El tiempo

1215 Words
Dos horas después, finalmente había terminado, tenía diez contratos digitados sin arruga o algún error ortográfico. Toco el timbre de la oficina y esta vez se abre un poco más rápido que la primera vez que toqué. —Señor tengo listo los documentos, me he tardado un poco más de lo que ha requerido, pero soy nueva y hoy empiezo a adaptarme— Le dije con timidez. Deja su bolígrafo a un lado, lentamente sube su cabeza, el corazón me empieza a palpitar más de lo normal. Su rostro me escribió familiar, no puedo recordarlo con exactitud. —Disculpe que no me haya presentado antes, estaba en un caso que requería mucha precisión y no podía determinar a conocerla. Mi nombre es Sebastián Fox, es un gusto— Dijo mientras extendía su mano. —Mucho gusto señor, mi nombre es Fernanda Vega, estoy muy feliz de poder trabajar con usted— Le respondí con voz cortante. —Ya me informaron que es usted abogada pero que no lo está ejerciendo— Respondió mientras tomaba asiento en su silla nuevamente. —Si señor, finalmente pude entrar a trabajar a esta empresa, no como yo esperaba pero se empieza por algo, quiero aprender para tener la experiencia y poder trabajar defiendo a personas inocentes— Le respondí. —Es bueno saber que tendré a una persona que está dispuesta a aprender, espero que puedas sentirte cómoda aquí, bienvenida Fernanda— Finalmente dijo Sebastián. Salí de la oficina un poco nerviosa, las rodillas me temblaban, me sentí un poco intimidada por ese gran hombre. Cuando me dispongo a tomar asiento, de repente escucho la voz de mi jefe desde mi escritorio, resulta que había una pequeñísima bocina por donde él hablaba para mi, solo yo podía escucharlo. Levanté rápidamente mi trasero de la silla, y fui hasta la oficina, la puerta ya estaba abierta. —¿Que pasa señor?— Pregunté algo nerviosa. —Apenas tienes unas horas aquí y veo que tu trabajo es bueno, todos los contratos están perfectos, espero que pueda ser así con todo el trabajo— Dijo con satisfacción. —Me gusta hacer las cosas bien o no hacerla señor, así que puede tener la seguridad de que siempre trabajaré de manera limpia y segura para usted— Respondí con alegría en mi interior. Salí de la oficina con gran emoción, mi primer día de trabajo había sido un éxito para mi. Mi guapo jefe me había dicho que estaba Perfecto mi trabajo. Al medio día, fui a casa a almorzar, mi madre había preparado unas milanesas la napolitana, ella era la que más rico cocinaba en todo el mundo. —Madree gracias por esta buena comida, eres la Mejor en esto— Dije muy contenta. —Laura usted es la mejor cocinera de todo el mundo. Con razón van tantas personas al puesto de comida para el que trabaja— Dijo Brenda mientras se llevaba un bocado a su boca. —Gracias pero creo que ustedes me ven con el alma—Respondió mi madre. —Usted es un sol y por cierto hablando de sol, mi hermano pronto vendrá a la ciudad, quería preguntar, ¿Puede quedarse con nosotras? Él puede dormir en el cuarto de huéspedes, puedo limpiarlo y prepáralo para el, claro si ustedes están de acuerdo— Dijo Brenda. —Por mi no hay problema, ya sabes que tu hermano es bienvenido— Le contestó mi madre. —Por mí tampoco hay problema, espero verlo pronto— Respondí. Después de almorzar tuve que regresar rápidamente a la oficina, no podía tardar un minuto más para hacerlo. Las reglas eran estrictas, no había forma de que pudiera llegar tarde porque de lo contrario sería fatal para mi. Ahora necesitaba cuidar el trabajo que tanto había anhelado, aunque no era como yo quería, pero las cosas jamás con como uno las quiere. Al llegar a la empresa, tomo asiento en la silla de mi escritorio, un hombre desconocido se acerca y se presenta ante. —Hola, mi nombre es Federico Suárez, es un gusto conocer a la nueva secretaria de mi amigo, soy el vicepresidente de la empresa— Dijo mientras extendía su mano. —Mucho gusto señor Federico. Mi nombre es Fernanda Vega, estoy a sus órdenes— Le respondía al mismo tiempo que me ponía de pies y le extendía la mano. Federico había sido más amable que mi jefe, al principio se portó descortés, aunque luego explicó sus válidas razones. Al rededor de las seis de la tarde, me disponía para irme de la empresa, cuando de repente mi jefe me habló por la pequeña bocina. Tomé mi bolso y sin dudarlo fui hasta allá. —¿Señor como le puedo ayudar?— Pregunté. —Saldremos ahora mismo a una reunión, tengo un caso importante que valorar antes de ir al juzgado mañana—Dijo mientas se ponía su saco. —¿A estas horas señor?— Pregunté con asombro. —Así es, aunque su contrato dice que su hora de salida es a las 6:00pm de la tarde, también dice que muchas veces pueden surgir imprevistos, y este es uno de esos— Respondió sin agregar más nada. Fuimos a la reunión para atender con antelación lo concerniente al caso del día siguiente. Mientras estuve en esa reunión, estuve muy atenta para aprender de todo, necesitaba adquiérale conocimiento y ver cómo el mejor del país lo hacía. Sebastián era muy directo con todo. Así que esa reunión no tardó tanto como yo lo había pensado. —La llevaré a su casa Fernanda— Dijo mientras subíamos al auto. —Señor no es necesario, me puede dejar en el centro de la ciudad y de ahí puedo tomar un taxi— Le respondí apenada. —De ninguna manera, usted no se irá sola, yo la llevaré y cada vez que salgamos tarde de la noche, créame que así será— Respondió finalmente. De repente veo el auto un poco más detenidamente, su color es n***o, vino a mi mente aquella noche. Pude recordar cuando aquel desconocido detuvo su auto y empezó a hablarme. Había levantado la mirada lentamente y aunque no sostuve tanto tiempo mi vista hacía él, estaba segura que podría reconocerlo. ¡Oh maldita sea! Mi jefe es quien abusó de mi hace casi seis años.
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