Rafaell miraba al sin fin de personas que caminaban con tranquilidad fuera en las calles. Cada mente, era un mundo a parte de todo lo que les rodeaba, prestando poca atención a los demás o al cielo que los cubría, concentrados solo en sus problemas. Rentas que pagar, problemas amorosos o familiares, ambiciones que los consumían y un futuro incierto en el que solían mantener la esperanza, era todo lo que estaba convencido, ocupaba los pensamientos humanos. Durante todos los siglos que tenia la humanidad existiendo, siempre habían sido las mismas preocupaciones que llevaban a lo largo de su vida; un montón de tonterías sin sentido que les hacia perder el rumbo de lo que debían realmente hacer: ganarse la gracia divina del Dios al que juraban amar. Sus ojos dorados y plateados, miraban c