Hubo un tiempo en que los demonios y los humanos caminaron juntos en la tierra del pecado, cada noche, cada vela que se encendía en un débil intento por ahogar a las tinieblas, la Edad Oscura de los griegos y el oscurantismo religioso…aquel periodo del pocos saben, que muchos mas ven como nada más que un mito en donde la superstición de la iglesia suprimió y apago mentes brillantes para mantener sus beneficios, donde a través del miedo, la gente obedecía y se ocultaba de las pesadillas, pero la realidad, era mucho mas que eso, siempre, desde el principio de los tiempos ha sido mucho mas que solo la punta del iceberg que el hombre de carne puede ver, demonios, brujas, fantasmas, el misterio de lo que hay mas allá, el deseo de lo prohibido, siempre ha sido lo que mueve a los humanos, lo que los hace ir más allá, amor, miedo, odio, deseo…venganza…los humanos son criaturas que desde su nacimiento, sienten, sienten tanto que son sus sentimientos lo que rige eternamente sus miserables existencias, aquello que les brinda su “sentido” para vivir, pasan toda su vida buscando un porque, justificando sus absurdas decisiones bajo lo que sienten, y siempre…eternamente, jodiendolo todo a su paso…pero eso, era precisamente esa manera absurda y llena de emociones que tenía la humanidad de vivir, lo que los volvía realmente apetecibles, sus almas, sazonadas con el odio, el amor y el amor de sus vidas, los convertían en un manjar ansiado por los que eran como el, así siempre lo vio Belial, que bajo el nombre de Eros miraba a Virginia Adatto, la mujer humana con la que había hecho un pacto nacido del deseo de venganza que tenía ella…aunque, había mucho mas en ella que deseaba, no solo su alma.
– Deja de mirarme, pareces un maldito acosador – reprochaba Virginia que intentaba leer un libro, a pesar de sentirse sana, aun no la dejaban salir del hospital, y en un intento de no desesperarse mas por la angustia que le provocaba saber que su ex prometido había escapado y ella no podía darle alcance, se había puesto a leer.
– Lo soy, sabes, soy un demonio, no se supone que sea un chico bueno – respondió el apuesto demonio que ahora mostraba unos hermosos e impresionantes ojos azul zafiro.
– Sigo sin creerme que todo esto de que eres un demonio es verdad, es que es tan ridículo solo pensarlo…
Las luces de la habitación se apagaron, y unos ojos rojos como fuego se vislumbraron en medio de esa penumbra, la noche fría que hacia afuera solo acentuaba más aquella visión que a cualquiera le helaría la sangre y lo haría temblar de puro horror, pero no a Virginia, quien ya comenzaba a acostumbrarse a aquellos “trucos” que Eros le mostraba.
– Si si, ya te vi…diablos, esto comienza a ser aburrido – dijo la joven tocándose el puente de la nariz – alguna vez me pregunté ¿Por qué no hacer algo mas aterrador que hablar con voz siniestra y susurrante o mostrar sus ojos incandescentes en medio de la noche? – se pregunto la hermosa pelirroja sin dejar de mirar a los ojos rojos de Eros – Mi madre…bueno…ella siempre hablo de ángeles y demonios, estaba obsesionada con ellos, siempre dijo que nuestra familia estaba maldita y siempre busco saber mas y mas al respecto, incluso, se metió con personas que no debería en busca de respuestas y “protección”…por supuesto, acabo mal – los ojos llenos de dolor de Virginia se cerraron un momento ante los recuerdos que comenzaban a embargarla.
Belial observo a aquella mujer…aquellos ojos verdes de selva salvaje…los mismos, exactamente los mismos que conoció en el tiempo en que el odio, el egoísmo y la arrogancia de los que juraban amar a dios, cerro los ojos de todos los que se opusieron. No dijo nada.
