Narra Christopher
Incluso dos semanas después, no logro sacarme a Emma de la cabeza. Cada vez que la veo en el piso de abajo, quiero llamarla para que suba, aunque llevo unos días conteniéndome.
Después de todo, ¿qué tipo de mensaje se transmite si tengo una camarera favorita? ¿Y qué estúpidas tendrían que ser las otras chicas (o los porteros, los camareros o cualquier otra persona que estuviera a sueldo) para no darse cuenta de que ella venía aquí todos los días?
De todos modos, eso no significa que no la haya estado observando para ver qué hace durante sus turnos. O que no la haya programado a propósito durante los horarios en los que voy a estar aquí. También la ayuda. Después de todo, los horarios en los que estoy aquí son los más ocupados, lo que significa que está trabajando con la mejor multitud para obtener propinas.
—Christopher —hago una mueca al oír el nombre y el tono en el que lo dice, pero luego fuerzo una sonrisa.
—Wendy, ¿a qué debo el placer?
Mi hermana nunca viene aquí, así que debe haber algo importante en juego si ha decidido "escapar de la miseria" lo suficiente como para poner un pie en mi club. Solía estar aquí todo el tiempo, bailando y divirtiéndose. Pero luego conoció a un tipo que es gerente de fondos de cobertura y ahora lleva pieles y diamantes y cree que es demasiado elegante para este lugar.
—Quería venir a hablar contigo sobre la cena de este fin de semana.
—¿Qué cena?–no tengo ni idea de qué se supone que va a pasar. Estaba planeando preparar todo para el club durante el fin de semana. Igual que cualquier otra semana.
—La cena en casa de mamá y papá—me mira como si yo debiera saberlo, pero no recuerdo haber organizado una cena con mamá y papá—. Christopher, esto ha sido un mes de planificación. Tienes que estar allí.
—¿Qué tiene de especial la cena de este fin de semana?— probablemente pueda hacer que funcione, pero me da miedo por qué ella piensa que es algo tan importante.
—Porque… simplemente quiero que todos estén allí, ¿de acuerdo?–pongo los ojos en blanco, pero acepto aparecer. Si ha venido hasta aquí para contármelo, debe tener un motivo. Aunque, conociéndola, podría ser cualquier cosa. Tal vez su marido haya conseguido otro gran cliente. Con Wendy no hay forma de saberlo—.Bien. Cenaremos a las 6:00, ¿de acuerdo? No llegues tarde.
—Estaré allí—repito y ella prácticamente sale corriendo por la puerta.
—¿Quién era ? —pregunta Ethan y yo niego con la cabeza.
—Te acuerdas de Wendy, ¿verdad?
—¿Wendy? ¿Esa era Wendy? Definitivamente se ve diferente.
—Sí, lo sé. Mamá y papá creen que Mark es bueno para ella, pero yo no estoy de acuerdo. La convirtió en una niña pretenciosa.
Ethan sacude la cabeza al mismo tiempo que yo y en lugar de seguir hablando de Wendy, la conversación se centra en el negocio. Lo que sea que esté pasando con ella, lo descubriré pronto.
Lo cual es aún más cierto porque el resto de la semana pasa aparentemente en un abrir y cerrar de ojos y de repente estoy parado en la puerta de la casa en la que crecí.
De vez en cuando cenamos en familia. Ese no es el problema. Es solo que sé que esto se convertirá en otra oportunidad para que Wendy presuma y mis padres actúen como si también estuvieran contentos conmigo, aunque no sea así.
—¡Oh, Christopher! ¡Me alegro mucho de que hayas venido!
Asiento con la cabeza y les permito que me lleven al interior, donde ya están reunidos Wendy, Mark y Margie.
—¡Tío Christopher!—al menos alguien está realmente contento de verme.
Margie corre tan rápido como sus piernas regordetas de niña de cinco años se lo permiten y me da un gran abrazo. A pesar de todo, no puedo evitar sonreír y devolverle el abrazo.
Nunca me han gustado mucho los niños, pero esta niñita tiene algo especial. Por ahora, saco un par de caramelos de mi bolsillo (me he convertido en ese tío ) y se los entrego, y ella se los lleva inmediatamente a la boca, a pesar de las muecas de sus padres.
—Desearía que no le dieras golosinas como esas antes de cenar —se queja Wendy y yo simplemente pongo los ojos en blanco. Son solo unos minutos más de charla informal, que en su mayoría consisten en que mamá, papá, Wendy y Mark discuten todo mientras Margie y yo nos sentamos en el sofá y la entretengo con algunos juegos de manos. Luego nos llaman al comedor, donde mamá y papá eligen sillas en cada extremo. Wendy, su esposo y su hija se sientan a la derecha de mamá. Y yo me hundo en la silla a la izquierda de papá. Es donde nos hemos sentado desde que éramos niños, aunque definitivamente hemos crecido desde entonces—.Tengo algunas novedades que compartir—dice Wendy casi tan pronto como todos llenamos nuestros platos y estamos listos para comer.
—¿Qué pasa, cariño?— pregunta mamá y puedo notar que papá también le está prestando toda su atención.
—¡Acaban de aceptar a Mark en el programa del transbordador espacial!— grita ella, y Mark también sonríe.
—Es una gran noticia, cariño —le dice mamá, abrazando a Wendy como si fuera su logro en lugar del de Mark. Pongo los ojos en blanco, pero me volteó hacia él con la mano extendida.
—Buen trabajo —le digo y él sonríe aún más ampliamente.
—Estoy bastante satisfecho con ello.
