La misma noche
New York
Adamis
Acabo de escuchar los argumentos de mis amigas sobre mi despedida de soltera, pero todavía sigo dudando de sus intenciones, porque conozco mejor lo que consideran ellas sin culpas y sin pensar, incluso en otras circunstancias también me alocaría, más ahora debo ser una adulta responsable, además el contexto no es el ideal por la enfermedad del mi novio y siendo honesta preferiría estar al lado de Derek, no en una fiesta o en alguna discoteca emborrachándome como si fuera lo mejor del mundo. También admito que mi vida no será igual, todo dará un giro de 180 grados y ni siquiera he tenido tiempo de procesarlo, de asumir que me casaré en unos días y no por las razones correctas, quiero a Derek a mi manera, más me gustaría sentirme en las nubes con una mirada suya. Lo sé no puedes forzar nada, más bien deben nacer sin buscarlas o esperar que el tiempo me ayude. En definitiva, sigo contemplando los rostros de mis amigas sin saber que responderle, igual rompo el silencio con mi voz.
–Chicas yo doy un paso al costado, porque estoy cansada, estresada y no me parece correcto celebrar “Mi despedida de soltera” pero ustedes pueden hacerlo en nombre mío, ahora si me permiten me voy a cenar con mi novio ¿De acuerdo? –argumento y quiero despedirme de ellas, pero me sujetan por los brazos.
–No estamos de acuerdo, porque no tiene caso celebrar sin ti y ahora mismo me encargo de llamar a Derek para informarle que esta noche no estás libre. Tienes un compromiso con nosotras impostergable– replica Ellis con su voz irritada y saca el celular del bolso para llamar a mi novio.
–Adamis escúchate a Ellis, muévete tu trasero por tu bien, porque nada de lo que repitas cambiará nuestra opinión– sentencia Phoebe con firmeza y me arrincona.
–Amiga te aseguro que disfrutarás la sorpresa que te tenemos– comenta Sarah con una sonrisa picará y me deja pensativa.
¡Carajos! Conociendo a mis amigas debe tratarse de algo muy especial y peculiar, lo malo es que me preocupan sus ideas locas, pero no saco nada especulando mejor es ver con mis propios ojos cuál es la bendita sorpresa.
Un rato más tarde
Todo el trayecto en el auto quise sacarles a mis amigas alguna pista de la sorpresa, pero no hubo forma, ninguna soltó ni media palabra, al punto de escucharlas repetir el mismo discurso “Cuando lleguemos lo descubrirás, no seas ansiosa” No era que estaba ansiosa más bien preocupada, claro que todo cambiará en un segundos, porque Sarah acaba de estacionar el vehículo cerca de un sitio bastante llamativo, la fachada es de color rojo, tiene unas letras doradas con el nombre Madame X, diera la impresión que es un restaurante extravagante por lo que puedo contemplar por las ventanas, aunque las cortinas, las luces tenues y también la decoración roja sigue confundiéndome, igual confirmaré en un segundo mi teoría, porque estamos ingresando al lugar. Enseguida el anfitrión pide nuestras identificaciones y aumenta más mi desconcierto. Nos dan acceso pudiendo admirar mejor el ambiente de lugar, existen varios sillones y mesas agrupados como si fueran habitaciones siempre predominando el color rojo y rosa como si estuviéramos en esos sitios para ciertas prácticas sexuales, más guardo mis nervios apretando mis labios y continuo con toda la naturalidad siguiendo a mis amigas, hasta que se detienen en la entrada de un salón amplio con un bar en el fondo, además de un escenario escuchando el estruendo de la música, y la locura de las mujeres gritando por el espectáculo, son strippers dando un show para nada desagradable. Así nos acomodamos en la mesa para admirar a estos dioses moverse de una manera seductora y sus ropas de cuero poco a poco van desapareciendo mientras bailan al ritmo de la música, aunque cada segundo es peor la tensión, porque acaban de bajar del escenario para provocar mucho más a las chicas presentes.
–¡Chicas! Si que saben divertirse, pero me parece demasiado– alzo un poco la voz por los aplausos.
–Adamis espera que viene la mejor parte– asegura Ellis con un tono de malicia y me deja inquieta.