La puerta se abrió repentinamente, sin embargo, las luces ya estaban encendidas y todo, en aparente calma, un hombre joven había entrado, ojos grises como nubarrones de tormenta, piel blanca, ligeramente bronceada, cabello castaño un poco oscuro, muy apuesto y muy gentil.
– Dante, espero que me tengas buenas noticias – dijo Virginia sonriendo al joven que había sido su mejor amigo desde la infancia.
El joven observo al médico que estaba acompañando a Virginia, nunca antes lo había visto, estaba seguro de ello, sin embargo, todo el hospital aseguraba haberlo conocido desde meses atrás y tambien, que se había vuelto realmente cercano a la dueña, la hermosa joven de cabellos rojos que había tenido una serie de eventos desafortunados desde el día de su boda y ahora miraba atento en esa cama.
– Si, de hecho, las ultimas radiografías muestran que todo esta en orden, puedes irte, aunque, no te recomiendo viajar, todavía hay asuntos que resolver aquí, ya he contratado a alguien que se encargue de averiguar a donde fue nuestro odiado Ángelo junto a Ciara, un detective privado, y la junta no te permitirá salir de la ciudad, no hasta que deliberemos que hacer y esperemos a que ese maldito decida vendernos las acciones del hospital que cediste a su nombre, te dejare ir a casa, pero no salir de la ciudad, ¿Queda claro? – cuestiono Dante con seriedad sin perder detalle de la molestia que comenzaba a embargar a su dulce Virginia.
Virginia apretó entre sus puños las sabanas blancas con las que se hallaba cubierta, ella todo cuanto deseaba era poder correr detrás de su ex amado para asesinarlo ella misma por su traición, estaba dolida, aún demasiado dolida, habían sido diez años de una mentira que no superaría en unos días, promesas y sueños rotos junto a la perdida de un tercio de su fortuna familiar entre acciones y cuentas bancarias que dejo a su nombre, lo odiaba, era tanto el odio que sentía hacia Ángelo Hassan que le dolía el pecho, nunca lo perdonaría por traicionarla por robarla, así como tampoco perdonaría a aquella que se dijo su amiga, su hermana, ambos, por mera ambición, habían cometido un acto cruel y desalmado contra ella, que los apoyo siempre.
– Descuide doctor Behar, yo seré quien se encargue de cuidar de la señorita Adatto, después de todo, soy su socio, me veo afectado tambien por lo que Hassan hizo en las finanzas, además, soy su médico personal, la llevare a casa – dijo Belial con una sonrisa torcida mirando a ese joven que no había caído bajo la influencia de su dominio como el resto del hospital y amigos de la pelirroja habían hecho.
Dante alzo una ceja. – ¿Socio? Perdone señor…Blackburn, pero no recuerdo haber visto su nombre en la nómina, ni mucho menos entre los socios de la familia Adatto – dijo el joven médico suspicaz.
Belial sonrió. – Por supuesto, mi nombre esta allí, puede revisar de nuevo cuando gusté Dante Behar, vera, mi sociedad con la familia Adatto es mucho mas antigua de lo que puede siquiera suponer, conocí muy bien a Bianca y Hassel, así que, su pasivo agresividad está de más – respondió Belial con arrogancia.
Dante se sorprendió de aquellas palabras, ¿Cómo conocía los nombres de los padres de Virginia siendo tan joven? Nadie, absolutamente nadie mas que los mas allegados a la familia los conocían, y solo un par de socios mas salvo el, tambien, la pelirroja había quedado huérfana cuando aun era muy joven y ella misma decidió nunca mas pronunciar los nombres de sus padres o que alguien mas lo hiciera, si el los conocía, era únicamente por que el gentil Hassel Adatto, lo había acogido cuando su familia quedo en la quiebra para criarlo junto con su única hija… ¿Quién era ese hombre?
Virginia casi perdió el aliento cuando escucho a Eros pronunciar los nombres de sus padres, aquellos nombres que ella amaba y aborrecía casi por igual…sus padres.