ABOGADA Y BILLONARIO

1881 Words
Tarde o temprano se encontrarán el tiempo y el olvido. Tus recuerdos se desvanecerán como lejanos sueños. Y un día despertarás, lo intentarás pero sólo quedará el vacío. 20 años después Adeline -Ady, tengo algo que podría interesarte- dijo mi jefe mientras pasaba por fuera de mi oficina rumbo a su despacho. Sabía que con esa frase podría llamar mi atención Mi jefe sabía que yo no aceptaría cualquier caso, yo estaba para cosas grandes y mi reputación lo afirmaba. Con sólo 25 años me había convertido en la más hábil y reconocida abogada ambientalista de la ciudad y por que no decirlo también del estado. Mi nombre sonaba con fuerza en los casos más complicados. Y si un caso era imposible, ahí estaba yo incorporándolo a mi carpeta; aceptar un litigio significaba horas interminables de estudios, de papeleos, de reuniones durísimas con los litigantes y como si fuera poco un denso juicio final en la corte. Yo no estaba para bobadas. Tomé mi agenda y mi boligrafo favorito, me levanté con determinación de mi escritorio y caminé rumbo al despacho de mi jefe, me apoyé en el dintel de la puerta y llevando la punta del lápiz a mi mentón le dije: -Espero que sea grande George. -Oh querida, si que lo es. Avancé para tomar asiento al frente de mi jefe, éste inspiro profundamente y llevó ambas manos detrás de su cabeza. -Tengo un caso que se ha dado por perdido y ha rebotado de buffet en buffet sin éxito- se acomodó el cabello para atrás esperando ver alguna reacción en mi rostro, pero yo como siempre continuaba implacable, sus palabras no me intimidaban en lo más mínimo. -Continua....- le dije serena. -Decidí aceptarlo por que se que eres la mejor, aunque me cueste admitirlo- sonrío sarcásticamente. Con mi jefe nos llevábamos muy bien, el confiaba plenamente en mí pero siempre habíamos tenido una divertida competencia de egos. -Vamos George no tengo todo el día, suéltalo ya- dije apoyando un codo sobre en la mesa y sujetando mi cabeza con mi mano. - jajaja sabía que te intrigaría- dijo mofándose - ¿Cómo no? si te has dado más vuelta que pez recién salido del agua- ya me estaba impacientando, ¿Por qué tanto misterio? -Bien, tomé el caso de AS Oil Enterprise- dijo mientras recostó su espalda sobre su lujosa silla para esperar mi reacción. -¡¿Qué tu qué?!- le dije levantándome de golpe de la silla -Como oyes, el caso es nuestro- me guiñó un ojo- confío en que tu lo sacarás adelante- puso ambas manos sobre su pecho. -¡Dios Santo George!, no se que decir... -Con un "gracias" es suficiente- en su cara se dibujó una sonrisa complaciente -¡Gracias!, no te defraudaré George, daré lo mejor de mí- lo cubrí con un apretado abrazo -Ya basta, ahora ve a trabajar Ady, tenemos el tiempo en contra- sacó mis brazos de alrededor de su espalda para apartarme. A mi jefe le cargaban las muestras de cariño, y mucho menos el contacto físico. Sin embargo, a pesar de su forma extraña de relacionarse con las personas, yo lo consideraba un amigo. El caso de AS Oil Enterprise como nosotros lo llamábamos en el mundillo de los abogados, era como una espina clavada en tu pie, mientras más intentabas sacarla más se hundía, y de un día para otro dejaste de intentarlo y solo te resignaste a vivir con ella. La empresa petrolera más famosa de Estados Unidos y la tercera más poderosa a nivel mundial, tenía cientos de demandas medioambientales en su contra, y jamás de los jamases había perdido un juicio. El nivel de coima que ofrecía era ridículo, y era por esto que siempre se salían con la suya, habían logrado comprar hasta el papa y eso era lo que más me enfurecía. Ningún buffet quería tomar el caso, porque eso significaba perdida segura y además misteriosamente el buffet terminaba desapareciendo. Jamás me imaginé que George tomaría un caso así, aunque yo se lo había mencionado un par de veces; el riesgo de perderlo todo era altísimo, sin embargo el confió en mí, y yo no lo decepcionaría aunque me tuviese que quemar las pestañas en ello. -¡Ely!- chillé al volver a mi oficina Elizabeth era mi fiel asistente, era tan ordenada y eficiente que yo la adoraba. -Jefa- apreció casi corriendo por mi puerta- ¿Qué necesita? -Ely, escúchame bien- le dije mientras tomaba asiento detrás de mi escritorio Ely abrió los ojos como una lechuza en plena noche. -Hemos tomado el caso de "AS Oil" Mi asistente perdió todos los colores de su cara, y tuvo que tomar asiento de inmediato en la otra silla disponible de mi oficina. -¿Que dice jefa? -Lo que escuchas, el caso es mío....nuestro- le clavé la mirada Ely comenzó a inspirar y expirar repetidas veces para buscar la calma, y una leve palpitación apareció en su párpado derecho. -Pero Adeline- solo me llamaba así cuando estaba realmente preocupada o cuando quería convencerme de algo -No creo que sea.... -¿Acaso no confías en mí, en mis capacidades Elizabeth?