El acercamiento.

1117 Words
Durante la cena cantamos cumpleaños, Georgina se veía visiblemente contenta, y además sus hijos también lo estaban. Después de culminar la cena, la enfermera regresó para llevársela a su habitación, les tocaba tomarse algunas pastillas. —Chicos yo también los dejo, mañana tengo que presentar tesis, y debí estudiar un poco más— Dijo Natasha, seguido de eso se despidió y se marchó. Sebastián y yo nos levantamos de la mesa, creí que era prudente irme por la situación de si madre. —Lo mejor es que ya regresé a casa, su madre debe descansar— Le dije mientras nos dirigíamos a la sala. —No es necesario que te marches, ella estará bien en su habitación— Respondió. —Prefiero irme, disculpe— Le respondí apenada. Sebastián no tuvo más remedios que aceptar regresarme a casa. El camino fue muy silencioso, pensaba en su madre y en lo que ella sufriría cuando viera a su hijo llorar de dolor. No quería lastimar a nadie que no fuera él, así que tenía que ser muy minuciosa para no lastimar a nadie más. Al rededor de las 9:20pm de la noche, llegamos a mi casa. Sebastián abrió la puerta personalmente para que me bajara, era muy caballeroso. —¿Puedo preguntar que le ha pasado a tu madre?— Dije mientras caminábamos hacia la puerta de mi casa. —Hace cinco años y un poco más que mi padre se quitó la vida. Justo en el momento en que mi madre entró al despacho, mi padre se disparó en la cíen. Fue algo muy duro para ella, desde ese día cayó al piso y no ha caminado más y además de eso, no ha pronunciado una palabra— Dijo mientras se le hacía un nudo en la garganta. —Lamento mucho lo de tu padre, eso debió ser muy doloroso para ustedes— Le respondí apenada. —Muchas gracias, no ha sido nada fácil para ningunos. Hace cinco años yo también cometí el peor error de mi vida, pero de eso no quiero hablar— Finalmente dijo. Aquellas palabras de Sebastián, me confirmaron que aquella noche fue él quien cometió una atrocidad contra mi. Desde ese mismo instante empezaba a odiarlo, y a no dudar en hacerle pagar todo lo que me hizo. —Lamento mucho todo eso. Tengo que entrar, mi madre no duerme hasta que no llego a casa— Le respondí con una leve sonrisa fingida. —Espero que descanses y que la hayas pasado bien— Dijo con una sonrisa cautivadora. —La he pasado genial, me encantó conocer a tu familia, aprecio mucho que me haya invitado, apenas nos conocemos. —No es necesario conocer tanto a una persona para saber que la quieres en tu vida— Respondió, seguido de eso se marchó, subió a su auto h se fue. Aquellas palabras me habían dejado asombrada, él dijo que no era necesario que ‘ Conocer tanto a una persona para saber que la quieres en tu vida’. Si algo tengo en esta vida, es que no soy una mujer tonta, así que entendí perfectamente sus palabras. Me dije a mi misma que las cosas no podía están saliendo mejor. La mañana siguiente. —Buenos días mamá, ¿cómo dormiste?— Pregunté mientras tomaba una manzana roja de la mesa. —Muy bien hija, y veo que tú también lo estás. ¿Desayunas?— Preguntó mientras me daba un beso. —No, mejor me voy a la oficina. No quiero llegar tarde, me llevaré esta manzana y la comeré en el camino. —¡Esta bien! Tu jefe es muy encantador, ¿No crees?— Preguntó con doble intención. —Lo es mamá, lo es, ahora tengo que irme— Salí corriendo de allí, no quería que mi madre dijera algo que me dejara al descubierto delante de ella. Si mi madre se diera cuenta de los planes que tengo, posiblemente no me permitiría concretar mi venganza. Me tomé una treinta minutos en llegar a la empresa, el tráfico estuvo muy pesado hoy. Al llegar a mi escritorio, lo primero que pude notar fue que había una rosa roja. ¡Una hermosa rosa roja! No pude evitar olfatearla un poco, su olor me encantaba. De repente mi jefe sacó la cabeza desde su oficina, me di cuenta al instante que me estaba mirando, sentí un poco de vergüenza y rápidamente la dejé nuevamente el escritorio. —¿Puede venir Fernanda por favor?— Preguntó. Sin decir nada, fui hasta la oficina de Sebastián, sentía vergüenza por lo sucedido hace apenas unos instantes. —Buenos días señor— Dije con la mirada hacia abajo. —Buenos días Fernanda, ya le dije que me puede llamar por mi nombre— Dijo con una gran sonrisa. —Disculpe es que no me acostumbro a decirlo. —¡Inténtelo! ¿Le gustó la rosa?— Preguntó mientras se levantaba de su silla. —Si, gracias. No se hubiera molestado. —No fue ninguna molestia, realmente quería agradecer que me haya acompañado a la cena de mi madre. —No fue nada ‘señor’, perdón; Sebastián— Respondí. —Me gustaría que me acompañara a un lugar esta noche, ¿Tiene disponibilidad?. —No lo se, quizás no esté bien que ande con mi jefe, las personas siempre piensan lo que no es— Respondí. —Por las personas no se preocupe, realmente siempre hablarán, además iré por usted a casa, de echo pasaré por usted a las 8:00 pm— Finalmente dijo. —Si no tengo más remedios, que así sea. —Verá que no se arrepentirá Fernanda. Ahora saldré a una reunión, es posible que no regrese, por favor que todo esté en orden y cualquier cosa importante, no dude en llamarme— Dijo Sebastián, seguido de eso se marcho de la oficina. Su presencia me ponía un poco nerviosa, esperaba a un hombre malhumorado y de carácter difícil, pero ha sido todo lo contrario. Relamerme ese hombre sabe cómo actuar.
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