Igor manejaba de prisa, Venecia se sujetaba del asiento con mucho temor, sintiendo el viento gélido colarse por las ventanas, iban en silencio, pero de vez en cuando Igor tocaba su mano en señal de complicidad, ella no podía estar en paz, seguro de que ya habrían notado su ausencia y ahora todos estarían buscándola, pronto todo se volvería un caos, una tragedia, y pensó en su abuela, el dolor que sentiría, estaba arrepentida, Igor tomó su mano y la besó
—No tengas miedo, bonita, pronto estaremos seguros.
Ella asintió con amargura.
No muy lejos tres coches los seguían, y un cuarto vehículo iba a toda velocidad, se comunicaban entre ellos a través de radios walkies-talkies, una voz firme y gruesa les dio una señal, debían hacerlos salir del camino, el auto que estaba más cerca aceleró, l
