Stephen revisaba unos contratos, Nora entró a la oficina, él ni cuenta se había dado de su presencia, pero ella pudo admirarlo con paciencia, sentía que su cuerpo vibraba con tan solo tenerlo cerca, lo amaba desde la primera vez que lo vio, pero todo creció con el tiempo, hasta convertirse en ese amor en silencio. Recordó cuando habían estado en esa boutique, porque tuvo que acompañarlo a una reunión, entonces, él quiso llegar para comprar un vestido a su esposa, como dudó en el tallaje, pidió a Nora, que, siendo de complexión similar a Venecia, lo midiera para ver si lucía, para Nora fue una ilusión, pero descubrió en los ojos de Stephen que, en su mente, no había nadie más que Venecia Dorata, y sabía que era así desde siempre, eso la entristeció
—Nora, por favor, cancélame las últimas c
