El sol le pegaba directamente en los ojos, causándole molestia. Un irritante sonido se escuchaba logrando sacarla de su profundo y reparador sueño. Incorporándose, Virgine se levantaba de la comodidad de esa cama en la que había estado durmiendo, sus ojos verdes, no lograban reconocer su entorno, estaba en un lugar desconocido que olía a limpieza y parecía tan pulcro que la deslumbraba. Aquel molesto sonido había finalmente cesado y ella se levantaba de la cama para mirar por la ventana hacia afuera sorprendiéndose de la altura. – Buenos días, veo que ya despertaste, ven acércate a la cama, te arrimare la mesita, come algo, te traje el desayuno – decía Dante avergonzado de verla con su camisa puesta y sin ropa interior por debajo. No tenia idea de que era lo que le había pasado a Virgi