Venecia caminaba por el jardín, odiaba que Stephen estuviese aún encerrado en el despacho al lado de Nora. Odiaba también que Aretta estuviera ahí. Pensaba en lo que había pasado, estaba confundida, preguntándose que hubiera pasado si Aretta no se hubiese interpuesto en su camino ¿Acaso de todos modos Igor la hubiese dejado por ella? ¿O tal vez estarían felices como en el pasado? No. Venecia ya no podía recordar esos momentos, ni siquiera forzando su mente, era algo raro, una sensación de que aquello carecía de importancia. No sabía lo que sentía, pero tenía miedo, y sin saber porque dio la vuelta a la casa, hasta buscar la ventana que daba al despacho, era muy pequeña para poder ver bien, debía subirse a un escalón para poder espiar, escuchó con claridad la voz de su esposo
—Las ventas d
