Las que la acompañaban comenzaron a reírse, y Jake un poco confuso se acercó a ella, la tomó del brazo y le dijo que se callara ya que estaba borracha, pero ella le replicó.
—¿La defiendes? Te gusta ella, o sea, ¿prefieres a la puta depresiva que a mí?
Todos hicieron silencio, unos sacaban celulares y otros reían en tono bajo. Jake la tomó del brazo y se la llevó a dentro de la casa.
Estaba furiosa y a la vez herida, quería golpearla, pero no valdría la pena. Y me fui corriendo a la calle a parar un taxi y atrás de mí venia Bárbara.
—Tranquila Emma, estaba borracha, y ya le dije sus tres cosas al publiquillo, fue mala idea mía pedirte que vinieras, perdóname. Mejor vamos a casa.
—¿Sus tres cosas? —Dije con los ojos llorosos.
—Sí "HIJOS-DE-PUTA". —Me dijo ella secándome las lágrimas— Te felicito por calmarte y no explotar.
Tomamos el taxi, al llegar a casa recordé lo que me había dicho el Diecisiete, al principio dude, pero lo hice, ya nada me importaba. Así que me fuí sin cambiarme, le dejé una nota a Bárbara: "Vuelvo pronto, voy a relajarme un rato".
Me fuí corriendo. Ya eran las nueve de la noche y estaba un poco... la verdad muy asustada en ir al bosque, pero fui. Al llegar miré a todos lados y no había nadie y comencé a gritar "Diecisiete" y nada pasaba, solo los árboles golpeándose por la brisa.
—¡Diecisiete! —Volví a gritar pero no parecía haber nada.
Entonces pensé >. Así que me recosté de un tronco y comencé a llorar, hasta que me senté en la tierra con mi espalda apoyada.
—¿Pelirroja?
Me quedé quieta observándolo, estaba a un lado mío. Y mis lágrimas cayendo. Él sonrió —Creí que ya no vendrías —Se sentó a mi lado.
Yo quedé en silencio, lo miré a los ojos y me recosté de su hombro.
—No tienes porqué darle importancia a esos estúpidos humanos. —Corroboró en tono bajo.
—¿Cómo lo sabes?
—Sólo cuido de ti.
Yo me reí y él me secó las lágrimas. No sé por qué razón, sentía ahora, tanto refugio en él.
—¿Por qué Diecisiete? —le pregunté.
—Pues...
Lo interrumpí y continué —Mejor no respondas. Sabes yo... quiero... —lo mire a los ojos y lo abracé muy fuerte— Quédate a mi lado siempre.
—Así será –Me sonrió y abrazó.
Mis ojos se abrieron lentamente, me estaré, miré hacia todos lados muy confundida, estaba en mi cama aparentemente acabando de despertar > pensé —El Diecisiete... —Susurre.
Inmediatamente pasaron miles de cosas por mí mente, > Miré y había una nota en la mesita que decía lo siguiente:
"Sueño profundo. Te traje a tu habitación, estabas muy cansada, creo que sería mejor que no vayas al colegio porque esta vez no será igual. PD: Te ves mucho más hermosa sin labial".
Cuando termine de leer la nota me pregunté qué quiso decir con que "esta vez no será igual".
En fin; la verdad es que tampoco quería ir al colegio. Si iba sabía que nada bueno iba a suceder, y ¿por qué?... pues por la misma razón que soy solitaria en el colegio. Mi madre murió cuando yo tenía trece años, y me encontraba sola. Muchos me miraban mal y cuando esto me pasó, mi vida se desmoronó. Cuando alguien intentaba hablarme yo le respondía mal, de manera agresiva.
Una vez pasó algo que debido a eso me etiquetaron como "emo" y nadie se me acercaba; pues lo que ocurrió fué que yo para ese entonces tenía catorce y la muchacha también, ella era de otra sección, se me acercó y me tomó fuerte del brazo y me subió la manga del suéter y los que estaban alrededor se dieron cuenta de mis cortes y rasguños en mi brazo; yo me altere y la empuje muy fuerte de manera que se cayó al piso y se golpeó la cabeza con el mismo. Ella siguió bien, no le ocurrió nada grave, pero a mí me mandaron directo con un psiquiatra y llamaron a mi padre.
Yo mejore bastante, ya no me autolesiono, simplemente no trato a nadie, solo me junto con mi compañera y amiga Bárbara, mi padre habló con los profesores que Bárbara sería mi compañera en cualquier evaluación que fuera en dúo y ellos estuvieron de acuerdo.
Toc, toc. Escuché a alguien tocaba a la puerta de mi habitación.
Bárbara entró, y mirándose en el espejo me dijo: —Nena, es tarde, tienes diez minutos, cinco para alistarte y cinco para comer. Así que apresúrate porque yo ya est...
—No iré —La interrumpí.
Ella se volteo y añadió: —Ja, já ¿qué? espera, por lo de anoche ¿no?
—Simplemente no iré, y nada me hará cambiar de parecer.
—Bueno está bien, nena, pero no te enfades, solo dime exactamente por qué no vas.
—Solo evito malos momentos ¿sí? —me miro confundida.
—¿Quieres que sea más específica? —le repliqué— pues esa, esa chica... pudo haber estado borracha, pero no es excusa para todo lo que me dijo y pues...
