Capítulo IV

1829 Words
Mi mamá tenía un carácter muy alto y se enojaba cuando algo no salía bien, entonces la maldita secretaria le dio la grandiosa noticia de que los documentos que ella había hecho no eran los correctos, ¡ella había estado frente al computador horas... haciendo ese estúpido documento! Se sentía devastada y totalmente agobiada, agotada; al darle esa noticia se enojó tanto y le dio un pre-infarto, lo que empeoro... y desgraciadamente, murió. Inmediatamente fui al baño y me lave el rostro, peine mi cabello y lo tejí; todo el mundo, bueno al menos la mayoría tienen que ver con mi cabello, ya que es rojizo y ondulado y me llega por la cadera. Me pregunté por qué el Diecisiete diría que no es nada lindo, en fin, me miré en el espejo para ver si no tenía los ojos rojos y así evitar interrogantes por parte de Bárbara. Me dirigí a la sala a ver qué hacía ella, y seguía en el computador hablando por Skype con un chico. —Estaré en mi habitación si me necesitas... —le afirme fijándome en la pantalla a ver quién era. —Es Anton... —replicó esta como si leyera mis pensamientos. Anton es un amigo virtual de Bárbara que vive en España, llevan mucho tiempo hablando por videollamadas, antes me daba un poco de miedo, pero descubrí que es un buen chico o al menos así se ve… —Pues... dile que saludos —subiendo las escaleras hacia mi habitación. Llegue a la puerta de mi habitación, puse mi mano en la manilla y abrí la puerta, la luz estaba apagada, siempre mantengo mi habitación lo más encerrada y oscura posible, es un poco extraño y algunos me dicen que soy maniática, pero me gusta así, y así se queda; las ventanas cerradas, las cortinas cerradas y el aire acondicionado encendido de manera que el suelo esté frío y poder sentir esa sensación en mis pies descalzos. Entré y cerré la puerta, y al darme la vuelta me quedé paralizada y mis ojos se abrieron sin parpadear, estaba una de las ventanas abiertas y las cortinas también, la luz y la brisa entraban haciendo que estas volarán en el aire. —¡Qué haces aquí? ahora mismo te vas de mi habitación —puse mis manos sobre su pecho, empujándolo, y pude sentir su cuerpo bien definido. —Ey... relájate, estás muy tensa, pelirroja. —Sentándose en la cama y haciendo su estúpida media sonrisa que hacía que mi piel se erizara— Me gusta esta habitación fría y oscura, ¿acaso la hiciste para mí? —Ahora no estoy de humor como para ver espectros... y esas cosas —lo dije alterada con miedo de que Bárbara lo viera y comenzara a acusarme. El tomó mi mochila, yo traté de arrebatársela, pero él con más habilidad y rapidez tomó el libro "¡Preparaos para Morir!" —Wow, tiene buen título. —Hojeando las páginas. —Pero... ¿alguna vez te han dicho que eres el ser más abusador? —poniéndome una mano en la frente y luego cruzándome de brazos. —Tal vez... —¿Tal vez? —con mi mirada confusa. —Si... tal vez —me miro y alzo una ceja, y me guiño el ojo— ven... relájate y siéntate a mi lado. —Fíjate, mi amiga Bárbara está en la sala y mi hermano debe estar por venir así que no quiero problemas —le quite el libro y lo coloque en la mesita— por lo tanto, ya vete. Él se levantó y se me acercó, yo voltee mi cara hacia un lado de mi hombro por si planeaba besarme y este me susurro en el oído —Pelirroja... Entonces escuché la voz de Bárbara subiendo por las escaleras. —¡Emma! ¿Qué rayos haces? me dejaste sola y aun no llega el tonto de Damian. —¡Vete ahora mismo! —le volví a insistir. Sonrió —¿Tan rápido? Bárbara abrió la puerta y yo me voltee hacia esta ya que estaba de espalda. —¡Bárbara...! —Dije en seco y un poco titubeante. —¿Qué ocurre? —entró a la habitación y se acostó en la cama— Se me antojo una tarta de piña. Cerré la puerta y al voltearme el Diecisiete no estaba... —Uffs —Solté un suspiro. —¿Que tienes, Emmy? estas rara... —¡Aish! no me digas Emmy —me senté a su lado— y estoy normalmente, igual que siempre, por cierto creo que no caería mal una tarta de piña. —Bue... vamos a por ella. —Okay, espera a que recoja algunas cosas de mi cama y te sigo. —Está bien, pero no te tardes o llegaras temprano a lavar el recipiente donde estaría la tarta. Volví a cerrar la puerta cuando ella se fue, y me lancé en la cama suspirando y agradeciendo que no viera al Diecisiete, cuando de golpe apareció a mi lado izquierdo de la cama, él. Me asuste y me salió un pequeño grito. —Shsss, no tengas miedo pelirroja, tu amiga no me descubrió. Inmediatamente me levanté y me puse las converses. —Necesito que te vayas, nada bueno pasa cuando estás tú... cerca. —Vale pelirroja, pero antes escucha... no tienes porqué sentirte así y si sientes que no puedes más, yo estaré para ti, aunque suene