Sin Rencores

1420 Words
Ya se había calmado un poco todo el revuelo causado por los altercados y estragos que se había suscitado durante las intervenciones de los vampiros en los diferentes pueblos humanos en el país de Vidralia. Tuvo que recibir el reporte por gente como Marco Morelos, un hombre que por más que se le insistió, no escuchó las advertencias que había recibido; creyéndose el gran señor, por el hecho de sus muchas riquezas, éstas no les fueron suficientes a la hora de defender su vida. Pero su familia, por otro lado, al ver que se prolongaba más la tortuosa espera de los vampiros en las horas nocturnas durante la luna llena, todos los hijos suyos, junto a su esposa, se regresaron a los adentros de las murallas setonianas. En ese sentido, el corazón del rey Kiedrik estaba más descansado, considerando los imprevistos por los que tenía que había pasado, pensando también en los que tenía por delante, como era el caso de enfrentar a los funcionarios uy nobeles de toda la corte humana de todo el país para sopesar los pros y los contras en cuanto a las decisiones que tomó y a los asesinatos cometidos en los días que fue invadida la nación por la sed de sangre de los vampiros, o el caso de juicio que pesaba sobre el ex General Deon Lietnal, quien además era hijo de uno de los ajusticiados por los métodos tan poco elegantes del rey Ashton Conrad Kiedrik. Era el día que se había pautado el juicio en contra de Deon, un día que ya se había apartado mucho antes de todos los eventos durante la última luna llena, y uno que Donald quería se pospusiera, una vez más, ya que quería a toda costa encontrar lo medios para persuadir a los jueces, al jurado y a todo el público en general para así persuadir a la gente para ponerlo en favor de su hijo. — Deon, perdóname, hijo… No me quedó otra alternativa que exponer a tu padre. El rey me puso entre la espada y la pared, lo que me llevó a nombrarlo como parte del complot que armó aquella fiesta, sobrino. — Lloraba Irlan amargamente ante su sobrino. — A mí no tiene que pedirme perdón, tío. Estoy muy consciente la clase de hombre que es usted y quien era mi padre. Si quiere pedirle perdón a alguien, hágalo con mis hermanas, ellas quizás estén molestas con el rey por lo sucedido; de mí puede estar seguro que estoy tranquilo. La serenidad de Deon era una que consternaba a su tío en gran manera; no podía entender como era que su sobrino, estando de luto por la muerte de su padre, ni lloraba ni lo lamentaba, más bien parecía estar agradecido con la situación. No era menos cierta la percepción de Irlan, ya que era de dominio público que la relación de Donald era bastante compleja con su hijo, sobre todo porque siempre se imponía por encima de su vástago y por la forma en la que todo el tiempo había tratado a su madre, y como aquel hombre se vivía lamentando por haber tenido que emparentar con aquella noble, el muchacho terminó repudiando a su progenitor en secreto. La forma de gobernar de Deon siempre fue lamentable, y coincidió con el hecho que aquel hombre comenzó a ejercer su carrera militar justo después que Ashton había empezado su gestión como rey, dando la impresión que Lietnal tenía aversión por el que ahora ostentaba la corona de los Kiedrik, porque muchas fueron las veces que le restregaron en la cara que ese puesto debía ser suyo, y no de ese, que era un bastardo. — Aunque Amelia hubiera estado disponible, ella nunca se habría fijado en tu padre, Deon. Ella siempre supo de mi amor por él, y estaba dispuesta a ayudarme con mi dilema, pero Donald siempre insistió con la idea de que ella fuera su esposa, más que nada por temas de conveniencia, porque él tampoco estuvo enamorado de ella nunca. Su amor era más bien por una vampira, pero sabía que eso no iba a ser bien visto, por lo tanto tuvo que conformarse conmigo, porque también se dio cuenta que le convenía, de lo contrario, tú y tus hermanas no habrían nacido, al menos no de él. — Le manifestó un día, por fin, la madre de Deon. Todo el mundo quería pensar que la actitud tan displicente de Deon era por motivos de rivalidad familiar y por la encarnecida disputa que nunca disimuló Donald. Sin embargo, la verdadera motivación del joven era otra: Como su padre había heredado la fortuna de su madre, éste se empeñó en que ese que lo había engendrado gastara cada uno de los bienes que había recibido de su esposa, a la que el sufrimiento que él mismo le causó le agotara la vida, pensaba el menor de los Lietnal. — Tío… Para nadie en la familia es una sorpresa que mi padre y yo nunca nos llevamos bien, incluso estaba en la milicia porque él mismo me empujó a ejercer la carrera militar, de lo contrario estuviera en otro quehacer, ejerciendo el derecho, por ejemplo, pero a su hermano esa idea no le convenía, por eso me “persuadió”, — Enfatizó Deon encerrando en comillas, — Para dirigirme por la línea que él me había trazado, y no que quedó de otra, tío, ero me alegró que el mismo rey en persona fue y vio todo lo que estaba sucediendo con sus propios ojos. — Se entrecogió de hombros el ex general. — Luces más descansado, mirándote mejor, como si te quitaste un peso de encima. Podría decir que tener a tu padre al acecho todo el tiempo te tenía tenso, y podría decir que te entiendo perfectamente. Al igual que Deon, Irlan también se sentía como un animal de presa. Donald era un hombre que imponía sus criterios y pensamientos por encima de lo que el otro quisiera, por lo que la medida que había usado el rey Kiedrik en contra de aquel funcionario Lietnal, fue una que muchos aplaudieron, puesto que nadie encontraba la manera de salir de ese tipo que ya se había vuelto un mal incurable en todo el reino. — Entonces, ¿Estás dispuesto a asumir tu juicio de manera sosegada? — Preguntó Irlan a su sobrino con tranquilidad. — Hice todo lo que hice de manera consciente, tío, y aunque lo hice entre otras cosas, para vengarme de mi padre, que sé que tuvo que pagar muchas deudas en las que incurrí por el bien de su apellido, al final de cuentas todo está sellado con mi nombre, y es por la parte que voy a encarar mi juicio sin quejas, tío. — Reconoció Deon. Ya más temprano Ashton había estado en la celda de Deon. Había pedido que él mismo fuera el responsable de llevarle la noticia del deceso de su padre, que aunque ya lo sabía, la manera en la que había sucedido nadie se lo había relatado; se enteró por los cuchicheos en los pasillos de las prisiones, aunque no fue algo que le causó mayor resquemor. — En realidad ya sabía que mi padre falleció durante las fiestas que se armaron en las noches pasadas, en las que los vampiros aprovecharon la negligencia de las autoridades para defender al pueblo. — Mencionó Deon de manera despectiva hacia Ashton. — No fue por negligencia de las autoridades, porque te debo recordar que justamente tu padre era parte de esas autoridades. — Remilgó Ashton. — Nunca mencioné el nombre de ninguna autoridad en cuestión, mi rey. — Calmó Deon un poco las ansias de Ashton. — Sé que en mucho tiene que ver lo que estuvo pasando en estos días a mi querido padre, mi rey, que si pudiera agregar a mi defensa, mi padre por su avaricia era capaz de vender su propia alma. Lo que no sabía era cómo había sido su triste final, muy merecido el modo en que le fue cobrada su osadía. Así que en lo que a mí respecta, no tengo nada que reprocharle, rey Kiedrik. El razonamiento al que había llegado Deon fue uno que sorprendió a Ashton por demás, pues él era uno de los que pensaba que aquel Lietnal le tenía un rencor metido hasta los huesos, por lo de su comportamiento en contra de la corona en cuanto a su desempeño en cada provincia a la que había sido enviado.
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