—Listo, ya entiendo.
Hubo un momento de silencio cuando esta lo termino: —Yo copiare las clases y luego te traigo el cuaderno para que tú no te atrases ¿te parece?
—Okay, te lo agradecería —me acosté en la cama abrazando mi almohada favorita, y sí, tengo una almohada favorita, es de color marrón con un cachorro león en el centro, ¡es tan lindo!
—Pero te traeré el cuaderno y luego me voy a casa, mamá quiere que esté con ella.
—Mmm, está bien, te extrañare estúpida Barbie —Lo dije con tono bajo.
—Y yo a ti, Emmy...
—Te golpeare si vuelves a decirme así.
—¿Cómo? ¿Emmy? —riéndose salió corriendo y yo detrás de ella.
—¡Ya, ya! Aguarda, estoy cansada y tengo que ir al colegio.
—Te salvo la campana.
—Sí, lo sé.
—Hablo en serio, la campana del colegio ya sonó mira el reloj.
Cuando le dije así, salió de lo más veloz a tomar un taxi, supuse que Damian ya se había ido porque si no, la hubiera llevado.
Cerré la puerta y... —Ahora estoy sola —Me dije a mi misma.
Fui al baño y me duche, cepille mis dientes y me fuí a mi habitación, me puse una camisa manga larga blanca, un jeans y me recogí el cabello haciéndome un moño. Luego bajé las escaleras dirigiéndome hacia la cocina, miré en la nevera, tome el medio litro de leche que quedaba y busque los cereales y un recipiente, en el agregué los cereales, calenté un poco la leche y la derrame sobre los cereales.
Me senté frente a la ventana de la cocina mientras desayunaba, mirando y recordando todas las cosas que me habían sucedido. Al terminar de comer, lave el recipiente y miré mi celular, pensando. Me quedé parada viendo la nada, y decidí irme a mi habitación, cerré la puerta y me senté en la cama.
Busqué mis auriculares y los conecte a mi ¡Pod. Escuchando música, se me ocurrió ir a la biblioteca por un nuevo libro. La biblioteca no quedaba nada cerca, pero tampoco tan lejos así que busqué unas converses y me las puse, tomé las llaves y cerré la puerta de la casa. Como mi hermano se llevó el Fiesta, y Bárbara no estaba, tomé un taxi.
Llegué, entré y saludé a Shelby, la bibliotecaria que tiene, por cierto, como 55 o 57 años. Siempre vengo a esta biblioteca, ya que la señora Shelby era amiga de mi madre y siempre ella me traía aquí y me leía historias fantásticas que hicieron que yo amara mucho la lectura.
—Linda, tengo uno que sé que te gustara —me dijo Shelby buscando el libro, supongo.
—Genial... y ¿cómo se llama?
—¡Aquí está! —Me lo mostró.
—"Cuenta hasta tres y prepárate para correr" ¿he? —lo tomé leyendo la sinopsis en la parte de atrás.
—Es de acción y terror, lo termine de leer anoche, —se sentó— esos malditos Fantasmas Sombras son una cosa seria —sonreida comentó.
—¡No me hagas spoiler!
—Ay —dijo risueña— linda yo leí ese libro en cuatro días.
Solté una risa. —Felicidades. No se diga más, leeré el primer capítulo aquí mismo.
—Okay, pero ya sabes, shss… —poniendo su dedo en sus labios.
—Oh claro, claro.
Fuí y me senté lo más lejos, donde solo yo me siento ya que es un poco más opaca la luz, pero es un lugar que lo bautice como mi rincón, hay una ventana cerca, el ambiente es fresco y la luz no encandila ni es tan baja, solo un poco opaca, está ubicado en la última fila por eso nadie va hacia allá.
Estaba leyendo cuando la luz comenzó a apagarse y encenderse, no me asusté solo me pareció extraño y le fuí a avisar a Shelby.
—Shelby disculpa, pero mira allá la luz está... mira tu misma. —Le señale.
—¿Qué linda, Que hay con la luz?
—Al parecer veo que se arregló… —Dije en tono bajo.
—Está bien, anda y sigue leyendo.
Me senté y comencé a leer de nuevo, y volvió a apagarse y encenderse, miré a Shelby a lo lejos, y ella también me miró, pero ¡que casualidad! que cuando ella me miraba la luz se normalizaba. No le di importancia y continué, pero ya me estaba molestando, entonces una voz me susurró al oído: —Al parecer es fácil hacerte enojar.
Cerré el libro y a mi lado estaba el Diecisiete... —¿Ahora me sigues? Acosador… —le reclame seriamente, y este me quito el libro.— ¡Pero, qué rayos te pasa con los permisos! —le repliqué en tono enfurecido.
—Shss, has silencio —me contestó colocando su dedo frío en mi boca.
—Ayer te aprovechaste de mí solo porque no estaba bien ¿verdad? Y por si no te has dado cuenta estamos lejos de la sociedad lectora.
—Pelirroja, sabes que...
No lo deje terminar y continué yo: —¿Por qué siempre actúas relajado? ¿no te preocupa que te vean conmigo? ¿Qué quisiste decir en la nota con que estaba vez ya no será igual si voy al colegio?
Me miró y solo sonrío.