Espía

1827 Words
Me desperté muy emocionada, nada como tener la certeza de que tienes todo bajo control, la idea de saber que iba a descubrir cosas nuevas me hacía muy feliz. A eso de las 11 de la mañana mi primo llegó a casa, se me hizo extraño porque a esa hora siempre estaba trabajando, no dude en preguntar si algo malo había pasado. —Querido primo Fernando, ¿cómo estás? ¿Pasó algo? —pregunté inquieta. —Amandita, me encuentro muy bien. Calma, no ha pasado nada, solo quería saber si Luciano estaba aquí, ya que lo he buscado toda la mañana y me ha dicho su nueva secretaria María que estaba en casa —contestó. —Lo siento, pero no está aquí, seguro hubo un malentendido, en cuanto sepa algo te aviso. Pude notar que mi primo Fernando estaba agobiado, el hecho de no encontrarlo realmente no le gustó, pero más que disgusto era decepción. Me dejó pensando en lo que había dicho sobre María, no entendía por qué ella decía mentiras sobre el lugar donde estaba mi esposo. Tomé mi teléfono celular para ver por medio de la cámara qué estaban haciendo, ese parecía ser mi nuevo pasatiempo. Me acomodé en mi cama para ver todo más tranquilamente, ya había pedido el almuerzo a un restaurante para no perder tiempo en cosas de la casa. Por suerte el collar funcionaba a la perfección, precisamente en el momento en que me conecté vi que María estaba en la oficina de Luciano, lo que significa que ambos estaban juntos y por alguna razón le mintieron a mi primo, quien frecuentaba a mi esposo debido a su relación de negocios. Mi primo Fernando era un hombre adinerado, solitario y sensible, solo le llegué a conocer una novia, pero su relación fue un fracaso total. Se encontraban ambos en la oficina, ella estaba sentada encima del escritorio, asunto que me pareció muy extraño. Pude ver sus largas piernas cruzadas balanceándose, Luciano estaba de espaldas, parecía estar sirviendo unos tragos de whisky, lo cual dejaba en evidencia que no se trataba de una simple reunión de trabajo. Quedé atenta a lo que podía escuchar: —Jamás pensé que fueras un hombre tan atento —dijo María mientras su cuerpo se movía en forma de coqueteo. —Siempre trato de dar lo mejor de mí cuando algo me importa, sé que contigo a mi lado las cosas estarán mejor en la empresa, toma este trago, quiero que te relajes un poco mientras salimos a almorzar —mencionó Luciano mientras le entregaba el whisky. —No sé qué pensar de todo esto, es extraño que me estés hablando de esa forma, es como si se te olvidara el papel que ocupo en la vida de tu esposa. Aunque no puedo negar que me gusta todo lo que pasa, me parece que eres un hombre realmente interesante. —Sé que eres su mejor amiga, pero también podemos ser amigos si estás de acuerdo, claramente. Sin embargo, quiero pedirte que todo lo que pase en esta empresa se quede aquí, nadie puede saber de mis asuntos personales, ni siquiera Amanda, sé que la quieres, pero no mezcles lo profesional con tu vida privada. —Claro que sí, jefe. ¿Por qué hizo que le negara a Fernando que estabas aquí? —Solo no quería verlo en este momento, no preguntes más. En ese momento Luciano bebió su trago rápidamente, se acercó a ella, aunque parecía indeciso, la tomó de la cintura mientras la miraba a los ojos, parecía no estar seguro de lo que iba a hacer. En ese momento mi corazón se agitó, podía ver por la cámara lo cerca que estaban, ninguno daba un paso más, pero era evidente que ambos deseaban que sus bocas se juntaran. — ¿Qué haces Luciano? —preguntó Amanda. —Lo siento, te vi sentada aquí de esa forma y no pude evitar mis deseos de darte un beso —contestó mientras se acercaba un poco más. Sin preguntarle si estaba de acuerdo o no dio el paso al acto, se besaron por unos segundos, ambos lo estaban disfrutando, pues ninguno se retiró. En ese momento mi corazón estaba a punto de explotar, esa sensación de saber que la persona en la que has confiado toda tu vida no es lo que parece hace que tu mundo se derrumbe. Mis latidos empezaron a aumentar, mis manos temblaban y sudaba frío, sentía un dolor en el estómago como si hubiera comido muchísimo. En ese instante pensaba que no merecía lo que me estaba pasando, a pesar de que no era perfecta me había comportado muy bien todo este tiempo, solo tenía ojos para él, mi mundo giraba en su propia esfera, era realmente desgastante. Adicional a eso, la forma de actuar de mi mejor amiga me dejó sorprendida, si fuera leal lo hubiera rechazado de inmediato, aun sabiendo que podría perder su trabajo. Me costaba pensar que la misión le interesaba tanto como para dejarse besar por mi esposo. En la sociedad actual la infidelidad se empieza a normalizar, incluso las relaciones dejan de ser de dos para pasar a tener tres integrantes. A veces hace parte de un acuerdo entre los implicados, pero en la mayoría de casos se oculta al tercero. Ese parecía ser mi caso, tal vez mi esposo tenía muchos deseos que yo no conocía y en los que no estaba incluida. Me senté temblando en el sofá, tenía rabia, ansiedad y miedo, mi mundo se estaba