Complicaciones de un Rescate

1535 Words
Ya estaba de noche, por eso Ashton entendió que era prudente quedarse tras su ciudad fortificada para no exponerse ante cualquier trampa que pudiera haber preparado la princesa Oslen en su contra. Ya se había escuchado algunas de las hazañas de Jelenia Oslen entre los soldados de Valsadia, tales como acabar con un ejército completo en los tiempos en los que estaban terminando los días de campañas militares de Alfred Conrad, o que se llegó a contar el rumor que había sido ella la que ultimó a dicho oficial, pero no pasaba de ser chismes de corredor, aunque en este momento a Ashton le estaba carcomiendo la curiosidad. La princesita estaba ansiosa. Se suponía que ella debía portarse de manera juiciosa ante los anfitriones, si se le pudiera llamar de alguna forma a quienes no la habían recibido en la ciudad a la que había ido a visitar, pero sabía que no podía darse el lujo de mostrar sus dotes de caza, al menos no por esa noche, y como había quedado guarniciones de la cacería masiva que hubo en noches previas, sabía que no debía molestarse en salir a hacer sus quehaceres por esas horas de penumbra natural. — En serio que ese humano es petulante, señoritas. Me ha dejado esperando todo el día, y me imagino que debe tener tanto miedo de la noche, que no se atreverá ni a mirar hacia afuera, no sea que esta vampira le roce con un dedo su delicado rostro. — Farfullaba Jelenia. — Disculpe, princesa, pero no puede pretender que ese hombre sea tan gallardo o apuesto como se ha escuchado por ahí, aunque es muy improbable que él quiera estar con alguien en nuestra condición sin sentirse intimidado. — Acotó una de las damas que acompañaban a Jelenia. — A veces me pregunto si estás en mi contra, Susana. Tengo el derecho a creer que ese humano no es como la mayoría que conozco. Muchas veces fantaseo con esa gallardía que muchos mencionan que lo caracteriza, y si es así, no pierdo el tiempo... — Pausó Jelenia de repente. El ojo de aguja de los portones oeste de la muralla setoniana había sido abierto, cosa que extrañó a los vampiros que estaban apostados allí, pues creían que realmente ningún humano se tomaría el atrevimiento de hacer tal cosa. El rey Ashton Kiedrik en persona estaba saliendo de sus fortificaciones para verse con la princesa Jelenia Oslen y darle lo que había pedido. Sin embargo, él no había Sido tan tonto de presentarse así porque sí ante aquella vampira caprichosa, porque fuera ella o no la que había mandado a ajusticiarlo, era de saberse que no podía darse el lujo de jugar con la fémina, porque más que obvio era que no jugaba de manera honorable. Una serie de antorchas estaban provistas delante del rey, todas preparadas con aceites de ciprés, además de usar la madera del mismo árbol, también había un arquero con su aljaba cargada de flechas, aceitadas también, al lado de cada flama, y por primera vez Ashton exponía su traje hecho con el tan apreciado diarconte, mismo material precioso que fueron a buscar a Carinty o por el que por poco dicho hombre sucumbía. Jelenia salió al encuentro de Ashton como si se tratara de su amor que la encontraba en el altar vestido de su traje de gala militar, pero este brillaba bastante para ser de noche y apenas iluminado con las antorchas a cada lado, no se podría imaginar a plena luz solar. Sin embargo, la vampira aprovechó que pudo dar un vistazo, y recordó a un humano por el que ella suspiró por varios años, pero que tristemente perdió la vida sin que ella pudiera evitarlo. — Ya estoy aquí, princesa vampira Oslen. Aquí le entrego a las mujeres que he tenido como me lo ha pedido, aunque tengo una curiosidad, ¿Cuál es el interés de la realeza por recuperar a estas tres mujeres? Sólo parecen tres callejeras que no portan ni un gen de nobleza encima, podría pensar que sí son importantes para alguien en particular en el reino vampiro, tendría que volverlas a encarcelar y encerrarlas para encadenarlas y exponerlas a una muerte tortuosamente lenta. — Reveló el rey humano. Jelenia estaba nerviosa; no sabía qué responderle a aquel hombre, porque sabía que si abría la boca para mencionarle el hecho que la dichosa Eishla era requerida por su hermano para hacerla reina, eso podría traer a colación la posible desaparición de esa mujer, cosa que a ella poco le importaba, pero como estaba cada vez más interesada en el hombre que tenía frente a ella, no quería que su