descabellado. Hasta luego. Me voltee y lo vi saltar de la ventana. Sentí como si mi corazón se hubiese paralizado; y me asome por la ventana, pero no había nada, ni nadie, entonces la cerré y baje las cortinas, me observé un momento en el espejo pensando en lo último que me dijo como si pudiera ver a través de mí, y me llevé el flequillo detrás de la oreja, apague la luz y me fui a la cocina. Bajé las escaleras corriendo y fui deprisa a la cocina, estaba Bárbara devorando la tarta de piña. —Llegaste a tiempo, ya iba ser el velorio de la deliciosa amiga tarta —riendo me dio una cucharilla. —¡Oh, mira! llego el inso de Damian. —¿El inso? —dijo ella asomándose por la ventana. —Sí, el insoportable. Solté un pequeña risa. —¡Pequeña asocial, castaña loca! Ya llegue. —¿Y a quién le importa…? —dije recostándome del mueble y comiendo mi tarta. —Aquí está... no pude conseguir la película, pero si boletos para ver una de estreno. —Wow... ¿cómo se llama? ¿Es en 3D? —dijo Bárbara acercándose a Damian y buscando los boletos. —"La ultima suplica", y sí... es en 3D —enseñándole los boletos en la cara a Bárbara de manera exagerada. Después de 3 minutos sonó el celular de Bárbara con la pista de Let It Be de The Beatles, y esta al ver el celular gritó emocionada y un poco alterada. —¡Ahh, Emma! me acaban de pasar una información de última hora —señalándome el celular, moviéndolo bruscamente, de manera que no pude leer nada. —¿Quien murió? —Veras... la súper fiesta de Jake... —tomó aire y continuó— será ahora hoy, comenzará a las 8 p.m. —Ohh... okay y más o menos me tengo que emocionar ¿por...? —lo dije de lo más relajada. —¡Oh vamos! nena tú quieras o no, iras conmigo. —Sabes que en esa fiesta estarán personas que me caen... PÉSIMO con "P" mayúscula —dije ruzándose de brazos. —¿Ellos...? solo ignóralos y disfruta tú ¿sí? —Dudo que vaya. Y ¿qué onda con la peli de terror en el cine? —... ¡Rayos! Cierto, bueno la vemos otro día. Me fui al baño, y mientras me cepillaba los dientes me puse a pensar que no estaría mal ir a la fiesta esa. Muchas cosas estresantes me habían ocurrido y era hora de relajarme un poco así que acepté. Cuando le dije a Bárbara que iría se emocionó tanto que fue corriendo a la habitación de Damián a decirle que ya no iríamos al cine. —¿Qué...? ya había invitado a tres amigos más. ¡Qué ingratas son! —Tranquilo hombre de poca fe, luego irás con tus bellas hermanas —le contestó Bárbara a este de manera pícara. Al ver la hora, eran ya las 7:30, así que me fui a duchar, luego me puse unos jeans negros y un crop top de lentejuelas plateado y unas vans, me solté el cabello y me coloque una pinza sin olvidar rociarme perfume. Me mire en el espejo y entró Bárbara al cuarto, —te ves genial, pero te falta esto...— Enseñándome un brillo labial. —¡No me jodas! no voy a utilizar eso. —Fruncí el ceño. —Solo prueba un poco y veras que te queda perfecto. Me negué, pero al llegar a la fiesta, como siempre ganó la insistencia de Bárbara. —Me siento rara con este labial —le dije haciendo un puchero. —Créeme, que si yo fuera hombre te violaría de lo divina que estas. —Okay... eso es traumatizante. Cuando entramos al patio de la gran casa de Jake, había música electrónica a todo volumen, muchos chicos lanzándose en la piscina con chicas, otros bailando, etc. Era la fiesta de los típicos niñitos presumidos. Jake estaba con su grupo de colegio y amigos, este al notarnos se acercó. —Que preciosas están... y veo que si viniste señorita Thompson —acariciando mí cabello. —Vine por amor a mí misma. —Le respondí apartando su mano de mi cabello y sarcásticamente continué— Quería dejar de ser torturada por ciertas personas... que insisten e insisten mucho. Bárbara nos miró, sonrió y se fue a no sé dónde. —Emma, —dijo Jake mirándome de arriba abajo— no sé porque eres tan solitaria, yo podría ser tu compañero y te trataría con mucho amor— volviendo a tocar mi cabello. —No me gusta que me toquen el cabello —y me retiré. Busqué a Bárbara, pero nada que la encontraba y su celular estaba apagado, —¡Genial! ahora estoy parada como una torpe y sola como siempre— me dije a mi misma. Entonces se acercaron un grupo de chicas, amigas de Jake, o al menos así decía él, pero la verdad es que él había tenido alguna relación con dos de ellas. —¿La emo demente vino? O ¿estoy viendo fantasmas? —dijo la del medio. Le di la espalda y las ignore. Esta chica estaba un poco borracha y comenzó a decir en voz alta. —¡Escuchen todos! La emo demente está en esta fiesta, y quién diría... que con su carita de seria es más que una tonta puta ¡roba novios! Debería estar muerta como su madre.
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