Me levanté después de ver que Sebastian se había quedado dormido, fui hasta el baño. No pude evitar llorar y sentirme decepcionada de mi misma, no era posible que haya caído entre sus brazos. Tenía una venganza que cumplir y era claro que no podía permitir que nada me lo impidiera. Tomé una ducha y sin darme cuenta era ya Sebastián estaba junto a mi. Una vez más sentí sus besos y sus manos. Tocó mi cuerpo pero esta vez todo fue más rápido. Después de mi luna de miel debí retomar todos mis planes, así que por el momento olvidé que ese hombre merecía sufrir. Disfrutamos de los próximos días de la luna de miel, quizás era lo mejor que podía hacer, Sebastian creería que realmente lo amaba cuando no era cierto. Solo buscaba cada día hacerlo sufrir un poco más. En mi mente había una meta