Capítulo Ocho: Veneno sabor a dulce.

1113 Words
En la mansión. Birdy estaba preocupado, caminó hacia Peter. —¿No cree que ya tardaron mucho? —Bueno, esta vez, sí, pero, la señorita Maddie, quiero decir, señora, acostumbra a volver tarde. —Mi pobre amigo no debió comer nada. —Ni ella tampoco, la pobre siempre está triste, ni con todo el dinero que heredó puede verse feliz. Birdy arrugó el gesto. —¿Y por qué? Suelte el chisme y le ayudo a cocinar la cena. Peter alzó las cejas, y luego asintió. Ambos se pusieron a cocinar. —La señora Sarah Ziegler heredó toda su fortuna a la señora Madison Cruise, ella solo era una huérfana. —¡Jodida suerte de la Chernóbil! ¿Cómo lo hizo? —Es que la señora Ziegler tenía tanto dinero, pero su esposo también, así que se casó dos veces, la primera tuvo una hija llamada Sierra que vive en Australia, el padre de está murió cuando era pequeña, y toda la fortuna la dejó a Sierra, luego Sarah se casó con otro millonario, y con él tuvo un hijo, Albert Ziegler, pero enviudó de nuevo, después su hijo murió, un loco maldito lo mató al conducir ebrio. —¡Mierda! Qué mala suerte tienen los ricos. —Así que, después, la señora Sarah tuvo alzhéimer, arregló todo con el favor de Sierra, y murió hace un año, pero, heredó todo, incluso el colegio Ziegler a Madison Cruise. Escucharon un portazo. —¡Birdy! ¡Ayuda! Corrieron al salón y vieron. —¡Señora! ¿Qué pasó? —Traigan agua tibia, vendas, un botiquín, y llamen al médico ahora mismo. —No es necesario… —¡Llame al médico, ahora mismo! —sentenció Jackson. —He dicho que no —espetó Maddie. Jackson la observó enojado. —¡He dicho que sí! Peter, soy el esposo de esta mujer, a partir de ahora si doy una orden la aceptas. —¡¿Qué?! —exclamó ella —Sí… sí, señor —dijo el hombre asustado —¡Peter! —exclamó Maddie. Jackson la llevó cargada y subió la escalera, cada escalón que subían, era para ella una tortura. Birdy y Peter se quedaron viendo con ojos grandes e impactados. —¿Qué clase de episodio fue este? ¿Acaso vimos el canal Educacional sobre como domar a la fiera? —preguntó Birdy Peter se largó a reír. —Bueno, creo que su amigo salió con buenos pantalones para domar, ojalá que tenga un látigo, porque estoy seguro de que ella lo morderá fuerte. —Has dicho un látigo y ahora en mi mente hay una película porno. —¡No! Conozco a la señora desde niña, ahora me dio asco, iré a llamar al médico. Birdy se quedó ahí. «Si lo grabáramos, sería la película de adultos más vista en la historia, esto vendería», pensó y luego río —Oye, la cena se quema —gritó. En la habitación. La depositó en la cama, ella recostada sufría más, él fue por vendas. Maddie se sentía tan mal, se giró a un lado, para no sentir tanto dolor, se sentía muy débil, sus ojos estaban húmedos. Sintió que alguien le quitó el otro zapato. —Recuéstate bien, dolerá más así. —No quiero… —dijo quejándose, él intentó obligarla, pero escuchó un grito cuando tocó su piel, se quedó perplejo, ese grito solo podía tratarse de algo más. —¿Estás herida? ¿Te mordió el lobo? Ella negó. —¡Déjame en paz, Jackson! —gritó, pero a él no le importó, levantó su vestido, ella manoteó, no tenía fuerzas, él pudo verla, pero quitó todos sus pensamientos por fuera, vio la herida, al parecer se había lesionado con algún tipo de herramienta filosa, y sangraba, miró su propia camisa bañada de sangre. —Maddie… —ella observó. Estaba angustiada, lloró. —Tranquila, estarás bien —dijo él, con un pañuelo secó limpió su sudor, ella seguía quejándose, el mayordomo entró con el médico, quien de inmediato atendió. —¿Qué fue lo que pasó? —Un accidente en el bosque, mi esposa se clavó algo en un costado, tiene una herida, no sabemos qué, pero… —Está bien, la curaré, su esposa mejorará. El doctor terminó de curarla una hora después. —Le he puesto una inyección para tétanos, no queremos que vaya a enfermar, respecto al pie, bueno, debe ponerse compresas de hielo, no creo que necesite yeso, pero no podrá caminar bien, al menos por unos días, en lo que la inflamación baja. Él asintió. —Que tome los medicamentos analgésicos, y el antibiótico en caso de que tenga fiebre. Ella estará mejor en unos días. —Gracias. Jackson se sintió torpe al no saber como pagarle, pero Peter le entregó el dinero, el hombre se fue. Jackson volvió a la habitación, se acercó a Madison, ella estaba sudando, cuando la tocó, estaba ardiendo en fiebre. Se angustió mucho, trajo compresas húmedas y las puso en su frente, pero ella estaba inquieta, sudaba, le sacó la ropa, dejándola solo en ropa interior, estaba preocupado. «Fue mi culpa», pensó. Se recostó a su lado, estaba muy agotado, ninguno había cenado nada. Estaban recostados de lado, frente a frente, él podía ver su frágil y dulce rostro, no parecía ser la mujer rebelde, cruel de siempre, ahora parecía tan tierna, frágil. Un recuerdo vino a su mente, fue como un rayo que iluminó su mente «Flashback: Iba en aquel auto. —¡Cuidado! —recordó su propia voz gritando. Luego sintió ese golpe seco contra el cristal, el cuerpo de ese hombre rodó hasta caer al pavimento. Todo era oscuridad, su corazón latía terrible» Sus ojos estaban llenos de lágrimas, cuando volvió al ahora, ella estaba con los ojos bien abiertos, su mano acarició su rostro. —¿Berti? ¿Has venido por mí para ir al paraíso? Su voz era tan dulce, lo estremeció, negó. —Madison, estás delirando… Ella se acercó, de pronto besó sus labios, no lo impidió, porque eran tan suaves, era un beso diferente a aquel que por instinto le robó, era algo casi celestial. Él acunó su rostro, movido por el deseo. De pronto, ella se detuvo. —Tú no eres Berti... ¿Quién eres? —Soy tu esposo —dijo y volvió a besarla. Su lengua invadió su boca, acariciándola, dejándola sin aliento, no había rapidez, tampoco oposición, seguían un ritmo que iba creciendo con intensidad, disfrutando, descubriendo cada sensación, la habitación era oscura, su cuerpo despertaba ante el roce de esos labios tiernos, pasaron siete años para volver a besar a una mujer, pensó que después de ella, nunca quería besar a nadie más.
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