Mefisto miraba en dirección a donde se encontraba la habitación de Virginia Adatto; Belial y ella últimamente solían pasar demasiado tiempo encerrados allí, haciendo cosas seguramente demasiado interesantes, sin embargo, una inquietud lo había estado perturbando, una que no solo a el lo molestaba, si no, tambien a su príncipe y a Belfegor. Caminando hacia aquella ala de la mansión donde nadie entraba y donde se hallaba la habitación de la fallecida Virgine, se escabullo como una sombra hasta aquellas olvidadas habitaciones. Las había encontrado pulcramente aseadas, aquel retrato al oleo sobre la chimenea, mostraba a la mujer que había desatado el caos hacia tantos años humanos, años que apenas habían sido un suspiro para el y todos. Virgine Adatto, había sido sin duda alguna, un alma