Abadía de Westminster, Inglaterra 1756. – Así mismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que, si algunos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al observar vuestra conducta casta y respetuosa – Bostezaba aburrida del mismo sermón de siempre ganándose una mirada de reprendo por parte de su madre y su nana. Aquellas palabras que ya había leído en la biblia una y otra vez y por las cuales, su padre y hermano le recriminaban siempre por hacer “oídos sordos” de estas. Realmente, pensaba que aquello solo eran tonterías que escribieron hombres demasiado antiguos y era absurdo que siglos después siguieran con ese pensamiento tan terrible. Creía con fiereza que las mujeres debían ser dueñas de si misma y