Estos sujetos siguen con el espectáculo, al punto que están casi sentados sobre algunas chicas envolviéndolas con sus movimientos de caderas, con su dorso descubierto y dejándose besar, lógico la idea es llevarse el dinero sobre la mesa. Vuelven al escenario para cambiar la dinámica incluso sacan a una chica para continuar con el show, hasta que escucho murmurar a Sarah a mi oído.
–Adamis si estás con ganas de tener una experiencia más intima el lugar cuenta con otro tipo de servicio– informa y me quedo congelada.
¿Qué carajos insinuó? ¿Quiere que me acueste con un stripper? No gracias, no estoy tan desesperada por tener sexo.
En medio de mi momento de negación aparece en el escenario, un hombre de 25 años de edad, con el cabello castaño, de media barba, buen mozo, si acá todos son unos dioses, aunque el sujeto es diferente, incluso no está vestido con ropas de cuero y cadenas, parece un hombre común, igual comienza a moverse de manera sugerente mientras se desnuda quedándose en bóxer. Se gira de espaldas dejando un instante su trasero al descubierto, pero continúa para bajar del escenario con el fin de acercarse a las mesas, hasta que sus ojos color miel se cruzan con los míos y sin darme tiempo a nada, se sienta sobre mí para mover su cadera como si me estuviera embistiendo, no sé conforma y va por más, sujeta mi rostro con sus manos para besarme con desenfreno dejándome a su merced, sin entender lo que estoy sintiendo, porque es como una bola de fuego que está apoderándose de mí y no puedo controlar, más bien quiero seguir presa de sus labios. Abandona mi boca para quedarse prendido de mis ojos de una manera que me inquieta, pero los gritos exigen que siga con el show. Se incorpora mientras sigo tratando de descifrar lo que sucedió.
Unos minutos después
Mis amigas querían continuar la diversión en una discoteca o la palabra correcta sería emborracharse, pues dentro de todo nos medimos con el alcohol o al menos yo puedo repetirlo. Obvio que me disculpe apenas termino el show y ahora aguardo el taxi que pedí en la entrada del lugar, igual estoy arrepentida de no haberme ido con ellas, porque ni señales del taxista, aunque en medio de mi desesperación un vehículo frena a mi lado, bajan la ventanilla y abro los ojos de par en par ante la presencia de él.
–Hola, te recomiendo llamar a alguien para que te recoja, porque el sector es un poco retirado y todos los empleados acaban de marcharse, o podrías dejarme llevarte a tu casa– menciona el stripper y lo miro con mi rostro comprimido.
–Gracias por la recomendación y por el ofrecimiento, pero estoy esperando un taxi– respondo con firmeza y termina de apagar el motor. Desciende del auto y se para junto a mí dejándome confundida.
–¡¿Qué estás haciendo?! ¿Acompañándome? –cuestiono con mi voz irritada y me ignora mirando al frente cruzando sus brazos hacía atrás.
Un rato más tarde
–Princesa acepta que no vendrá ningún taxi y más bien déjame llevarte a tu casa o tienes miedo que te robe más que un beso– pronuncia el stripper dejándome desconcertada por su manera de nombrarme, pero empeora con su comentario.
–Engreído– murmuro y desvió la mirada. –Prefiero seguir esperando el taxi, pero no es necesario que me sigas acompañando, puedes marcharte– declaro y tuerce la boca para caminar por delante del auto y subir del lado del volante.
No tengo miedo, pero es mejor no tentar a la suerte, porque este hombre me inquieta con sus miradas penetrantes.
–Princesa todavía estás a tiempo de aceptar mi ayuda, ¿Seguro que no quieres subirte al auto? –insiste al abrir la puerta y cuando estoy por negarme, a lo lejos se escucha unos imbéciles discutir. No lo pienso dos veces y me subo.
–Voy contigo porque es tarde, pero espero que no intentes sobrepasarte conmigo, sino me vas a conocer– accedo, lo amenazo y suelta una estúpida sonrisa mientras cierro la puerta del auto.