- la interrumpí bruscamente, no había nada en el mundo que me molestara más que dudaran de mi. -Jefa si....sólo... es que usted conoce como son esos señores- dijo temerosa -¿Que?, ¿lo que publica la prensa?, si te refieres a eso, son puras especulaciones y no me intimidan- dije tratando de sonar convencida, pero la verdad era que a mi también me preocupaba lo mismo que a mi asistente. AS Oil Enterprise era una empresa famosa, pero su fama no era precisamente por su poder o su éxito con el oro n***o; si no más bien la fama era por jugar sucio en todos los ámbitos. El gigante conglomerado había sido fundado por Adil Al Saud que en los años 50´s había encontrado petróleo en el patio de su casa en Riad, capital de Arabia Saudita. Dado a su habilidad con los negocios hizo crecer su imperio como la espuma, en tan solo 10 años ya contaba con 200 pozos petroleros en su país, además de fundar marcas para aceite de autos y otros. Como su visión empresarial era grande, no dudo en trasladarse de país en busca de oportunidades de negocios y fue así como llegó a Canadá a mitad de los años 60´s junto a su esposa e hijos. Adil Al Saud había tenido una generosa descendencia y entre sus nietos siempre destacó uno, el joven Malek Al Saud quién era un prodigioso niño, con un elevado coeficiente intelectual y muy hábil para resolver problemas, él era el candidato perfecto para heredar el gran imperio de su abuelo. Recientemente el magnate Adil, había enfermado gravemente y debido a esto Malek a la edad de 28 años asumió como amo y señor de “AS Oil Enterprise”, el gran gigante contaba con más de 5.000 sucursales alrededor del mundo y con otros cientos de pozos petroleros en Arabia Saudita, Canadá, Venezuela y Estados Unidos, su patrimonio había sido evaluado en más de $ 5.5 billones de dólares americanos. -¿Estás conmigo en esto Ely?- la miré directamente a los ojos, esperaba un si por respuesta porque a decir verdad no sabía que haría sin mi asistente. Elizabeth pasó saliva como si fuera cristales pero finalmente dijo: - Claro que si jefa. -Bien, no tenemos tiempo que perder. Quiero que me busques absolutamente todos los casos ambientales en los que ha estado envuelta la compañía, y los nombres de todos los jueces que han llevado sus juicios. Ely anotaba rápidamente todas mis peticiones en su tablet. -También necesito que me des los nombres de todos sus abogados americanos y extranjeros. Ely asentía con la cabeza mientras escribía en el teclado virtual. -Creo que eso es todo....- Ely se levantó para dirigirse a su escritorio -¡Ah! también hay algo importante. Quiero que consigas el nombre del nieto de Adil Al Saud, supe que él asumió el control total de la compañía Ely volvió a desenfundar su tablet y rebuscó en google. -Malek Al Saud se llama jefa- me dijo sin despegar la mirada de su pantalla -Bien, quiero una cita con él- dije tajante -Adeline, me temó que eso será imposible. Ellos no reciben a nadie, si me permites creo que deberíamos agendar una reunión con sus abogados. -Ely, no te estoy preguntando, consígueme esa cita a como de lugar- le hablé claro y fuerte -Si jefa- respondió ella tensando su espalda. Pobre Elizabeth mi carácter no era el mejor cuando algo se me metía en la cabeza, no había nada que me podía sacar de ahí, mi tesón y determinación eran enormes y no pararía hasta ganar éste caso. ********* Malek El gran día había llegado, al menos mi madre lo pensaba así. Para lo que me habían preparado toda la vida, iba a pasar hoy. Hoy iba a a asumir el control total de AS Oil Enterprise. Debido a la delicada salud de mi abuelo Adil, el puesto de CEO del conglomerado petrolero era mío. La noticia no me tomó de sorpresa en lo más mínimo, ya que llevaba trabajando codo a codo con mi abuelo desde hace más de 3 años. Para mí no era nada más que un cambio de título porque seguiría haciendo prácticamente lo mismo, la única diferencia sería que ya no necesitaría la autorización de mi abuelo para cerrar negocios, explorar otros horizontes y lo que más me gustaba a mí: cavar enormes pozos petroleros en cualquier parte del mundo. No me importaba nada, si arrasábamos o no con la fauna y flora o con las pequeñas poblaciones aledañas, no había nada, absolutamente nada que mi dinero no pudiese comprar. -Hijo estoy orgulloso en el hombre en que te has convertido- me dijo mi cansado abuelo desde su cama -Trabajé duro abuelo para hacerte sentir orgulloso- le dije tomándole una de sus agrietadas manos. -Solo tengo un consejo: dirige la empresa con sabiduría Malek, que la ambición no nuble tus ojos y piensa siempre en tu prójimo antes de actuar- presentí que mi abuelo me daba ese consejo con alguna doble intensión que en ese mismo momento no fui capaz de entender. En mi primer día como cabeza de la empresa, lo primero que hice fue sentarme en el acomodado Berger, que antes era de mi abuelo y llevar mis manos por detrás de mi cabeza, mire a través del gran ventanal que me daba vista plena al centro de New York, y pensé....¿Porqué no? Se dibujó una sonrisa maliciosa en mi rostro y lo hice, di luz verde a todos los proyectos que estaban siendo frenados por el corazón blando de mi abuelo, 1.000 hectáreas de bosque nativo desaparecerían en un abrir y cerrar de ojos, para levantar una de mis nuevas sucursales, que me ayudaría a seguir obteniendo el tan preciado oro n***o. Había olvidado como ser gentil, como pensar en el resto y ni hablar de la empatía. Mi personalidad se había vuelto implacable y sumamente calculadora, tenía una reputación que cuidar y más ahora que me había convertido en el Billonario más joven de la historia.
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