Sebastián aparentaba delante de mi ser una persona buena, pero la verdad es que yo sabía que detrás de eso, no había nada bueno.
—Señor tiene una hermosa familia— Le dije con una sonrisa.
—Gracias, ¿Te gustaría venir esta noche conmigo? Mi madre cumple años y le haremos una pequeña cena— Dijo Sebastián, dejándome bastante asombrada.
—Creo que no encajaría en esa cena señor, solo soy una simple secretaria— Le respondí.
—No eres una simple secretaria para mi, así que tú serás mi invitada esta noche, estoy segura que mi madre y mi hermana estarán feliz de ver una nueva cara en casa.
—No estoy segura señor, le agradezco la invitación pero no me gustaría que me hagan sentir al menso en una mesa de gentes ricas como ustedes.
—Nosotros somos muy humildes, así que ven conmigo para demostrarte que lo que digo es así— Insistió un poco mas.
—Está bien señor, al final de todo usted es mi jefe..
—No lo decidas por eso, no irías como mi secretaria, si no como una invitada especial— Dijo.
Sus palabras me hacían sentir especial, pero para su mala suerte tenía muy claro lo que quería.
Lo único que deseaba era entrar a su vida para hacerle pagar el mal que me había hecho pasar.
Después de llegar a casa, estuve pensando seriamente si era prudente ir a casa de Sebastián.
Después de tanto pensar, tomé una ducha, me dije a mi misma que no podía ser tan tonta, oportunidades cómo estás no se darían siempre.
Así que no dude en estar lista a las siete d Elva noche.
Después de vestirme de acuerdo a la ocasión, fui hasta la sala para decirle a mi madre que saldría a un compromiso, sin embargo, me he llevado una gran sorpresa.
Sebastián estaba sentado en el sofá, en sus manos sostenía una taza que aparentemente tenía café.
—Buenas noches— Dije asombrada.
—Buenas noches— Respondió Sebastián, rápidamente dejó la taza sobre la mesa pequeña y se levantó del sofá.
—Hija, tu jefe estaba esperándote, mientras lo hacía le ofrecí una taza de café, además me estuvo hablando sobre él y su empresa— Dijo mi madre muy cómoda con su presencia.
—Mamá te pusiste a preguntarle cosas a mi jefe, seguro se sintió incómodo— Le dije un poco apenada.
—No se preocupe Fernanda, si madre ha sido muy amable— Dijo con una sonrisa.
—¡Está bien! Creo que ya podemos irnos— Dije.
Sebastián se despidió de mi madre y luego salimos hasta su auto. Me sentía un poco extraña porque sé que apenas estaba conociendo a mi jefe, aunque en realidad lo conocí hace cinco años.
—Fernanda está usted muy bonita esta noche— Dijo sin pena alguna.
—Gracias señor— Le respondí.
—No me llame señor, puede decirme Sebastián por favor, me hace sentir muy mayor de edad y solo tengo 30 años de edad— Respondió.
—Es usted muy joven, me imagino que tiene todo lo que desea en la vida.
—No te creas Fernanda, aún no lo tengo todo, algún día espero poder tener una familia, una esposa y muchos hijos— Dijo.
Su respuesta no era de una persona que pudiera ser tan atroz, sin embargo era uno más que trataba de engañar a la gente y a la vida.
Al rededor de las 7:30 pm llegamos a la mansión de Sebastián, sus lujos no me sorprendieron, imaginaba que era un hombre rico desde aquella noche.
—Bienvenida a mi casa Fernanda—dijo Sebastiana mientras entrábamos.
Fuimos directamente a la sala, una joven estaba bajando las escaleras, recordé que ella era la chica de la foto.
—Buenos noches— Dijo la joven muy sonriente.
—Ella es Natasha, es mi hermana menor— Dijo Sebastián.
—Mucho gusto en conocerte Fernanda. Hace mucho que no teníamos una mujer en casa, finalmente Sebastián se decidió, después de su fracasado matrimonio— Respondió Natasha mientras me abrazaba y decía aquellas palabras con un poco de burlas.
—Natasha ya supera eso por favor, además no podemos hablar de esas cosas a nuestra visita, allí queremos que se sienta bien— Le respondió Sebastián.
—No se preocupen, no pasa nada, yo también tengo familia y sé cómo es esto— Respondí con una gran sonrisa.
—Me caes muy bien, finalmente hay alguien que me entiende— Dijo mientras me tomaba de la mano y me llevaba hacia otro lugar.
Caminamos un poco, hasta salir afuera de la mansión, en el área del jardín había una pequeña mesa para cuatro personas.
—Le hemos preparado una pequeña cena a nuestra madre por su cumpleaños, ella es muy especial para nosotros— Dijo Sebastián con sus ojos aguados.
—Así es, mi madre es muy especial, espero que le caigas tan bien como a mi— Respondió Natasha.
Tomamos asiento, mientras estaba de espaldas de repente escuché una voz. Rápidamente me levanté de la mesa, al igual que los demás.
—Hola mamá, feliz cumpleaños— Dijo Sebastián corriendo a abrazarla. Natasha lo acompañó también y la abrazó.
Me quedé algo asombrada, su madre estaba en una silla de ruedas y no era capaz de hablar, solo podía sonreír, y mover sus manos.
—Mamá te quiero presentar a Fernanda, ella recientemente entró a trabajar a ma empresa— Dijo Sebastián muy conmovido.
Ella me miró y sonrió, extendió su mano para que la tomara y así lo hice.
—Ella se llama Georgina— Dijo Natasha.
—Mucho gusto señora Georgina, es usted muy bonita, le he traído un pequeño presente que espero que le guste— Le dije conmovida. Recordé que mi madre también tenía su edad y podía estar en su situación.
Le entregué una pequeña caja que saqué de mi bolso, ella la abrió, había un hermoso broche, y sin dudarlo lo agregó a su ropas, con su gesto me dio a entender que estaba contenta por conocerme.