Más tarde
Han sido un calvario los últimos minutos junto a este hombre, porque el engreído no necesito cruzar palabra conmigo para tirarme indirectas, cada gesto que hacía era como un detonante gritando quiero sexo contigo, no es una exageración, pues desde la música en la radio hasta su manera de resoplar lo indicaba, igual en este instante acabará el mal rato, pues llegamos a mi edificio.
–Stripper gracias por traerme, me salvaste de un apuro. ¡Adiós…! –pronuncio teniendo la mano en la puerta y me detiene con su voz.
–Espera princesa, ¿Me dejas usar tu baño? –dice y trago saliva. Sin más remedio le doy una sonrisa forzada y asiento con la cabeza. Abandono el auto teniendo el corazón a mil por hora con cada paso que damos y se agrava cuando cruzamos la puerta del edificio, no cambia que me guardo los nervios porque no pienso demostrarle que ese beso me descoloco de una manera extraña.
Lo cierto es que abro la puerta de mi pent-house todavía con mi corazón bombeando a toda máquina, las manos sudadas y mis piernas temblando, aprieto mis labios para terminar de ingresar.
–Puedes seguir al baño, es la primera puerta a la derecha– informo y voy a la cocina por un vaso de agua para intentar calmarme, por supuesto que necesito algo más fuerte para controlar mis nervios.
Comienzo a revisar los estantes de la cocina buscando alguna botella de vino y nada, hasta que recuerdo que deje una abierta en la puerta del refrigerador, claro que no es el mejor lugar, pero sufro de un mal, soy un poco desordenada con las cosas, no cambia que necesito alcohol. Sin muchos preámbulos vierto en contenido de la botella en una copa para llevarla a mis labios y vuelco a repetir la misma porción cuando escucho su voz a mi espalda.
–Lindo departamento princesa, ¿Vives sola? –pronuncia y lo miro con el rostro desencajado, ¿Qué tipo de pregunta es esa? ¿Qué le importaba? Más bien debería marcharse.
–Gracias stripper, pero es un poco tarde para charlar, más bien necesito descansar, igual de nuevo te agradezco por haberme traído– respondo dándole una sonrisa forzada y acorta distancia haciéndome tragar saliva.
–Mejor porque no me interesa charlar, sino probar otra cosa– rebate percibiendo su aliento en mi rostro, deja nulo el espacio entre nosotros y sus palabras alborotan cada célula de mi cuerpo.
–Vete por favor– pido en un hilo de voz y vuelve a sujetar mi rostro entre sus manos.
–¡No! Porque me muero por besarte como antes, por tenerte entre mis brazos, por hacerte mía– confiesa dándome una mirada intensa que me desarma, termina de adueñarse de mi boca en un beso húmedo que desata esta lucha interna de seguir o no, porque soy una mujer comprometida, me voy casar y no debería permitirme flaquear, pero este hombre con su forma de unir sus labios con los míos está desatando más que pasión, no entiendo nada y tampoco quiero pensar en este momento, porque la sensatez acaba de escaparse por la ventana y en su lugar está la locura, dejándome a su verá en cada roce de sus yemas sobre mis brazos. Continúa enredándome con sus besos ardientes que son un pecado delicioso y ya no existe forma de frenarme lo que está avivando, menos en este instante que lleva sus manos al final de mi vestido para quitármelo, alzo los brazos para ayudarlo y se relame los labios mientras su mirada oscura y lujuriosa se han hecho presentes, yo no me quedo atrás y deslizo mis manos para despojarlo de su camisa con su ayuda y una sonrisa traviesa asoma mientras contemplo con malicia su trabajado abdomen. Trepa a mi cuello para volverme loca con sus besos que me sacan gemidos involuntarios y sus manos inquietan están quitándome el brasier, pero el calor del momento exige que actué y deslizo mis manos en su pantalón para tirar del cinturón y dejarnos en igual de condiciones.