pariente lo tomara en serio para que acabara con su nueva oportunidad de realizar su sueño pospuesto. — Ella es sólo una intrusa que no debió estar aquí interviniendo con nuestros planes, y a los tales debemos recuperarlos para darle castigo, mi rey. Ya han sido muchos los estragos que nos ha causado sus interferencias, como la del deceso que sufrimos recientemente de un rastreador de clase A, que tratando de dar con ella, parece que se encontró con una flecha perdida, justamente en estas inmediaciones. — Contestó Jelenia para contraponer todo lo que tenía pensado decirle a Ashton. — Si hubiera sido un rastreador clase A, como usted alega, no se hubiera expuesto tanto como para recibir un golpe que acabara con su vida. — Respondió Ashton un tanto confundido. Realmente Ashton recordó que había sido el precisamente el que hirió a ese tal rastreador, y justo esa noche cuando eso sucedió, Eishla estaba también merodeando por las afueras de las murallas setonianas, pero ella siempre había alegado que tal tipo no andaba tras ella, o eso él quiso creer. Ashton decidió finalmente entregar el pedido de la princesa Oslen y dar por terminada la conversación, sacando por la puerta de la aguja a las tres mujeres, aunque estaban todas encapuchadas, de forma que la solicitante no pudo verles la cara. Las muchachas no sabían cómo tomar la iniciativa de Ashton, ya que sobretodo sabían que aquella mujer era buena para decir mentiras y envolverlas en un lío, tanto que las tres se asustaron cuando escucharon que la loca de Jelenia había mencionado que el rastreador caído andaba buscando a la más solicitada, lo que pudo haber hecho entender a ese hombre que sí lo llevó allí inconscientemente o que después de haberlo dirigido, a él y a su compañero. — Señoritas, este hombre tiene maneras muy sutiles de vengarse. Nos ató y nos va a llevar a nuestro verdugo sin derecho a defensa… Maldito rey Kiedrik… — Refunfuñaba Zascha. — También estoy sorprendida, pero si nos toca vivir esta hermosa experiencia… Eishla, ¿Tienes un plan para soltarnos? — Intervino Niurka. — Estos grilletes no son de oro sólido, si lo fueran estuviéramos en el suelo porque nos hubieran debilitado hace tiempo. — Reparó en decir la aludida. En ese mismo instante las tres mujeres empezaron a forcejear incesantemente para zafarse de los grilletes que las sujetaban, pues no estaban dispuestas a irse con su más esmerada enemiga, sobre todo Zascha, que era cierto que hasta el momento la princesa del reino vampiro no tenía nada en contra de ella, se la tendría a partir que viera que no daba con la hechicera por haberse escondido detrás de esa otra mujer a la que tanto detestaba. Fueron escoltadas las tres damas, caminando con dificultad gracias a los grilletes que sujetaban tanto sus muñecas como sus tobillos, que luego que fueron pasadas a la parte exterior de las murallas de la ciudad humana setoniana, que una vez fueron depositadas fuera, todo el humano allí presente entró a su refugio. Los hombres que andaban con la princesa habían echado mano de las vampiras que habían sido liberadas, pero cunado justo iban a descubrirlas, de repente comenzaron a correr las tres mujeres que habían sido escoltadas fuera de la ciudad fortificada, armándose una estampida tanto de parte de ellas como de los guardias que andaban que las habían ido a recobrar. — ¡No dejen escapar a esas percusias, buenos para nada! Se supone que ustedes son soldados entrenados para que se dejen ganar de tres delincuentes si hogar como esas. — Vociferaba Jelenia como loca. — Mi rey, ¿Por qué no hizo nada para atrapar a todos esos vampiros que ya tenía en sus manos? — Le reprochó uno de los oficiales que estaba de guardia en la puerta a Ashton. — Cuando tengas mi cargo, tú decides lo que es mejor para Valsadia, soldado. Ashton se portó rudo, como era muchas veces su costumbre, con aquel soldado, pero no podía exponer sus sentimientos por la que era su vampira favorita allí. Sin embargo, también tenía que disimular que la risa que le había causado las ocurrencias de sus antes prisioneras y la reacción de la princesa, que dicho sea de paso, le pareció demasiado coincidencia que se pareciera ella a Eishla, sólo que con el pelo mucho más oscuro, y como le hubo comentado Artemio en una ocasión, también Niurka se parecía bastante a su amada, sólo que más baja de estatura y rellenita.
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