojos se abrieron enormes ante su presencia.
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