CAPÍTULO V EL Conde estaba senado, rodeado de periódicos, cuando Priscilla se acercó. Ella vaciló antes de hablar y, al mirarla, él notó que se sentía intimidada debido a que llevaba uno de los nuevos vestidos que él había ordenado a Londres. Le quedaba, muy bien y se advertía al instante que era muy costoso. El comprendió al verla, que ella esperaba su aprobación. —¡Estás encantadora!— exclamó, Bates me dijo que había llegado un carruaje lleno de ropa. Espero que te haya gustado. —Es maravillosa, la más maravillosa que he visto nunca, pero me siento un poco extraña… Hizo una pausa y agregó: —¿Realmente… te gusta este… vestido? —Estás encantadora. ¿Es eso lo que quieres que te diga? El advirtió que a ella se le encendía el rostro y comprendió que estaba inquieta, que quería agrada