Camila se levantó temprano, el suave murmullo de los primeros rayos de sol acariciando la ventana por donde se filtraba a través de las cortinas, anunciando el inicio de un nuevo día. Con cuidado, sosteniendo una bandeja con el desayuno recién preparado, se dirigió hacia la habitación de Rupert. Esperaba encontrarlo allí, descansando en su cama, rodeado de almohadas y con aspecto de convaleciente. Sin embargo, al abrir la puerta, quedó desconcertada al darse cuenta de que él no estaba. La cama estaba perfectamente tendida, sin ninguna huella de que alguien hubiera ocupado ese espacio. Justo en ese momento, la voz grave de Roman resonó en el pasillo, sorprendiendo a Camila y haciendo que diera un pequeño salto. Giró lentamente hacia el hombre, quien se encontró parado junto a la puerta d