Virginia miraba a aquel ser hermoso, su apariencia era definitivamente bellísima, angelical, pero aquella presencia corrupta que emanaba de su ser, lograba intimidarla y asustarla. Quizás, desde que estaba estudiando el grimorio y poco a poco, esa fuerza que Eros le insistía, ella tenía en su interior afloraba, se había vuelto más perceptiva, todo en aquel hermoso ser frente a ella, le encendía las alarmas y le indicaba peligro. – Es curioso, le temes a un arcángel, pero te entregas a un demonio – dijo Rafaell acercándose a ella deseando tocarla, pero las joyas que ella sostenía en su cuello y su mano, le impedían acercarse. – ¿Rafaell no es así? Dime, ¿Por qué razón un puro ángel de Dios buscaría a una humana pecadora como yo? Yo amo a Eros, y no tengo porque temer a quien amo – cuest
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