Sigue besándome cuando me levanta un poco del piso haciéndome enroscar mis piernas en su cintura y siento sus manos apretar mis muslos para caminar a la habitación conmigo a cuestas. Así recorre el camino, empuja la puerta y termina dejando caer mi cuerpo sobre el colchón, así retira mis tacos, también mi diminuta tanga, y libera su erección cuando se baja el bóxer para acomodarse entre mis piernas, aunque no quiero sustos, estiro la mano hasta llegar al cajón de la cómoda sacando un preservativo, se lo muestro y esboza una sonrisa pícara mientras retrocede un poco para romper el envoltorio con los dientes colocándoselo ante mi atenta mirada. Solo admiro tan deliciosa escena y cuando está listo siento su m*****o rozar contra mi entrada de una manera que me atrapa, está enloqueciéndome con ese simple movimiento y es más alucinante cuando de una arremetida entra en mí haciéndome soltar un gemido desgarrador y va adueñándose el fuego de mí con cada embestida estudiada, porque es como si pudiera leer mi mente de la forma que lleva el ritmo, no sé, es una conexión que nunca sentí con nadie y por momentos me asusta, igual sigo cautiva de sus embestidas y todo parece anunciar que estoy teniendo un orgasmo, que llegare al final, cuando percibo miles de temblores apoderarse de mí, más él también tensa la mandíbula dando una embestida profunda mientras escucho su gruñido a mi oído indicando que llego a la meta.
Al día siguiente
El sonido de la alarma indica que llego la hora de despertar, pero me cuesta abrir los ojos y de repente siento unos brazos aprisionar mi silueta, como tal reacciono respirando hondo, pero solo agrava más mis dudas, pues un aroma varonil inunda mi nariz. Trago saliva mientras los latidos de mi corazón parecen un caballo desbocado recordando la noche extraña que tuve, pero mi subconsciente se niega a aceptarlo, como tal termino de abrir los ojos con recelo y miro a un lado la figura del stripper.
¡Carajos! ¡Carajos! Me acosté con el stripper, o estoy borracha y es un mal sueño. Si debe serlo, más bien en un parpadeo su imagen desaparecerá y todo estará bien. No funciona, ¿Qué diablos tenía en la cabeza? Sí, tiene un cuerpo de dioses, también está bien dotado, igual no debí haber cedido, ahora ¿Con que cara miro a Derek? ¿Debería sincerarme con él? O ¿No? En verdad no tengo la respuesta, porque estoy confundida y quiero levantarme. Así como un resorte aparece en mi cabeza el ensayo de la boda haciéndome querer salir a las corridas.
Muevo con cuidado el brazo del stripper para liberarme, ruedo al filo de la cama y corro a la ducha todavía con mi cabeza hecha un lío sin saber ¿Cómo desaparecer a este hombre? En otras circunstancias seguiría en sus brazos, pero todo cambio en mi vida, igual no negaré que fue una experiencia diferente que debe quedar en el olvido por mi bien, como si fuera la última locura que cometí.
Unos minutos después
Parezco una ladrona en mi propio departamento, porque me escabullí intentado no hacer ruido para no lidiar con este hombre, así estoy casi lista para marcharme al ensayo, más soy sorprendida por su voz al buscar mi bolso en el escritorio. Trago saliva, aprieto mis dientes y me giro.
–Buenos días princesa, ¿A dónde vas con tanto apuro? –replica con esa mirada seductora que conquista y le muestro mi rostro comprimido.
–Hola stripper, tengo una vida como cualquier persona normal, pero sobre todo no puedo estar metida en la cama todo el día. Así que me harías un gran favor vistiéndote y dejando mi departamento– pronuncio con severidad y frunce el ceño.
–De acuerdo te acompañaré a dónde vayas, solo dame un segundo para vestirme– replica y me deja con el rostro desencajado.
–¡Disculpa! El hecho que hayamos tenido sexo no significa que exista algo entre nosotros. O te lo explicaré de otra forma, ¿Stri…? –argumento y ni siquiera pudo llamarlo por su nombre.
–Me llamo Ryan no stripper, además para tú conocimiento no soy lo que crees, pero lo podemos conversar desayunando juntos, quiero conocerte mejor– comenta y ni loca aceptare su propuesta.
–Ryan no me interesa continuar con esta conversación y tampoco tengo tiempo para hacerlo, así que confiare en ti dejando que te vistas con tranquilidad para que te puedas marchar y no pienses en aguardarme, ¿Fui clara? –presiono y sus ojos me confunden.