Malek Comencé a caminar decididamente rumbo a mi camioneta, sin soltar la mano de Adeline. Estaba muy enojado pero también desconcertado, esta chica había sobre pasado los límites de mi paciencia, aún así no pude negar que fue muy ingeniosa. Sentí unos deseos incontrolables de castigarla sobre mi cama. Y hacerla gemir suplicando mi perdón. Exhalé fuertemente a través de mis narices todo el aire de mi pulmones y le apreté con más fuerza la mano, pero no la miré. -¡Hey! alto me lastimas- dijo frenándose en seco y soltándose de mi agarre. Quedé congelado dándole la espalda. Apreté mis puños duramente. No voltee a verla. Intenté relajar mi postura acariciándome cabello y luego el mentón. Volví a inhalar. -¿No te gustó la broma? yo creí que...- hizo una pausa que congeló mi corazón.