El resto de la velada parece transcurrir en un abrir y cerrar de ojos. Todo el mundo habla del nuevo trabajo de Mark. Y luego hablamos de la clase de baile de Margie. Y de la nueva membresía de Wendy en el club de campo. Y durante todo el proceso capto las miradas de reojo de Wendy. Y de mamá. Y también algunas de Mark, aunque él intenta evitar juzgar demasiado mi estilo de vida.
—Christopher, cariño... —sé lo que eso significa. Significa que, sin duda, se avecina una intervención y me levanto rápidamente. Esa es mi señal para salir de aquí—. Solo queremos verte encontrar a alguien especial. Alguien que te ayude a detener todo... esto.
A ella no le gusta mi vida, no le gusta que sea dueño de un club y que esté allí todo el tiempo, no le gusta que organice fiestas en mi casa incluso cuando el club no las organiza. O que las noches que llevo a una mujer a mi casa siempre es una diferente. Sin compromisos. Sin novias serias. Y así es como logré llegar donde estoy.
Pero tal vez si hiciera un espectáculo podría lograr que dejaran de hacerlo.
Mis pensamientos vuelven a dirigirse a Emma y pienso en todo lo que sé sobre ella.
Por supuesto que siento que conozco su cuerpo más que el mío. Lo he estudiado. No me canso de hacerlo.
Y según Ethan, es una gran trabajadora. Acepta todos los turnos que le damos y contrata a los adicionales cuando están disponibles.Por lo que he visto, hace bien su trabajo. Habla con los clientes lo justo y necesario, sin perder el tiempo.
Mantiene el interés de los clientes y los hace volver, pero es una persona tranquila. Las otras camareras no parecen saber mucho sobre ella cuando hablo con ellas.
—¿Emma? Bueno, ya lleva aquí un tiempo —me dice Elizabeth—. Pero no podría decirte mucho más, aparte de que tiene una hermana y una madre. No habla de ellas. En realidad, no habla para nada de su vida familiar.
—Creo que todavía es joven, pero hace un buen trabajo, mejor que algunas de las otras—dice Andrea, que lleva aquí bastante tiempo y es probablemente una de nuestras mejores camareras.
¿Qué piensas de ella como persona?
—Creo que es amigable. Y cuando llega aquí para trabajar, siempre faltan al menos 30 minutos para que el lugar abra. No hay problemas con su ética de trabajo, eso es seguro.
Probablemente sea lo mejor que pueda conseguir sin hablar con ella personalmente. Pero los fragmentos que recibo de los demás combinados con lo que he aprendido sobre ella (aparte de los sonidos que hace cuando le pellizco el pulso en la garganta o la forma en que su cuerpo se tensa cuando me deslizo profundamente dentro de ella) parecen abrumadoramente positivos.
Ella podría ser exactamente lo que necesito para que mis padres se relajen. Y podría ser la excusa que necesito para pasar todo el tiempo que quiera con ella. Pero ¿lo logrará una relación falsa? ¿O necesito algo más?
Papá siempre ha dado mucha importancia a la continuidad del legado familiar. Y sé que está muy contento con Margie, pero Margie no tiene nuestro apellido. Y aunque lo tuviera, no podría transmitirlo. Eso es culpa mía. Y siempre he tenido el acuerdo tácito de que algún día tendría hijos y transmitiría ese apellido, pero ahora que se acerca cada vez más el momento. Cuando lo más normal es tener hijos, la presión se ha vuelto más intensa y una relación no va a solucionar eso.
—Ethan, ¿puedo hablar contigo?
Me siento más erguido al oír la voz, prácticamente justo afuera de mi puerta. ¿Es posible que la haya conjurado aquí pensando en ella? ¿Y preguntando a los demás sobre ella? Pero no, parece un poco nerviosa y está pidiendo hablar con Ethan, no conmigo.
—Por supuesto. ¿Hay algún problema? —le pregunta y hay un largo momento de vacilación.
—Me gustaría ser bailarina.
—Espera, ¿qué? ¿ bailarina? Eso no va a pasar. Lo siento, cariño.
—Haré una audición. O… una prueba… o… lo que necesites— le dice ella y su voz suena ansiosa. Pero ni siquiera me importa eso porque todo lo que puedo pensar es en el hecho de que ella estaría de pie en el escenario bailando para el resto de los clientes. Que la estarían mirando, disfrutando de ella demasiado para mi comodidad.
Antes de poder detenerme, salgo de mi oficina y entro en la de Ethan, lo que hace que ambos me miren sorprendidos.
—¿Quieres ser bailarina?— le pregunto y ella duda un momento antes de asentir con la cabeza.
—Sí.
—Ven conmigo —Ethan me mira de forma extraña, pero no dice nada mientras ella se levanta rápidamente y me sigue hasta mi propia oficina—. Entonces, ¿por qué quieres ser bailarina?
—Creo que lo haría bien y haría todo lo que fuera necesario. Practicaré y me entrenaré y haré todo lo que sea necesario para conseguir el trabajo—Sin duda, habla en serio. Casi está desesperada. Y eso es exactamente lo que necesito si quiero lograr que acepte mi contrapropuesta.
Pero ahora no hablo. Solo levanto una ceja porque sus protestas no responden a lo que le pregunto. Finalmente, suspira—. Quiero que me aumenten el sueldo. Necesito ganar más dinero
—No voy a convertirte en bailarina.
—¿Qué? No, señor Warren, puedo hacerlo. Sé que puedo. Solo necesito una oportunidad...
—Tengo otra oferta.
—¿Otra… oferta? —me mira fijamente y me detengo un momento. En parte por el efecto que produce. En parte porque estoy debatiendo en mi cabeza si esto es lo que quiero hacer. Pero parece la mejor manera de resolver nuestros dos problemas.
—Quiero que tengas a mi bebé.