desmoronando, si decidía terminar mi relación con Luciano dejaría de ser esa chica de la alta sociedad que todos conocían, tendría que enfrentarme a la vida yo sola. Pasó mucho tiempo mientras estuve en crisis, al ver la cámara de nuevo pude notar que estaban en un restaurante muy fino, incluso la mesa en la que María y Luciano se sentaron estaba reservada. — ¡Qué lugar más hermoso, nunca había comido en un lugar así! —dijo María sorprendida. —Me lo imaginé, por eso quería sorprenderte y mostrarte las cosas que puedes disfrutar si decides serme fiel —contestó Luciano mientras caballerosamente corría la silla en la que ella se iba a sentar. — ¿A qué te refieres con serte fiel? No entiendo, jefe. —Si trabajas conmigo notarás tal vez cosas inusuales, si quieres que todo siga funcionando a la perfección no puedes decírselas a nadie, todo lo que pasa en la empresa se queda allí, no quiero que hagas preguntas y no molestes a las personas que tienen la manilla roja. —Me queda claro, solo espero que no tenga ningún problema por “ser fiel a la empresa”. En ese momento llegó una mujer hermosa y se sentó en la misma mesa, miró a María despectivamente y se sentó junto a Luciano. —Buenas tardes colega —dijo aquella mujer al tiempo que lo saludó dándole un beso en la boca. —Hola linda colega, quiero presentarte a María, será nuestra mano derecha, confió en ella, así que no tendremos problemas —dijo Luciano mientras tomaba su mano suavemente. — ¿Cómo te llamas? —preguntó María mientras miraba seriamente a la mujer. —A nadie le digo mi verdadero nombre, dime como todos lo hacen “Linda”. Luciano se levantó de la mesa para contestar una llamada, mientras tanto las mujeres se reparaban fijamente, era evidente que las ilusiones de María con Luciano se estaban derrumbando, pues se dio cuenta del tipo de persona que era ese hombre. — ¿Te gusta? —preguntó Linda. — ¿Quién? —contestó María tratando de evadir la conversación. —Luciano, claramente. ¿Por qué temes contestar? —No me gusta, solamente soy una de sus empleadas. —Tu mirada cambió desde que viste cómo lo saludé. Te diré algo, no te hagas ilusiones con ese hombre, es muy apuesto y millonario, pero su corazón no le pertenece a nadie, solo a los deseos y el dinero. Después no digas que no te lo advertí. Ahora tendré con él una reunión de trabajo, y no quieres saber lo que ocurre en ese lugar, mejor evítate sinsabores. Desde mi casa no podía creer todo lo que estaba pasando, en muy poco tiempo me estaba dando cuenta que no tenía idea de quién era la persona con la que estaba compartiendo mi vida, lo desconocía totalmente. Mientras lloraba escuchaba atentamente qué más decían en ese almuerzo, necesitaba saber dónde era esa reunión misteriosa, pues cuando Luciano volvió le dejó claro a María que no podía asistir, que esos eran beneficios que se ganaría con el tiempo, pues aun no le tenían la confianza suficiente. No dijeron con exactitud cuál era el lugar, pero quedaron de ir primero a la oficina. Inmediatamente me cambié de ropa y me fui directo para la empresa, mis manos estaban temblando, jamás había hecho ese tipo de cosas y sentía que me estaba sumergiendo en un mundo completamente nuevo para mí. Me escondí detrás de un árbol para esperar el momento en que se encaminaran hacia la reunión, mi plan era esperar hasta que salieran para seguirlos en un vehículo de servicio público. Estaba muy concentrada, tanto así que los ruidos de la ciudad estaban desapareciendo, ya no escuchaba los murmullos de la gente ni el sonido de los autos, solo el latido de mi fatigado corazón. En un momento sentí que alguien se acercaba a mí, por un momento pensé que me habían descubierto, pero no, era un hombre totalmente desconocido, quien se paró justo detrás de mí. — ¿Quién eres? —Pregunté asustada. —Trabajo aquí —dijo mientras señalaba la empresa de Luciano. — ¿Por qué me sigues? —No te estoy siguiendo, solo que parece que buscas a alguien, quiero ayudarte. —No es algo que te incumbe, déjame en paz. —Me llamo Miguel, ¿cuál es tu nombre? Por lo que veo parece que espías a alguien de esta empresa, si quieres puedo ayudarte niña retrechera, me gusta tu carácter, eres diferente. —Soy Amanda, la esposa de Luciano, tu jefe. No quiero que se entere que estoy aquí, es solo que no creo nada de lo que me dice, si me ayudas podría compensártelo muy bien. Necesito seguirlo, tiene una reunión, quiero saber con quién se va a reunir y para qué. —Sé dónde es el lugar, yo te llevo, jamás he estado ahí adentro, pero he recogido mercancía en la parte externa, te llevaré. Miguel tenía una motocicleta para transportarse, me entregó un casco y sugirió que me sostuviera de su cintura para estar más segura. Desde que era una adolescente no me subía en un vehículo así, parecía ser una nueva aventura, además este hombre era realmente atractivo, su sonrisa parecía transparente y leal. Por un momento me sentí diferente, estaba feliz, sin pensar en lo que me esperaba al llegar a aquel lugar.
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