Zascha no solía creerles del todo a sus clientes cuando le solicitaban sus servicios, y como su última solicitud la había hecho Jelenia Oslen, la hechicera se dio a la tarea de averiguar para qué motivo estaba aquella mujer exigiendo aquel brebaje.
Toda hechicera en el país de Vidralia tenía una mascota que le hiciera compañía, misma que solía servirle de espía dependiendo el entrenamiento que recibiera de su ama. Obviamente Zascha no era la excepción, contando con una lechuza a la cual ella enviaba a cualquier parte pasando desapercibido, sobre todo de noche.
Inmediatamente la lechuza de Zascha se adentró al bosque, vio al emisario que estuvo en la casa, viendo el propósito con el que se había conseguido el brebaje, llevando la información a su ama.
No obstante, a pesar de haber conseguido la información que necesitaba, Zascha tuvo que retrasarse con su viaje a detener a Eishla, ya que había hecho un encargo de unas hierbas que tenía que recibir de otra ciudad de Vidralia, por lo que estuvo pensando enérgicamente durante esa noche cómo haría para contrarrestar los efectos de la pócima que había preparado contra su antigua amiga.
— Lo sé, Luci, debo hacer algo a favor de Eishla. Me da más miedo estar en contra de esa vampira que de la loca de Jelenia. No le temo a sus aires de gran noble, al fon de cuentas son más ínfulas que nombre, pero Eishla es otra cosa… — Conversaba Zascha con su lechuza, poniéndole en una patita un polvillo que esparciría en un momento indicado sobre la vampira envenenada.
Luci sobrevoló todo el bosque en busca de Eishla, que una vez habiéndola encontrado rumbo al valle de las sombras, arriesgándose a ser vista en pleno alba, ya que era un animal nocturno cuya costumbre son las horas de la noche.
La lechuza esparció el polvo que le había encomendado su ama esparcir, de manera que le cayó todo encima a la vampira, quien se detuvo a estornudar para y sacudirse, no obstante, no hizo un efecto muy significativo a la chica, ya que ella seguía con un semblante sombrío, viéndosele un semblante asesino.
Estando frente al rey de los humanos era como si no estuviera viendo a nadie más que un enemigo al cual debía descuartizar, ni siquiera estaba pensando en el hecho de verlos, a él o a sus hombres, como comida, sólo quería herir a todos los que estaban allí y ver líquido rojo regado en todas partes.
Las orbes de Eishla se habían tornado rojas, sus colmillos se habían alargado lo suficiente para clavarse aun el cuello más robusto, su velocidad se había incrementado, lo mismo que su fuerza corporal, lo que había sorprendido a los humanos apostados allí.
Por supuesto, todos los vampiros que estaban cerca aprovecharon para atacar a los hombres que se dieron cita dentro del valle de las sombras, quien se desvivían por salir de aquel lugar lo más rápido posible, y querían aferrarse al sol, cuyo brillo estaba desviándose en contra de lo que ellos estaban pronosticando, empezando a emerger los nervios entre ellos.
— ¡Con un carajo, señores! ¿Van a dejarse amedrentar por un poco de vampiros? Ya estamos a punto de salir de esta mazmorra, al menos que quieran quedarse a servirles de almuerzo a estos monstruos. — Impuso Ashton.
— ¡Sí, señor! — Vociferó todo el ejército humano.
— ¡Ya oyeron a su rey, caterva de holgazanes! ¡Despabílense! ¡Tenemos una brecha al frente por cruzar! — Interpeló Artemio finalmente.
Aquellas palabras se terminaron convirtiendo en alaridos de victoria, unos que animaron al pequeño ejército de treinta hombres, impactando en ellos mismos la voz de su rey, y de paso a los espectros que estaban al acecho. Pero la que más se impactó en todo aquello fue Jelenia al ver la reacción de Eishla.
La vampira plebeya dejó de atacar a los hombres desde que escuchó al rey de los humanos; era como si había quedado hipnotizada con aquella voz, pero aún más impactante fue verla desplomarse cuando sus oídos captaron la palabra “rey”.
>> Tan bien que iba esa niña atacando a esos maleantes… Ya me estaba saboreando el triunfo que iba a ostentar ante mi hermano a costa de Eishla. ¿Quién será ese hombre capaz de doblegar a mi querida rival? Debo conocer al rey humano en persona… << Maliciaba Jelenia en sus pensamientos.
Zascha había preparado el polvo que había depositado en un frasquito que luego colocó en una de las garras de su lechuza, con el conjuro que despertaría del hechizo de la pócima que le había enviado a Jelenia inmediatamente escuchara la palabra que más había impactado su subconsciente. Por supuesto, la misma era la palabra “rey”, pues lo último que Eishla esperaría en su vida fuera enamorarse de un humano que para colmo fuera el soberano de sus enemigos naturales y a los que los de su especie consideraban parte de su cadena alimenticia.
Una vez habían los humanos recobrado el ánimo, se reagruparon, poniendo un escudo entre ellos alrededor del rey, siendo que los hombres que quedaban a los lados estuvieron defendiendo a todo el grupo lanzando flechas de oro untados con aceites de ajo y ciprés, envenenando hasta la muerte a los vampiros que estaban escondidos entre las grietas y que estaban dispuestos a salir al ataque, habiendo de los que se desesperaron y corrieron con la mala suerte de ser heridos sin tregua.
Jelenia por supuesto había emprendido la retirada, fraguando qué pretexto usaría para ponerse como una general a la que no se le dio la misión por causas externas. Uno de los mayores defectos de aquella princesa era que para nada le gustaba el fracaso, y era experta en buscar a cualquiera para acusarlo de sus errores.
Jensen estaba destapando un vino en señal de triunfo, ya que como Jelenia le había vaticinado que sería una victoria segura, y él al día siguiente estaría exhibiendo la cabeza del rey humano que más le había dado agua a beber durante su reinado, se notaba su desbordante alegría de sólo imaginarse cómo se vería la en su pared de exhibición.
— ¡Cuánto anhelo ver esa cabeza colgando de esa pared, amigo mío! Jelenia me haría el ser vivo más feliz en todo este planeta, Mitch. Sueño con eso con demencia, lo sabes.
Mitch era un hombre de pocas palabras, por lo que sólo se dignó en asentir con su cabeza mientras se agarraba en puente de la nariz con los dedos índice y pulgar derecho.
En el valle, ya todos los hombres del rey Conrad habían salido ilesos del túnel que daba a la salida del valle de las sombras. Por supuesto ningún vampiro salió a escoltarlos, por lo que seguir su camino hasta Carinty sería uno sin el menor contratiempo.
— ¿Qué piensas hacer con la vampira esa de la que se supone estás enamorado, Ashton? — Se atrevió a preguntar el segundo al mando del ejército humano a su rey.
— Como habrás visto, mi querido Artemio, ella se constituyó dentro de este valle como mi mayor enemiga. — Fueron las palabras fríamente emitidas por parte del rey.