El sonido de una demasiado vieja canción, resonaba apaciblemente en prácticamente toda la mansión Adatto. Virginia y compañía, habían salido a sus deberes de siempre, y el viejo mayordomo sacudía aquí y allá el polvo que lograba filtrarse, en aquella habitación que durante siglos había permanecido intacta y vacía. Su linaje pertenecía a los esclavos que, durante demasiado tiempo, fueron tratados como mercancía sin ningún tipo de derecho y tan solo para servir a sus amos. Su ancestro, la primera esclava negra de los Adatto, había sido siempre leal a su niña Virgine, incluso, después de su prematura muerte, le siguió siendo fiel a ella y los Adatto. Todos los hijos de Fátima, sus nietos, bisnietos y demás generaciones venideras, habían permanecido como la servidumbre más antigua en la m