Virginia avanzaba mientras sus altos tacones resonaban en aquel pasillo que conducía directamente a la sala de juntas, todos sus empleados la miraban asombrados, aquella, era la primera vez que lucia tan radiante y hermosa, aunque todos admitían que siempre lo había sido. Belial reía por lo bajo, sabia demasiado bien lo que estaba a punto de acontecer y el mismo se había encargado de agitar las aguas tan solo para entretenerse un rato. Entrando en la sala de juntas, la pelirroja se sentó no notando el sonrojo que su amigo de la infancia, Dante, había coloreado en sus mejillas después de verla. Belial frunció el ceño ante aquello, no deseaba mirar esa tonta expresión en el rostro de ese inferior ser humano. – Wow Virginia, luces…te ves genial – dijo Dante con asombro. Virginia lo