Jack se echó a reír, incrédulo de las palabras de ese hombre.
—¿Acaso habla en serio?
—Muy en serio, señor Lusiak, tanto que ahora tengo el acta de matrimonio para firmar.
—Mi respuesta es no, y dígale a esa mujer, que puede ir a comprar un gigoló en cualquier lugar, menos conmigo.
Jack estaba por irse, cuando ese hombre tiró de él, y le dio una tarjeta metiéndola en el bolsillo de su camisa naranja.
—Medítelo con su almohada, después de este lugar, no creo que encuentre a donde ir, llámeme si cambia de opinión —dijo sonriente.
Jack frunció la boca y fue de vuelta a su celda.
Al volver encontró a Birdy ya dormido, el sonido silencioso de un leve ronquido era lo único que rompía el silencio de ese lugar en penumbras, él miró al techo, tomó la tarjeta, pensó en qué clase de negocio sucio sería ese. Negó con la cabeza, y lanzó la tarjeta a un lado, olvidándola, cerró los ojos, pero como cada noche, dormir fue difícil de lograr.
A la mañana siguiente, Jackson y Birdy desayunaron juntos como de costumbre en el comedor.
De pronto, Thunder llegó, y tomó por la nuca a Birdy, aplastando su rostro contra la mesa.
—¡¿Estás listo para el día de tu muerte, pobre mirlo gris?!
Jackson se levantó y tomó el cuello del hombre, apretándolo tan fuerte que no tuvo aire para respirar.
—¡Suelta… me!
Lo dejó después, cuando dejó a Birdy.
—No vuelvas a lastimar a Birdy.
—Lástima, ya no estará tu papi Jack para defenderte, Birdy, mañana será nuestra pelea, no lo olvides, es pelea a muerte, uno de los dos deja el mundo, y no seré yo —exclamó el corpulento hombre, mientras reía.
Se alejó empujando a Jack.
Jack se sentó frente a Birdy.
—¿Cuándo me dirías que pelearía?
—No lo harás, yo pelearé, haré mi última pelea a muerte por ti, con la condición de que nunca te pongan a luchar, jamás.
Bridy le miró asustado.
La cárcel de Genesee era la peor, y la más abandonada, tanto así, que, se realizaban peleas entre reclusos, para satisfacer el morbo de millonarios que iban a deleitarse con el sufrimiento ajeno, como si fuera una carrera de caballos, rara vez la pelea era a muerte.
—¡No! Debes irte, mañana sales de aquí, solo vete, Jack, he vivido suficiente, estoy listo para dejarlo todo.
—¡Cállate, idiota! Eres mi amigo, no te dejaré aquí.
—¿Y qué harás? —Jack no supo que decir—. Lo ves, no hay nada que puedas hacer.
Jackson se levantó desesperado.
Fue hasta la dirección, el director lo esperaba, así que su visita no lo sorprendió.
—No me digas, déjame adivinar, ¿Vienes a ofrecerte para pelear con Thunder a cambio de salvar a Birdy? La respuesta es no, la gente quiere ver pelear a Thunder contra Birdy, tal vez, luego de que Birdy se halla muerto, pueda darte la revancha.
Jack sintió que la rabia lo enloquecía, casi golpeaba a ese tipo, pero los guardias lo apuntaron, pelear contra un hombre tan cruel no valía la pena, lo comprendió.
Salió pisando fuerte de ahí, estaba enfurecido, luego pensó en ese hombre, él le vino a la cabeza como el único rayo de esperanza.
Fue a su celda, buscó la tarjeta, la encontró.
Cada preso tenía derecho a una llamada telefónica al mes, él no era la excepción, tenía unas cuantas monedas, porque trabajaba en prisión, llamó por teléfono, el hombre respondió al instante.
—Sí, diga.
—Habla Jackson Lusiak.
—¿Cambió de opinión?
—Sí, haré lo que me pidió, pero, tengo condiciones.
—¿Condiciones? Señor Lusiak, no acabe con la paciencia de mi cliente, usted no es tan importante.
—Bueno, me arriesgaré, haré lo que me pide solo si mi amigo Paul Holmes sale también de prisión mañana mismo.
—Lo pensaré.
El hombre colgó la llamada, Jack se frustró al escuchar la llamada terminar.
—El hombre quiere que liberemos a un amigo suyo, un tal Paul Holmes.
La mujer bebía té, sus ojos verdes se clavaron en él.
—¿Se puede hacer?
—Pagando dinero, todo se puede hacer, señorita, conozco bien al alcalde, hará lo que digamos si donamos dinero a su campaña.
—Hazlo, quiero que mañana mismo ese hombre esté aquí, antes del anochecer.
—Cumpliré sus órdenes, señorita.
El hombre salió con rapidez.
Por la noche, Jackson estaba desesperado, caminando de un lado a otro, angustiado.
Bridy lo miraba, estaba tranquilo, como entregado a su cruel destino.
—Jackson, tienes visita.
Birdy miró el reloj en la pared.
—¿A esta hora?
—Está bien.
Jackson siguió al celador, y vio al hombre en la sala de visitas.
—¡Pensé que no vendría!
—La señora aceptó, usted y su amigo Paul, saldrán de aquí.
El abogado puso los papeles sobre la mesa.
—Esto es un acta de matrimonio, firmará donde está escrito su nombre.
Jackson Lusiak miró esa acta, leyó con atención.
«Madison Cruise, ¿Quién será esa mujer?»
Tomó el bolígrafo, firmó.
El hombre le quitó los papeles, mañana a primera hora un auto estará esperando afuera, lo llevarán a su nuevo hogar.
Jackson asintió despacio, no podía arrepentirse, pensó que nada sería peor que la prisión de Genesee.