Decir que estaba más allá de la ira, era no hacerle justicia a lo que verdaderamente estaba sintiendo Rafaell. Virgine había escapado, y no lograba encontrarla por ningún lado, era como si todo rastro hubiese desaparecido de la nada. Caminando de un lado a otro con desesperación, esperaba noticias de Missandei, quien se había dedicado a buscar a su resucitada mujer por todas partes sin todavía éxito alguno. Mirandola llegar, el ex arcángel se sentó en su trono esperando las respuestas. – No la he encontrado, ha ocultado demasiado bien su rastro – dijo aquel ángel femenino con un deje de fría indiferencia. – Tienes que seguir buscando, Virgine no pudo haber llegado demasiado lejos – exigió Rafael encolerizado. – Ya he dejado a mis subordinados encargándose de eso, pero, Rafaell, tiene